La Casa de Galicia de Montevideo deja de existir oficialmente hoy

Un colectivo de socios espera constituirse como una sociedad nueva para preservar el patrimonio cultural de una institución que nació el 1 de octubre de 1917

redacción / la voz, 31 de marzo de 2022. Actualizado a las 05:00 h. 0

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cedidaCastelao, segundo por la derecha, en una imagen de 1940 tomada en la Casa de Galicia de Montevideo y cedida por la institución. Con él se encuentran el presidente de la entidad en aquel momento, Luis Luna; los directivos José Lorenzo y Hermenegildo Ruibal. El primero por la derecha es el escritor Antonio Alonso Ríos

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En noviembre de 1944 gobernaba en Argentina el general Edelmiro Julián Farrell, un dictador que accedió al poder a través de un golpe de estado y que daría paso, algún tiempo después, a la época de Perón. Eran añosconvulsos en Argentina, así que Castelao, decidido a constituir un Gobierno gallego en el exilio, pensó que sería más seguro formalizar ese hecho fundamental en el vecino Uruguay. El encargo fue atendido por la Irmandade Galeguista y la Casa de Galicia de Montevideo y el 15 de noviembre, Antonio Alonso Ríos, Elpidio Villaverde Rey, Ramón Suárez Picallo y el propio Alfonso Rodríguez Castelao firmaron el histórico documento de constitución del Consello de Galiza en la sede de la Casa de Galicia de Montevideo.

En el viejo edificio conservan una placa que da fe de aquel momento. La placa, igual que muchas otras que forman la memoria de una de las instituciones más poderosas de la emigración gallega en América (llegó a tener más de 105.00 socios), está en el inventario que manejan las autoridades judiciales uruguayas para paliar la deuda acumulada y que ronda los 85 millones de dólares. Esta deuda es la que ha precipitado el abrupto final de la Casa de Galicia en Montevideo que hoy, oficialmente, deja de existir llevándose consigo instantes como el de aquel 15 de noviembre.

De momento, las autoridades uruguayas han publicado ya el pliego de condiciones para que inversores privados puedan adquirir el sanatorio principal, tasado en 20 millones de dólares y por el que, según la prensa local, se han interesado ya al menos cinco grupos de inversores que han tenido que depositar 10.000 dólares cada uno como fianza.

Un grupo de ex socios pretende constituir en los próximos días una nueva asociación que pueda mantener al menos el patrimonio cultural que atesora la institución para que no pase a manos privadas. En ese sentido, algunos de los socios integrados en este proyecto aseguran haber mantenido contactos con el Ministerio de Cultura de Uruguay para garantizar que este patrimonio no se disperse y que pueda mantenerse en poder de la emigración gallega: «Queremos que desafecten la parte cultural de todo este proceso. Tenemos una promesa, pero ahora debemos estructurar un mecanismo para poder conservarlo», manifestaba ayer desde Montevideo José Antelo, uno de los socios que abandera esta iniciativa.

La idea es que la deuda generada por la Casa de Galicia está vinculada a sus prestaciones sanitarias, que ya han sido asumidas por otras empresas, y no por las actividades culturales y sociales del colectivo. En ese sentido, los promotores de la nueva asociación pretenden que se disocie esa actividad de manera que puedan seguir manteniendo una programación estable a la vez que conservan el patrimonio cultural atesorado durante la larga historia de una institución que nació hace más de un siglo, concretamente el 1 de octubre de 1917.

El grupo negocia también que los administradores judiciales que gestionan el concurso les cedan uno de los inmuebles para instalar allí la sede social de la nueva asociación. Han propuesto para ello el edificio original donde fue creado el primer sanatorio.

Mientras este proceso no finalice, todos los bienes de la Casa de Galicia están inmovilizados, desde los inmuebles a las gaitas y las panderetas utilizadas por los grupos folcóricos creados en la institución. Probablemente, la pieza artística más relevante es A Santa, una escultura de Francisco Asorey adquirida por la sociedad en los años 50 y que tiene un gran valor simbólico. En realidad, casi todo el patrimonio cultural de la Casa de Galicia, incluida una biblioteca con más de 4.000 volúmenes, responde a ese criterio: más valor sentimental e histórico que artístico. El futuro de todo ese patrimonio está ahora mismo en el aire.

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