Gallegos por el mundo: «A mis 46, conseguí en Alemania el trabajo de mis sueños»

ALEMANIA

Maruxaina en Neuruppin y en la isla de Rügen con su pareja, Raúl.
Maruxaina en Neuruppin y en la isla de Rügen con su pareja, Raúl.

«Este es un país que recomiendo, hay muchas oportunidades, pero es duro, es de pico y pala. No es un lugar para todo el mundo», señala Maruxaina Bóveda, que se mudó de Vigo a Brandemburgo durante la pandemia

18 jun 2023 . Actualizado a las 11:50 h.

Si hace años América brilló como el destino donde todo el mundo tenía una oportunidad, «hoy ese lugar es Alemania», dice Maruxaina Bóveda (Vigo, 1976), viajera, hoy profesora de instituto a 2.500 kilómetros de su hogar. Su familia lo lleva como puede, pero les compensa que ella está «feliz, cansada de la burocracia, pero feliz», y lo que no puede es todavía procesar la cantidad de cosas buenas que le han pasado en Alemania, adonde llegó en la pandemia. «Pasé catorce días y quinientas noches confinada», dice Maruxaina al modo Sabina sobre su llegada a Brandemburgo en el 2021. En este estado del este de Alemania sigue esta viguesa junto a su pareja, Raúl, dos años después.

 Echa mucho de menos a su sobrina, Gala, a su familia. Y, estando en Alemania, perdió a dos de sus tías. «Eso es lo peor, gestionar el luto a distancia. Estar duro en momentos así es lo peor que he pasado», dice quien, si mira atrás, y se ve de recién llegada al país, se percibe «muy ingenua». «En dos años han pasado mil cosas. Y el resumen es que con esfuerzo, porque cuesta y cuesta mucho, puedes mejorar. Esto no es Italia ni Escocia, donde también viví, pero aquí, a mis 46, he conseguido el trabajo de mis sueños».

Ella, uno de los más de 17.700 gallegos que viven actualmente fuera de Galicia, se acaba de estrenar como profesora de instituto, de chicos de 12 a 14 años, que compagina con las clases de español que da a adultos.

Al aterrizar en Brandemburgo, quedó vacante un puesto en control de calidad en la empresa española donde trabajaba su pareja: «Llegué el 12 de febrero y el 15 ya estaba trabajando. No era el trabajo de mi vida, pero me sirvió para empezar». Al principio, advierte, puedes llegar a sentirte muy desamparada. «Muchos vuelven a su país y otros se quedan en el gueto, en el círculo conocido», apunta. Al cumplir año y medio en Alemania, esta gallega no renovó su contrato temporal, pero siguió adelante y un mes después ya tenía una oferta como profe de español.

Maruxaina y Raúl terminaron su relación laboral con la empresa en la que comenzaron a trabajar en Alemania y en agosto del 2022 se enfocaron en un objetivo: aprender alemán. «El Estado alemán te ofrece cursos para aprender el idioma. Nosotros empezamos los dos a hacer el curso intensivo de alemán (cuatro días a la semana, cuatro horas al día) con mucha gente de otros países (gente de Ucrania, Eritrea, Guinea, Pakistán, Siria...). Y, además de aprender el idioma, hicimos un grupo majo de auslander (‘extranjeros' en alemán)». Aprobaron el B1 en febrero: «Fue a dolor, ¡estaba más nerviosa que cuando hice selectividad!», cuenta. Pero el esfuerzo tuvo recompensa. El alemán les abrió puertas y les ayudó a tejer una red multicultural.

«Entender a la cajera del súper, a tu vecino o al señor que te habla en el tranvía te da seguridad, es una satisfacción», dice Maruxaina, que habla seis idiomas.

La gente de Brandemburgo, admite, es cerrada. Y ella no olvida el día que fue a urgencias por una caída de la bici y en recepción la recibieron con un «extranjera de mierda». Fue algo puntual.

Actualmente,  Alemania, seguida de Francia y Bélgica, encabeza los países de la UE que cuentan con un mayor número de ofertas disponibles, según Eures.

La burocracia es uno de los huesos de Alemania. Ella lleva dos años arreglando papeles. Alemania «tiene muchas cosas buenas [hay ayudas para todo: familia, calefacción, transporte, vivienda...], pero diría que es un país para todo el mundo. Es todo pico y pala, pico y pala...», recalca.

Su hogar hoy es un pueblo «muy verde, con mucho bosque. A nivel de naturaleza está muy bien, pero en comida no hay color con Galicia, claro...». Las comidas y las ferias y fiestas gallegas son de lo que más extraña esta pareja en Brandemburgo.

La cesta de la compra es allí más asequible, afirma Maruxaina, hay muchas oportunidades laborales y ayudas a la conciliación laboral y familiar.

«Aquí el tema de la titulitis importa menos. Lo que cuenta es que tengas ganas y que sepas hacerlo. Yo mandé un mail y a los cuatro días me pidieron empezar. Empecé con dos cursos de español. Y ahora tengo seis», detalla.

«Otra cosa que hay en Alemania son posibilidades de seguir subiendo o escalando laboralmente», destaca Maruxaina, que señala que el verano del 2022, tras la pandemia, el Gobierno alemán para reactivar el turismo interno aprobó el ticket de 9 euros para «poder por toda Alemania tanto en autobuses como en trenes, tranvías, metros, salvo en los trenes rápidos...». Así que ella y su pareja, el año pasado, cada fin de semana que podían hacían una escapada. «Aprovechamos mucho el ticket, atravesamos toda Alemania para llegar a Francia, fuimos hasta una isla que hay allá arriba para mojar los pies ¡en aquellas aguas congeladas!... Ahora han sacado en Alemania otro ticket, que no te cuesta 9 sino 49 euros al mes, para viajar por todo el país», cuenta. «Me sorprende que aquí la gente se queje de que los trenes llegan tarde. A mí nunca me coincidió que llegase alguno tarde... Tenemos que tener en cuenta el concepto de puntualidad que tienen los alemanes, que es totalmente distinto al español. Aquí si te dicen 'a las 10.00 estoy', a las 10.00 están. Aquí si tienes el turno para una gestión a las dos y cuartoy llegas a y 16 no te atienden. Para ellos un retraso de cinco minutos puede ser lo que para nosotros un retraso de 50».

Los alemanes, dice, nos ganan en ecología. Maruxaina y Raúl tienen incluso un garten ('jardín') en Brandemburgo. Tienen 800 metros cuadrado de esparcimiento, propiedad del Ayuntamiento, en cesión de uso. «Hay muchos que están a la venta, pero funciona en realidad como un traspaso de por vida. En los gartens hay una comunidad, que tiene un presidente. El nuestro es un poco como el señor Cuesta, siempre con papeles debajo del brazo...», cuenta.

Aquí sí hay quien viva... cumpliendo unas reglas (no puedes, por ejemplo, empadronarte en el garten).

Esta profe de español en Brandemburgo avanza, en bici, tranvía, tren y barco, haciendo patria entre sus alumnos, que ya saben qué se celebra el 17 de mayo y quiénes son Rosalía, Carlos Núñez y Manuel Rivas.