Claudio Williman: abogado y físico, presidente de Uruguay en 1907 y natural de Caión

Estuvo al frente del país durante cuatro años. Su madre era larachesa, y su padre, de origen alsaciano, de Arteixo

carballo / la voz, 10 de octubre de 2020. Actualizado a las 05:00 h. 0

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La lista de laracheses que triunfaron en la emigración sudamericana es muy amplia. Especialmente en Uruguay: Antonio Barreiro, uno de los principales editores del país; Dogomar Martínez Casal, el mejor boxeador de la historia del país; o los Añón Canedo, fundadores de una de las compañías de transporte más relevante. También en Argentina, como el actor Enrique Muíño, o en Norteamérica, de la mano de Lino Gómez Canedo. Y muchos más.

En este listado hay que incluir, con todos los honores, a Claudio Williman, que fue presidente de Uruguay entre 1907 y 1911. Pese a su apellido, poco bergantiñán, su origen está en Caión. Ahí se casaron sus padres, en la ya desaparecida capilla de San Roque (al menos, se mantiene el nombre de la zona en la localidad), bajo la dirección del cura Manuel Rodríguez Cambón, el 22 de febrero de 1840. El hombre, José Williman, era de Maianca, parroquia de Oleiros, aunque vecino de Arteixo, y la mujer, Antonia González, era caionesa. El hombre tenía origen familiar francés, saboyano, aunque con raíces en la zona alsaciana, de ahí tan peculiar apellido, que por cierto se ha perpetuado (tuvo cuatro hijos) en Montevideo, con descendientes que han destacado y triunfado (aún lo hacen) en diversos campos.

El matrimonio pronto emigraría a Uruguay, y ahí nacería Claudio y otros hermanos. El futuro político estaría hoy sábado de cumpleaños, ya que nació un 10 de octubre de 1861. Datos, todos ellos, recopilados por Xabier Maceiras en su serie de trabajos sobre Arteixo, con fuentes como la de Pedro Dubra Brandón, quien publicó en 1910 en El Noroeste la partida de matrimonio y otros datos de la familia, y sobre todo de Lincoln Maiztegui Casas, quien en el 2010 publicó un amplísimo trabajo en El Observador uruguayo, aprovechando la conmemoración secular de un incidente entre Uruguay y Argentina en la que Williman jugó un papel decisivo para que, por ejemplo, el país pueda seguir teniendo acceso amplio al Río de la Plata.

Maiztegui, historiador, profesor y periodista fallecido hace cinco años, definía al caionés por vía materna como merecedor de grandes virtudes, por «su espléndida actividad docente, su cultura amplísima, su recia personalidad de revolucionario del Quebracho y hasta su carácter de eximio componedor, de nexo de entendimiento entre los hombres, tarea de la que hizo un arte basado en la serenidad de temperamento y el sentido del humor».

Sus méritos académicos son numerosos: en 1885 ganó la cátedra de Física de la Universidad de la República. Más tarde también haría la de Derecho, que compaginó con su militancia política en el Partido Colorado. La vía docente también marcó su vida, como impulsor de la Facultad de Matemáticas, de la que fue catedrático honorario, además de ser profesor en la Academia General Militar. También fue decano de la Facultad de Enseñanza Secundaria y Preparatoria, entre otros méritos docentes.

Durante la guerra civil fue jefe de un batallón de infantería. Al terminar, nombrado ministro, y desde el 1 de marzo, presidente de la República, elegido por el Parlamento (70 votos de 79) y designado por José Batlle y Ordóñez, su antecesor y también su sucesor cuatro años después. Precisamente esta especie de provisionalidad le ha impedido tener más fuerza en la historia uruguaya de la que realmente merece, ya que realizó grandes cambios políticos y económicos e impulsó leyes transformadoras. Y con medidas que, a los ojos de hoy, parecen contradictorias: desde el combate a la representación sindical hasta la supresión de la enseñanza religiosa en las escuelas públicas. Mandó realizar el censo gracias al cual se supo que el país tenía entonces un millón de habitantes, y favoreció las obras de caminos y puentes, además de nacionalizar el puerto de Montevideo y la red telegráfica. Más tarde volvería a ser rector universitario, y presidente del Banco de la República de 1916 a 1924. Diez años más tarde, un 9 de febrero.

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