«Fue muy difícil activar la campaña al mostrarte vulnerable en redes»

Javier Benito
javier benito LALÍN / LA VOZ

ESTADOS UNIDOS

La lalinense Bárbara Rodríguez recibió una oleada de apoyos para poder costear el tratamiento de su cáncer

30 dic 2023 . Actualizado a las 16:42 h.

A más de 6.500 kilómetros de distancia, con las frías aguas del Atlántico de por medio, su voz suena fuerte, cristalina, luminosa desde Nashville (Estados Unidos). Derrocha optimismo y humor, sin ese poso que muchos pensamos deja una enfermedad. Más si se entona la palabra maldita. Cáncer. Pero Bárbara Rodríguez Navaza derrocha empatía, exaltada al reconocer el corazón de sus amigos, agradecida. Como último recurso esta mujer lalinense de cuarenta años decidió activar una campaña de crowdfunding para recaudar fondos que le permitan afrontar gastos médicos y la renovación del visado por un año. Un requisito para acabar la tesis doctoral en la que se encuentra inmersa sobre migrantes transgénero. Cuenta su historia en una revitalizante conversación que comenzó entre risas, con un equívoco a través de WhatsApp en el que me confundía con su amigo Diego. 

—No soy Diego, pero comenzamos a charlar entre risas. Parece que sobrelleva con entereza su enfermedad.

—El humor es mi principal herramienta, la verdad. Hay que tomárselo así porque si no a nivel mental.... La situación es complicada y date cuenta de que el cáncer es una palabra muy grande, con muchos interrogantes, no sabes lo que va a pasar... pero, bueno, me aferro al hecho de que no se ha extendido y por tanto es curable. Lo duro fue el tiempo de espera por el diagnóstico.

—¿Cuándo le detectaron cáncer?

—Fue el 2 de febrero. Ya llevo un tiempo con esto y lo tengo asumido, pero me ha costado. En noviembre me noté un bulto cuando estaba con mi investigación en Los Ángeles. Iba a estar hasta mayo con ella, con migrantes transgénero de América Latina, además de ejercer voluntariado en organizaciones, tomando notas, haciendo trabajo antropológico. Por fin estaba con lo que había ido a hacer a Estados Unidos hace seis años, ya que tienes cursos y máster previos obligatorios antes de realmente hacer tu investigación. Fui a urgencias en un ambulatorio, me hacen una prueba y la chica ya trajo antes la tarjeta de crédito para pagar.

—En Estados Unidos parece que casi cobran por respirar cuando acudes a atención sanitaria.

—Allí ir al médico es otra cosa, te cobran y después ya te tienes que pelear con el seguro. No tiene que ver con los profesionales, que son estupendos, sino con intermediarios y agencias. Me dijeron en la primera prueba que no era nada y que me volviera a ver en unos cuatro meses. Pero a los dos regresé a Nashville y aproveché para ir a mi médica de familia, que no estaba y me vio otra. Pero la primera, que me recuerda a Manuel González Aller de Lalín, mi Manolita (risas) me llamó, es una señora estupenda. Sabía que tenía un bultito en el pecho y le dije que me volvía a Los Ángeles para la investigación, pero me pidió cita para una mamografía. Fue ese 2 de febrero y la radióloga salió ya antes de hacer biopsia a decirme que había calcificaciones e iba a perder un pecho. Te quedas diciéndote cómo. Me mandaron de urgencia y desde hay un cúmulo de cosas.

—¿Le resultó muy difícil lanzar la campaña para recaudar fondos?

—Bueno, fue muy difícil porque te tienes que mostrar vulnerable, sobre todo en redes sociales, donde piensas que te van a juzgar. Estaba trabajando en Los Ángeles con mujeres trans, haciendo historias digitales de sus vidas, y en particular de una, Carlota, que acaba con unas palabras muy potentes: “porque no es malo pedir ayuda”. Cuando vas a tocar fondo, cuando no puedes más, no es malo pedir ayuda porque nos tenemos que dar esa oportunidad, nos lo debemos a nosotras mismas. No paraba de pensar en sus palabras. Porque aquí me moví un montón, conseguí ayudas, porque si no sería imposible.

—Tras aquel diagnóstico inicial comenzó una carrera de fondo.

—La biopsia dio positivo, después hubo prueba para ver si era genético, si es invasivo y todo me sale que sí. En mi familia no había precedentes de cáncer en la más directa por parte de madre. Lo bueno es que aquí, al contrario que en España, lo del gen genético hacen muchos estudios, no solo al de pecho sino también al de ovarios. Y resulta que también me tendrán que hacer una histerectomía después.

—¿Cuál era su riesgo genético?

—Me dijeron que si ya tenía cáncer de pecho tenía un 75 % de riesgo de desarrollar también de útero. Pero además para añadir más al drama yo estaba intentando tener un hijo, después de haber estado embarazada el pasado verano, pero tuve un aborto espontáneo y estaba superando esto. Ahora me vino esto y por eso tardé cuatro meses en contarlo porque ha sido un cúmulo que cosas que te obligan a reformular tu vida en todos los sentidos.

—¿Cuenta con amigos en Estados Unidos que le apoyen?

—Aquí tengo una red de apoyo buena. Algunos me decían que volviera a España para tratarme pero yo tengo un alquiler, mis cosas, mi programa y yo que hago, pierdo mi sueldo, no es fácil. Y más estando enferma con quimioterapia y voy a luchar para acabar aquí el tratamiento, sin una mudanza transcontinental aunque sé que allí habría gente que me ayudaría, con amigos que me quieren y tienen sus responsabilidades, familias y trabajo.

—¿Cómo lleva la quimioterapia?

—Son seis ciclos, lo estoy llevando bien. Tienes que acostumbrarte a que de repente tienes noventa años, pero cada persona es diferente. Eres como una embarazada de noventa, te duelen todos los huesos, vomitas, náuseas, estás deprimida, te duele la cabeza,... como todos los males en uno y te vas conociendo para valorar la medicina a tomar ante síntomas. Dar paseos aunque te duela todo el cuerpo y comer muy bien, adaptado a circunstancias del día porque hay que asumir que te están envenenando (risas).

«Estoy muy atacada en el buen sentido, con las emociones a flor de piel», por el apoyo

«No esperaba ni de coña llegar a los 10.000 dólares». Así de rotunda se mostraba una Bárbara eufórica por momentos ante ese cariño traducido en dinero. Porque detrás están amigos, familiares y vecinos de su Lalín. A base del emoticono del corazón responde por falta de tiempo a los mensajes que le llueven. «Lloro y no doy escrito; ahí fulano, me digo cosas porque no puedo, porque estoy muy atacada en el buen sentido, con las emociones a flor de piel y necesito respirar antes de responderles a todos», recalca para proclamar a los cuatro vientos que «la gente es maravillosa y la de Lalín es increíble». Le está costando gestionar ese tsunami de apoyo, que le hacen sentirse muy emocionada y nerviosa.

Gestión de Román Rodríguez

Al trascender su caso, el conselleiro de Cultura, Román Rodríguez, paisano de Bárbara, quiso poner su grano de arena. «Me han escrito que Román se lo ha dicho a alguien de Sanidade y me ha mandado un mensaje el conselleiro de esa rama, al que tengo que responder», comenta. Podría llegar por tanto alguna fórmula de apoyo desde la propia Xunta.

La enfermedad ralentiza ahora todo en su investigación y la elaboración de la tesis doctoral pero sigue inmersa en ese proceso. «Como estoy trabajando con gente trans, sobre todo las latinas, que me decían “hay Bárbara, tú eres una mujer transgénero atrapada en el cuerpo de una mujer bisexual”, lo voy a poner en mi tesis, y con toda esta historia, tan dramática como es, pero con toda la femineidad, el hecho de ser un cuerpo femenino, todo eso se va a ir, porque la quimio te provoca la menopausia, he tenido un cambio muy radical y ahora estoy entrevistando a hombres trans», apunta, para incidir en que puede ver cómo resulta algo que va a experimentar ella, una doble mastectomía aunque de otra manera, «y sabré qué significa para mi bienestar y para una persona trans, con todo muy medicalizado en este país».

Eso sí, lo ocurrido también llevará a un cambio en su tesis doctoral, como ya abordó con su comité y fue aceptado. «Llevará un último capítulo etnográfico de cómo pasar por el cáncer afecta a tu físico y a tu género», dice, justificándolo «muy bien y estoy haciendo comparativas pero por vía digital, no es lo mismo, pero ya había ido en estos años a conocer gente trans o LGTB latina». Tiene material y ahora requiere tiempo para ella, pues no podrá estar para marzo del 2024.

Renovar el visado un año: 33.000 euros

La campaña activada por Bárbara en la plataforma GodFundMe fijaba un objetivo de 10.000 euros que ayer ya sobrepasaba con creces. «Me preguntaban cuánto vale un visado e intentaré que no sea tanto, pero si yo tuviera que pagar lo que ellos me piden son como 33.000 dólares para todo un año», comenta esta lalinense del barrio de A Cacharela. Afirma que intentará rebajar esa cuantía, tras pedir becas y ayudas. Le caduca en mayo. «Me he matado para lograr dinero así porque quería que esto —en alusión al crowdfundig— fuera lo último, ya que no quería molestar a seres queridos, preocuparles y pedirles cuando las cosas económicas están como están», remarca.

Los costes sanitarios también son otra montaña a escalar a pesar del seguro. «Solo el copago de la biopsia eran más de 900 dólares y la operación de ponerme un puerto en el pecho, que llevará un año, para la quimioterapia ascendió a 11.000, una brutalidad», comenta. A pesar de las peticiones de ayudas a fundaciones, moviéndose mucho «y cuesta mucho conseguirlas». Pero a lo ya afrontado se sumará el resto del proceso tras la quimio, «que va a requerir una negociación pero tengo confianza en que voy a manejarlo bien y que me llegará con eso», refiriéndose a esos 10.000 euros aunque la realidad seguro estará muy por encima. Porque esta luchadora nata, vitalista y locuaz, tendrá que someterse a una doble mastectomía y a una histerectomía.