Un matrimonio de ejecutivos de banca cubanos reforma un pazo del siglo XIX en Caldas para disfrutar de sus vacaciones

Nieves D. Amil
nieves d. amil PONTEVEDRA / LA VOZ

CUBA

La pareja, que reside en Miami, tiene antepasados gallegos. Se enamoraron del Pazo de Reirís después de la pandemia

27 ene 2024 . Actualizado a las 22:24 h.

Es uno de los días más fríos del invierno. El termómetro en Caldas apenas marca dos grados a las diez de la mañana, pero Maggie y Jorge Villacampa abren la puerta de su casa con una sonrisa que pone calor a una jornada de vuelta a la normalidad tras las vacaciones de Navidad. En el Pazo de Reirís hace horas que ya amaneció. Los operarios arreglan el jardín y este matrimonio cubano afincado en Miami ya despidió bien temprano a sus hijos. El chico regresó a Estados Unidos y la hija, a Londres. Este martes les tocará a ellos despedirse de su refugio de Caldas de Reis, un pazo del siglo XIX del que se enamoraron hace dos años para convertirlo en su hogar tras más de un año en obras. Harán un viaje a India antes de volver a Miami, donde ella trabaja como ejecutiva de banca. Él, que ya está jubilado, vendrá con más frecuencia a lo largo del año.

Antes de irse ya saben que echarán de menos este refugio al que llegaron en el 2021 cuando hicieron el Camino de Santiago después de haberlo visto antes en fotografías. «Las cosas siempre pasan porque convienen. Habíamos visto una propiedad en Cenlle, pero por circunstancias no se cerró la operación. El destino quería que viniésemos a Reirís. Rechazaron la primera oferta, pero envié una carta a los dueños para decirle que mantendría la esencia de la casa», explica Maggie, sentada en el salón principal de un pazo que tiene 1,5 hectáreas de terreno y una vivienda para invitados con tres habitaciones, además de una capilla y dos cobertizos reconvertidos en porches con cocina.

El acuerdo de compra venta llegó a través de la agencia inmobiliaria Lucas Fox. La propiedad estaba en el mercado por 750.000 euros y la oferta del matrimonio no era la única que estaba sobre la mesa. «Llevaba siete años vacía sin vivir nadie y había que hacer una gran reforma, estaba prácticamente igual que en 1975», recuerda Maggie, que se puso manos a la obra junto a Jorge para intentar reformar el pazo desde Miami. «Hacíamos alguna vídeo llamada con la constructora y los profesionales que estaban trabajando y veníamos cada cuatro meses. Todo salió bien, no tuvimos ningún problema», añade Jorge Villacampa, que quiso que la reforma la llevasen trabajadores de la comarca: Applus Constructores, de Caldas; Solaso Energías renovables, de Cuntis; I+M Instalaciones Eléctricas, de Vilagarcía; Espiñeiro Material de Construcción, de Taboadela, en Ourense, al igual que el arquitecto Eduardo Lotario Valles. «No tengo como agradecer el trato que tuvimos durante todo el proceso», apunta la dueña de una vivienda que estos días tuvo a una veintena de invitados para pasar las fiestas.

Antes de desembarcar en Galicia, a Jorge le seducía tener una propiedad en Madrid, pero Maggie quería algo con terreno. Además de su casa de Miami, esta pareja cuenta con una vivienda en la playa en la isla de Sanibel, en Florida. La pandemia les abrió los ojos a Europa y a una tierra en la que habían crecido los abuelos de Maggie. Dos de ellos eran gallegos, otro aragonés y una madrileña. Tiene sangre de españoles emigrados a Cuba, de donde su familia partió hacia Estados Unidos antes de la revolución de 1953.

De Cuba a Miami

Ella nació circunstancialmente en la isla caribeña en una visita que su madre hizo a la familia, mientras Jorge creció hasta los 15 años en Sancti Spíritus y salió de Cuba en los primeros años de la década de los sesenta en el marco de la operación Peter Pan, por la que emigraron muchos críos sin sus familias por un acuerdo entre el Gobierno americano y la iglesia católica. «Somos un matrimonio firme a sus raíces, los cubanos nunca perdemos nuestra identidad e inculcamos a nuestros hijos esa esencia», apunta Maggie, mientras enseña cómo ha quedado una casa en la que todavía se siente la Navidad. «Hicimos mucha obra y parte del mobiliario lo enviamos en dos contenedores desde Estados Unidos, el resto es todo de aquí».

Esa defensa de sus orígenes los devuelve ahora a Galicia y los conecta con sus antepasados. «Siento que estuve en esta casa toda la vida», señala ella en las primeras vacaciones en el pazo.

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Maggie y Jorge Villacampa viven en Miami, pero se enamoraron de Galicia. Sabían mucho de esta comunidad porque los abuelos de ella le contaron infinidad de veces como era la tierra en la que crecieron. Eso fue moldeando la identidad de Maggie, que a los pocos minutos de empezar a hablar se confiesa una enamorada de Vigo. El ejemplo de este matrimonio cubano afincado en Miami es el de mucho extranjeros que encontraron en Galicia un lugar en el mundo para retirarse. La tranquilidad y el clima están detrás de esta decisión. El agente inmobiliario de Lucas Fox, Rafael Rosendo, reconoce que cada vez son más los compradores nacionales que se interesan por las Rías Baixas y Altas. «El año pasado empezamos a ver como mucho español cambiaba la zonas de Baleares y Madrid por Galicia. El perfil es de alguien que busca una segunda residencia donde jubilarse», apunta Rosendo, que calcula que el comprador nacional es ya el 42 % de todas las operaciones que cierran.

Según los números que barajan desde Lucas Fox, el precio medio de las operaciones en el 2023 fue de 650.000 euros. «En la mayoría de los casos optan por casas, pero estamos notando un incremento importante de gente que comprar pisos para invertir en ciudades como Vigo», apunta Rosendo.

La propiedad que adquirieron Maggie y Jorge Villacampa no fue la primera que vieron, pero sí a la que le encontraron más posibilidades. «Vimos una que era muy bonita, pero muy pequeña y si vienen los muchachos no cabíamos», apunta la propietaria del Pazo de Reirís, que no descarta en el futuro reformar la única construcción de la propiedad que todavía está en estado ruinoso. Esta pareja ha arreglado el resto del terreno e incluso montó una piscina en el jardín. Cuando sus amigos de Miami le preguntaban cómo iban a comprar tan lejos, ellos no tenían dudas. Se habían enamorado de este pazo gallego en el que habitualmente trabajan tres personas. La propiedad fue construía en el siglo XIX y pertenecía a un empresario de Vilagarcía, que la tuvo durante años a la venta hasta que la inmobiliaria Lucas Fox se encargó de ponerla en el mercado.

Maggie y Jorge Villacampa la adquirieron en octubre del 2021 y en mayo del 2022 comenzaron los trabajos de reforma, que concluyeron en julio del 2023. Solo pudieron estar un par de semanas en verano antes de regresar ahora en Navidad.