Fue promotor del hotel Comercio y dueño a finales del siglo XIX del Palacio de Sober, ahora convertido en hotel de lujo
19 nov 2023 . Actualizado a las 05:00 h.Florencio Iglesias Armesto, apodado Cubano, fue gerente de la empresa que inaugura el sistema eléctrico monfortino, artífice del edificio del hotel Comercio de Monforte y dueño del palacio de Sober. Estamos, sin lugar a dudas, ante todo un personaje. Era hijo de José María Iglesias que fuera secretario municipal y procurador del juzgado local de primera instancia a mediados del siglo XIX, y de Asunción Armesto. Retornado de Cuba, donde se había hecho con un importante capital, se afinca en su tierra natal, Monforte de Lemos. Su esposa María Alejandra Evangelista Marzo Terrero era una adinerada cubana. Aquí tenía su vivienda habitual en la Compañía.
Un hermano de Florencio era Ceferino Iglesias Armesto, médico y militar, en el año 1884 teniente del batallón de reserva de Monforte, y fiscal militar. Aparece citado como teniente de primera en el año 1893 con destino, de nuevo, en Monforte. Otros hermanos de Florencio fueron Manuel, Florencia o Enrique. Los hijos de Florencio y María Alejandra, por otro lado, fueron: José, Oscar, Waldo, Florencio — en ocasiones llamado Florentino—, Ceferino, Carmen, Evangelina-Rosalía y María Iglesias Marzo.
Cabe destacar a su nieta María Luisa Iglesias Losada, que estudia medicina. Ginecóloga, se licenció en junio de 1930. La primera mujer nacida en Galicia y licenciada en medicina fue Olimpia Valencia, de Baltar, en Ourense, solamente cinco años antes que María Luisa.
Entre las diversas y variadas actividades de Florencio Iglesias hay que mencionar que era copropietario y gerente de la Sociedad Eléctrica Monfortina, junto a los monfortinos Baldomero Rodríguez Martín y Agustín Valcarce Valcarce. Este último, además, alcalde de la población del Cabe hasta mayo de 1895.También tuvo relación con el industrial de Villafranca Jesús Adrán, que a la sazón era el director de la empresa eléctrica creada para la gestión del suministro en nuestra ciudad.
Llega el alumbrado
El 31 de marzo de 1895 se inauguraba oficialmente el sistema eléctrico monfortino, que alumbraba solo en algunas calles y en los comercios. Los artículos publicados en la prensa de la época se hacen eco de que llamaron especialmente la atención «las lámparas colocadas en San Vicente, en el centro de la plaza mayor y en la calle del Comercio».
Una crónica del evento describe así la inauguración: «El momento de inaugurarse, el director de la sociedad que a su cargo tomó la dirección de trabajos, proyectos e instalaciones en general, dio entrada al agua con el regulador en la cámara de la turbina; y en el momento en que la ciudad vio lucir la luz, doce bombas reales dieron la señal de buen resultado a los que en la fábrica estaban. Al propio tiempo, un foco colocado en la torre del antiguo castillo de los condes de Lemos, irradió sus vivísimos destellos, iluminando una zona de 100 metros de radio, teniendo dicho arco voltaico una potencia de 1.200 bujías».
«En las calles —prosigue el cronista— se habían instalado lámparas de incandescencia de 100 y 500 bujías, que espléndidamente iluminaban toda la población. Los comercios también estaban profusamente iluminados y recorriendo calles y plazas, la música municipal, que reorganizada recientemente, inauguraba también nuevo instrumental».
A las diez de la noche, previa invitación a las autoridades y presidentes de todas las sociedades, se celebró un banquete de 34 cubiertos «reinando gran animación y alegría, pronunciándose entusiastas brindis por el director y los otros tres individuos que componen la Sociedad Electricista, y especialmente, por el señor alcalde, que tan activa parte tomó en el asunto. Están, pues, de enhorabuena los monfortinos».
En septiembre de ese año la Sociedad Eléctrica de Monforte adquiere un motor a vapor para producir electricidad. Este mismo mes, el señor Iglesias Armesto presentaba al Ayuntamiento de Vigo una instancia acerca de la instalación del alumbrado eléctrico en la ciudad olívica, indicando algunas ideas del proyecto.
Por ejemplo, la red de conductores sería de cuatro cables dos por cada lado de la calle, y palomillas de buen aspecto para el ornato. La proyectada red reuniría todos los elementos modernos, y su instalación, solo dependía del apoyo de la corporación para que los propietarios no pusieran obstáculo a la colocación de los aisladores en las fachadas de sus casas. Finalmente, en Vigo no prosperó la propuesta.
Un céntimo de peseta
A comienzos de 1896, y con Demetrio Fernández Franjo como alcalde —sin darse la condición anterior de que un miembro propietario de la empresa eléctrica fuese el alcalde, como ocurría con el señor Valcarce— se acordaba por parte del Ayuntamiento, una vez había transcurrido un año desde la inauguración oficial del alumbrado público, adjudicar provisionalmente y por un plazo de 15 años la gestión del servicio de alumbrado público a la empresa mencionada.
El contrato era de un céntimo de peseta por bujía y noche, con la bonificación del 30% y aumento de 750 pesetas anuales por gastos de instalación, conservación y reparación de aparatos y material. Algunas de las piezas para las instalaciones eléctricas, como la dinamo, venían de Suiza a través del puerto de Amberes.
La compra del molino de Acea Nova que aún se conoce por su apelativo
En enero de 1898 se daba por sentado que pronto sería un hecho la instalación de un puesto de la Guardia Civil en Sober, para lo cual cedería gratuitamente el magnífico palacio de Sober, su rico propietario, Florencio Iglesias, que lo había adquirido unos años antes. En el año 1901, por otro lado, la corporación monfortina impuso una multa a la Sociedad Eléctrica de 500 pesetas por faltas cometidas en el sistema de alumbrado público local. Iglesias interponía en nombre de la empresa un recurso de alzada para fuese rebajada la misma a 250 pesetas.
Al año siguiente, y tres antes de concluirse e inaugurarse el hotel Comercio, siguiendo la documentación municipal monfortina, se le concede licencia para reedificación de su casa en el Cantón, y levantar el que sería hotel.
Florencio Iglesias era dueño del molino de la Acea Nova, conocido por muchos monfortinos como el molino do Cubano. El molino y los prados anexos se los compra a Manuel Díaz-Varela. Era un molino en presa de dos piedras que molía de tres a seis meses anuales. Concejal electo en el año 1903, figuraba entre los contribuyentes industriales con fábrica de la luz eléctrica. En este último año, pide autorización para captar agua y poder producir energía eléctrica en Canaval.
Adquirido a María Gasset
Como comentamos, le pertenecía el Palacio de Sober a finales del siglo XIX, dentro del foral denominado de Francisco dos Pacios, adquirido a María Gasset Chinchilla, vecina de Madrid, mediante escritura pública otorgada ante el notario Antonio Manuel Barja en fecha 25 de noviembre de 1897.
Iglesias también desempeñó el cargo de juez municipal suplente en el año 1912. Otro de los bienes más destacados de su propiedad era el foral de Arroxos, en Proendos, foral que a su muerte en 1918, pasó a su hijo Waldo Iglesias Marzo.