Conrado, de Ribadeo, y Basanta, de Viveiro, fueron 22 veces internacionales con Cuba

martín fernández

CUBA

ARCHIVO MARTÍN FERNÁNDEZ

Tras la llegada de Castro al poder, abandonaron el país y se marcharon a Estados Unidos y a Puerto Rico

22 nov 2021 . Actualizado a las 21:27 h.

Conrado Paz Fernández y Celedonio Basanta Casal fueron dos emigrantes nacidos en Ribadeo y Covas (Viveiro), respectivamente, que fueron internacionales en 22 ocasiones con la Selección Cubana de fútbol en los años 1960 y 1961. Tras la llegada de Castro al poder, abandonaron Cuba y marcharon a Estados Unidos y Puerto Rico.

Conrado nació en Ribadeo el 22 de abril de 1932. Era hijo de Ricardo Paz, Carraspin, fontanero, y de María Antonia Fernández, Tota, que, además de él, tuvieron una hija llamada María Isabel. Alto, atlético, fuerte, bien parecido, era un destacado jugador del Ribadeo C.F. y tocaba el saxofón en la banda de música.

Celedonio Basanta Casal vino al mundo en Covas (Viveiro) en 1929. Era hijo de Celedonio Basanta García y de Josefa Casal, un matrimonio de viveirenses en Cuba. El padre tenía un barco con el que repartía mercancías por pueblos de la costa. Su hermana Rosa _Rosita da Roxa_ nació en La Habana en 1925 y cuatro años después lo hizo él en Covas adonde su madre, Josefa, se desplazara para reponer su salud.

Conrado marchó a Cuba por amor. Fue en 1955. Ella se llamaba Jesusa y era hija del catalán Francisco Gil y de Jesusa Martínez, de Monforte. Se enamoraron cuando ella pasó unas vacaciones en Ribadeo. Mantuvieron su pasión por carta y dos años después él la visitó en Cuba y ya no regresó. Se casaron en 1959, cuando Castro llegó al poder. Cele Basanta, en cambio, se marchó con 19 años sin hacer la mili y gracias a las gestiones que hizo su padre ante el gobierno americano que lo había condecorado por colaborar con su Ejército durante la estancia de éste en la isla.

El ribadense trabajó en una compañía farmacéutica, tuvo su único equipo en el Huracán de La Habana y fue 8 veces internacional. En 1957 fue elegido Mejor Jugador del Campeonato. El de Viveiro, empleado en una fábrica de pinturas, militó en tres clubes _el Real Iberia (1950-1954), el Casino Español (1954-1957) y el Club Atlético La Habana (1958-1960)_ y vistió la camiseta de Cuba en 14 partidos. Ambos coincidieron en la Selección en el año de 1960 para disputar el X Campeonato de la Confederación Centroamericana y del Caribe.

Ese mismo año, Basanta regresó a Viveiro y, poco después, marchó a Nueva York donde se encargó de la gestión de un edificio. Se casó en 1965 con Josefina Sánchez, de Mera (A Coruña) y tuvo dos hijos, José Antonio y Sole. Su presencia en Covas, en casa de su hermana Rosa, fue habitual los veranos a partir de 1970. Falleció en 2015. Conrado y Jesusa abandonaron Cuba en 1961. Marcharon inicialmente a Nueva York y más tarde a Puerto Rico donde gestionaron varias panaderías y nacieron sus hijos Lizette, en 1964, y Ricardo, en 1968. El ribadense murió en el año de 2011. Tenía devoción por la gaita gallega y pasó sus últimos días tocándola y pintando paisajes de su Ribadeo, de los días azules y del Sol de su infancia…

Jesús Martínez, un emigrante de Cangas, fue el único mariñano en la Selección Española

De los emigrantes de A Mariña, solo uno jugó en la Selección Española. Fue Jesús Martínez Rivadeneira, natural de Cangas (Foz). Jugó en el Valencia C.F. entre 1968 y 1978, fue campeón de Liga una vez e internacional cuatro. Luego regresó a Buenos Aires, donde se retiró a los 45 años tras jugar con Argentina la Copa América de 1987.

Martínez nació en Cangas el 7 de diciembre de 1947. Era hijo de Jesús Martínez Hermida y de Francisca Rivadeneira. No había cumplido dos años cuando sus padres emigraron a Buenos Aires con sus tres hijos Gloria, Ramón y Jesús. Marcharon en plena posguerra española y mundial. Allí tenían familia. De los siete hijos que tuvieron sus abuelos paternos _José Ramón Martínez y Avelina Hermida_, cuatro (Trini, Angelita, Antonio y Jesús) emigraron a la Argentina y tres (Isabel, Remedios y Emilio) permanecieron en Cangas.

Jesús Martínez comenzó jugando en el Racing de Avellaneda. En 1968, lo fichó el Valencia C.F., donde militó diez años. Después, jugó en Huracán (1979-1980), Quilmes (1981-1983), Banfield (1984-1986), Colón (1986), Almagro (1987-1989) y Defensores de Belgrano (1990-1992). Fue internacional español, jugando como defensa central, en cuatro partidos: contra Dinamarca, Alemania y Yugoslavia (2 veces). En el partido de desempate contra Yugoslavia en 1974, que dejó a España fuera del Mundial de Alemania, la alineación fue: Iríbar; Sol, Benito, Jesús Martínez y Uría; Juan Carlos, Claramunt y Asensi; y Amancio, Gárate y Valdez.

El primer gol en un Mundial lo marcó para Uruguay un gallego manco y de Vilalba

Galicia fue campeona del mundo de fútbol en 1930, al menos en una tercera parte. Cuatro de los once jugadores de la Selección uruguaya que ganó la final a Argentina eran gallegos: Pedro Cea el Vasco Cea y Lorenzo Fernández El Gallego, nacidos en Redondela en 1900; Álvaro Gestido Pose, El Caballero del Fútbol, de padres pontevedreses, en 1907; y Héctor Castro, El Divino Manco, nacido en Sancobade (Vilalba) en 1905. Cada uno tiene su historia y los cuatro una en común: medallas en los Juegos de 1924 y 1928, el Mundial de 1930 y dos Copas de América en 1923 y 1924.

Gestido, que siempre jugó en Peñarol C.F., era el más joven y falleció en 1957 a los 49 años. Su hermano, Óscar Diego, fue presidente del Uruguay en 1967 durante un año, pues murió de un ataque al corazón. Pero la historia más conmovedora fue la del Divino Manco. Llegó a Montevideo en 1914. Su padre tenía un aserradero en el que él ayudaba. Un día se cortó con una sierra mecánica y hubo que amputarle el antebrazo derecho. Su minusvalía no le impidió jugar al fútbol y a los 17 años ya jugaba en el equipo de su vida, Nacional de Montevideo. A él le cupo el honor de marcar el primer gol en la historia de los mundiales. Fue en 1930, en el I Campeonato del Mundo de Fútbol, y supuso la victoria de Uruguay frente a Perú por 1-0.

«La única religión sin ateos»

Galeano dijo que el fútbol es la única religión que no tiene ateos. Y la final de 1930 fue la más pasional de las habidas. El árbitro, el belga Langenus, exigió que un barco estuviese preparado en el puerto de Montevideo para sacarlo del país si ganaba Argentina. Los argentinos llevaron su propio balón, no se fiaban del uruguayo. Al acabar en 1-2 en el primer tiempo, 300 soldados se desplegaron con bayoneta calada. Y en el segundo, tras remontar y ganar Uruguay con 4-2, con gol de Castro, en Buenos Aires una turba enfebrecida asaltó la Embajada de Uruguay, hubo disparos y los dos países estuvieron al borde de la guerra.

Pero a los cuatro gallegos _Lorenzo, Cea, Gestido y Castro (que murió en el año 1960)_ nadie les quitó la gloria de dar la vuelta triunfal al Estadio Centenario. Una vuelta que fue la apoteosis del fútbol uruguayo y también la del emigrante gallego en América…