Justo Taladrid, el alabado y denostado fundador de Viveiro y su Comarca

martín fernández

CUBA

La entrada en política arruinó buena parte de su crédito social

05 abr 2020 . Actualizado a las 21:45 h.

Justo Taladrid Catá (Magazos 1864-A Coruña 1938) emigró a Cuba con 16 años de edad. Se dedicó al comercio de sedería y tuvo uno de los mejores almacenes del ramo en calle Muralla de La Habana. Tras 35 años de trabajo, acumuló una notable fortuna, liquidó el negocio y fundó Vivero y su Comarca. Tenía el sueño regeneracionista de que la «Despensa y escuela» solucionaría el atraso y los males del país y por eso abanderó la apertura de 57 escuelas, algo sin parangón en Galicia.

Cuando regresó a Viveiro en 1915 puso la sociedad al servicio del diputado liberal Soto Reguera y la política envenenó su sueño. Fue diputado provincial. Pero también alabado y denostado. Y acabó resentido, dolido, porque Viveiro no le apoyó como por sus servicios creía merecer. Escribió un libro para justificarse y murió en 1938 poco después de entregar una ayuda a los militares golpistas del 36.

Vivero y su Comarca nació en 1910. Sesenta y cinco viveirenses siguieron, entusiasmados, a Justo Taladrid Catá y la sociedad quedó ?para bien y para mal- vinculada a él.

Quería construir, dotar y sostener escuelas para suplir la desatención del Estado y una carencia detectada por la Ley Moyano que aconsejaba 21 centros en Viveiro cuando había 7…

Una sociedad poderosa

Aparte de aulas y otras dependencias, la sociedad construyó en Viveiro 7 escuelas (Landrove, San Pedro, Area, Boimente, Magazos, Valcarría y Cobas), 7 en Ourol-Muras (Ambosores, Campo de Cabo, Xan Blanco, Viga, San Pantaleón, Souto Chao y Agro), 2 en Xove (Golpilleiras y Xove) y 1 en Riobarba, Burela y Cervo, estas en colaboración con Hijos de Vivero en Buenos Aires. El profesor Peña Saavedra cifra, en total, 57 colegios. Una labor por la que Alfonso XIII otorgó a la sociedad en 1919 la Cruz de Beneficencia y el tratamiento de Ilustrísima. Entonces, se calificaba a Taladrid de titán, filántropo, benefactor, santo… Otero Cao, uno de sus lugartenientes, escribió: «Era un santo; sus palabras fueron siempre hermanadas de hechos, eran el bálsamo consolador de personas y pueblos».

Una sociedad poderosa

Vivero y su Comarca era una sociedad poderosa. Tenía acaudalados dirigentes y mecenas, 1.000 socios, delegaciones por la isla, representantes en todas las parroquias del distrito, el sindicato Liga Agraria del Landro, la revista Vivero en Cuba y una gestión profesionalizada. Toda una red política y social, golosa y atractiva. Taladrid ?que le donó 100.000 pesetas en dos ocasiones y otras cantidades en otras- era su representante pleno en España. Y puso toda esa estructura al servicio de Soto Reguera.

Y ahí empezaron sus problemas y la pérdida del enorme crédito social que había atesorado…

La entrada en política arruinó gran parte de su crédito social

La política puede ser una noble actividad. Pero también una pócima que, con altas dosis y baja información, mancha, rompe familias, separa amigos, divide pueblos y puede matar. Taladrid probó esa cáscara amarga…

Ya había sido criticado en Cuba. Acusaban a él y a su junta de autoritarios, covacha de caciques, tiranos y más déspotas que los caciques de allá. Pero Otero Cao respondía a los reproches con versos de Contreras: «Cuanto más brilla el talento/ y el genio más alto brilla,/ más le muerde la calumnia/ y le persigue la envidia».

Al relacionarse con Soto Reguera, las censuras fueron a más. En la Restauración, Soto fue diputado liberal por Lugo (1910-1914) y por Viveiro (1914-1923) y Taladrid usó a Vivero y su Comarca para darle base y territorio. Villar Ponte decía que esa relación era el mejor ejemplo de clientelismo político. La asociación trabajaba para el diputado, Taladrid era el intermediario y Soto el benefactor que «conseguía» recursos y prebendas para sus afines y para su distrito, en beneficio suyo y de su formación.

En la Dictadura, el diputado se afilió a Unión Patriótica y Taladrid fue diputado provincial. La firme apuesta de Primo de Rivera por la Enseñanza hizo que, con él, el número de escuelas en el distrito de Viveiro se incrementara mucho. Luego llegó la Dictablanda de Berenguer y en 1930 de nuevo Soto quiso ser candidato por Viveiro con el apoyo de Taladrid. Representara al partido 10 años y su intención suscitó rechazo y convulsión social y supuso una pérdida de crédito para Vivero y su Comarca y Taladrid.

Y en la 2ª República, Soto se presentó por el Bloque Nacional de Calvo Sotelo...

Taladrid, ya en la picota, fue atacado y acusado de entorpecer gestiones de Antonio Rodríguez Vázquez para lograr un Grupo Escolar en Viveiro. Y, desde la frustración y el desencanto por lo que creía poco reconocimiento a su labor, tres años antes de morir escribió Verdades como puños. Mis servicios al partido de Viveiro, un libro donde justifica su trayectoria, vuelca su inquina y detalla aportaciones que él y Vivero y su Comarca hicieron al partido judicial y a Viveiro…

Críticas a las 57 escuelas abiertas por desgaleguizadoras y aplausos por contribuir al desarrollo

La creación de las 57 escuelas tuvo prontas consecuencias. En 1926, el inspector Benito Castrillo Segredo resaltó su existencia y la inversión de 51.146 pesos cubanos por los emigrantes de Viveiro. Y en 1927 la prensa informaba que en el sorteo de quintas «de los 6 ayuntamientos de Vivero, con sus 49 parroquias, no se presentó ningún mozo analfabeto».

Aún así, las escuelas fueron criticadas. Unos se basaban en su orientación ?ecléctica pero confesional- y en que obviaban modernos criterios de renovación pedagógica. Otros, que eran un arma al servicio de Soto Reguera. Y unos terceros en que eran desgaleguizadoras pues sus promotores creían que los alumnos debían prepararse para la vida moderna, la emigración y ámbitos urbanos y saber contabilidad, mecanografía, lectura y escritura, historia, etcétera.

Villar Ponte lo resumía así: «Son o atraso colectivo, ainda que semellen ser cultura individual. Porque nelas os mestres fanlles deprender de todo ós alumnos, agás o amor á Terra i ás cousas da Terra. Porque son coutos de desenxebrización, de despersonalización». Y la revista nacionalista A Fouce escribía: «Son focos que desgaleguizan e orientan aos nenos hacia a emigración…».

Luces y sombras

Taladrid fue un hombre de luces y sombras, de apoyos incondicionales y críticas feroces. En todo caso, una figura relevante de la emigración en Cuba y un destacado viveirense que amó a su pueblo. Emilio Insua, en su blog A insua do Insua, hizo un gran estudio sobre él y su sociedad y resumió así su obra: «Sobraron edificios e faltaron mestres», «unha laboura poboada de boas intencións e sementada de filantrópicos esforzos dignos de mellor sorte».

martinfvizoso@gmail.com