Hijos de Trabada instó a Primo de Rivera a actuar ante la corrupción municipal

Martín Fernández TRABADA/LA VOZ

CUBA

ARCHIVO MARTÍN FERNÁNDEZ

Un vecino donó los terrenos para la escuela de Penela y otros 30 colaboraron en su construcción

11 feb 2020 . Actualizado a las 11:42 h.

La desafección por la política y los políticos no es cosa de ahora. Sucedió también en tiempos pasados dominados por la corrupción de partidos e instituciones, por políticos profesionales y sectarios, por crisis económicas y territoriales y, entre otras razones, por un sistema agotado incapaz de regenerarse debido al ínfimo nivel de sus protagonistas.

La Dictadura de Primo de Rivera fue uno de esos momentos. Surgió, entre otras cosas, por el cansancio, la perversión y las redes clientelares del turismo de la Restauración. Sectores intelectuales y populares, vista la ineficacia y el conchabeo de liberales y conservadores, pidieron o consintieron un «cirujano de hierro» que regenerase el país y lo pusiera en marcha con obras y medidas económicas y educativas que Joaquín Costa resumió en el lema «despensa y escuela».

Esa Dictadura, por asombroso que parezca, tuvo apoyos en distintos grupos hartos de la situación. La sociedad Hijos de Trabada, por ejemplo, remitió el 8 de noviembre de 1923 una carta -firmada por su vicepresidente Esteban Barcia y su secretario, Miguel D. Perera- al «Excelentísimo Señor don Miguel Primo de Rivera, Marqués de Estella y Presidente del Directorio Militar».

En la misiva, que recoge acuerdos adoptados por los socios el 25 de octubre de aquel año, lo instan a que «investigue las causas que han impedido terminar la carretera que conduce desde Villa Fernando a Lorenzana, pasando por Trabada, que se encuentra paralizada desde 1915 en que se dio principio, no habiéndose terminado todavía a pesar del tiempo transcurrido; investigando, asimismo, el estado en que se halla el Ayuntamiento de Trabada que, por la inercia de sus componentes, se encuentra completamente corrompido y abandonado».

Ocho años paralizada

Los trabadenses en Cuba muestran al Dictador «nuestra congratulación sincera y espontánea por los inapreciables servicios realizados por ese Directorio en beneficio de la Patria, víctima de una desorientada administración por parte de personas incapacitadas para dirigir los destinos de una nación noble y poderosa como España». Y lo felicitan “por la actuación desinteresada y patriótica que viene realizando para conseguir la reconstrucción moral, administrativa y política de nuestra madre patria”.

Hijos de Trabada se había constituido el 29 de noviembre de 1922 y formaban su directiva en ese momento Ramón Barcia Díaz, presidente; Esteban Barcia Barrera, vicepresidente; Miguel Díaz Perera, secretario; José Mª Valea Maseda, tesorero; y Manuel Díaz Maseda, Salvador Yáñez, Ceferino Neira, Juan Barcia Barrera, José Mª Caballero, José Mª Ramos, José Yanes, Francisco Lombardero, José Amor, José Prieto, José Maseda Fernández y Manuel Fernández Debén, vocales. Los socios individuales eran 229 personas y el presidente de honor, el abogado Pascual Aenlle y Aguiar.

Un vecino donó los terrenos para la escuela de Penela y otros 30 colaboraron en su construcción

La Memoria de los trabajos realizados por Hijos de Trabada durante los años 1923 y 1924 informa de la construcción de una escuela y dice que el vecino José Mª Loureiro Bermúdez donó a la entidad ?por medio de su presidente, Esteban Barcia, y con motivo de un viaje a Galicia de este- unos terrenos en Penela para levantar el colegio.

En una carta del 2 de diciembre de 1924, el alcalde de Trabada, Jesús Barrera, dice al presidente de los emigrantes que «debo comunicar a esa Sociedad que el 27 del pasado mes se dio principio a los trabajos del último trozo de carretera que falta por construir. Y también que empezó hace días la Casa Escuela de Penela de esta parroquia que el Presidente de esa Sociedad dejó en proyecto». Los emigrantes manifiestan en su informe la «efusiva» felicitación al señor Loureiro y «agradecen con íntima satisfacción su imitable y ejemplar acto, deseándole todo género de venturas y dichas personales».

En la Memoria, recogen los nombres de los vecinos que facilitaron, de forma altruista y solidaria, materiales y su trabajo personal para construir el centro escolar. Son los siguientes: R. Barcia, José Fernández Blanco, Domingo Loredo Yáñez, Francisco Prieto Martínez, José Valle, Francisco Estua, José Rodríguez Barcia, José Ventoso, Rosa, Antonio y Pedro Villarino, Constantino Barcia Barrera, Juan Gasalla Díaz, Juan Loureiro, José Ramos, Eduardo Villapol, José Ponlla, Francisco Martínez, Antonio Fernández, Antonio Diaz, José Lozano, José Reigosa, Miguel Valea, Antonio y José Amor, Lorenzo Barrera, José Bernárdez, Juan Barrera, Bernardo Fernández y Ramón Franco.

Un deshauciado, un nuevo cementerio y un temporal que asoló Balboa

Hijos de Trabada tenía como fines «fomentar la fraternidad y la protección de los residentes en América, propender a la mejora moral y material de Trabada y estimular, promover y difundir la enseñanza moderna, útil, práctica y preparatoria para la vida agrícola, industrial y comercial mediante escuelas, huertas escolares y academias con clases diurnas y nocturnas». Además de ese objetivo, algunos emigrantes colaboraron en 1918 con dinero para construir un cemiterio municipal. Destacaron Manuel Martínez Moiño y su esposa, Inocencia Rega con 1.250 pesetas; Jesús Romeu Moiño, con 500; y José Mª Valea Maseda, con otras 500. Y varios de los retornados de Cuba auspiciaron una especie de casino local, el denominado Círculo Trabadense.

En el ámbito de la solidaridad, la sociedad remitió en 1924 la cantidad de 559 pesetas y 35 céntimos para ayudar a los vecinos de Balboa que habían perdido bienes y cosechas en un gran temporal acaecido ese año. La recolecta había sido iniciada por el entonces vicesecretario, Manuel Rodríguez Pérez, que la remitió al párroco de Balboa, José F. Barcia, para que fuera «repartida equitativamente entre todos los perjudicados».

En Cuba, Hijos de Trabada remitió el 15 de noviembre de 1923 una carta -firmada por el presidente, Ramón Barcia Díaz, y el secretario, Miguel Díaz Perera- al director de la Sociedad de Beneficencia de Naturales de Galicia en la que le informan que el trabadense, Emilio Rodríguez López, estaba gravemente enfermo desde hace meses en el sanatario de La Benéfica. Y le indican que está «en la más lamentable situación económica, a tal punto que no puede satisfacer los recibos de ese Centro, no teniendo ropa con qué vestirse y siendo posible que se le expulse de la referida casa de salud».

En la carta, le piden que «pasen al Centro Gallego los recibos pendientes de pago y los sucesivos, para aliviar la triste situación de ese desamparado hijo de Galicia, en peligro de muerte, y evitar así que sea expulsado de la referida Quinta».

martinfvizoso@gmail.com