Arsenio Mariño, el monfortino del famoso cabaré Sans Souci de La Habana

La Voz

CUBA

02 feb 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuba fue, a comienzos del siglo XX, el lugar donde habitaban los sueños de miles de europeos. El punto donde daba vuelta el aire y permitía reiniciar el camino con el viento de cola. Los Pfarr llegaron desde Berlín en 1925 y un poco antes los Mariño desde Monforte de Lemos. La vida los agitó un poco pero, al final, los unió en el Sans Souci, el cabaré más chic de La Habana. Allí, entre gánsteres y lujo se fraguó una hermosa y singular historia de amor. Sus planes dieron una vuelta de tuerca…

Los Pfarr ?los padres, un hijo y dos mellizas, Dorchen (Dora) y Jenny- eran unos músicos alemanes que huían de la posguerra del 14. Los Mariño, los hijos de Salvador, un vendedor ambulante y pendenciero que un día apareció muerto. Estaba casado con Gloria, hija de un maestro monfortino, y tenía cuatro hijos, Carmen, Mercedes, Olimpia y Arsenio, el mayor, nacido en 1897, que tuvo que ponerse al frente de la familia. Así que subió a un tren con rumbo a Vigo y embarcó como polizón para Cuba. Tenía 14 años. Fue recadero, mozo de bodega, operario. Estudiaba por las noches y obtuvo el diploma de secretario. En 1918 ingresó en un prestigioso bufete de abogados y dos años antes de llegar los Pfarr ya él lograra reagrupar a los suyos en La Habana.

Las mellizas eran exuberantes y formaron el grupo Las Pfarry Sisters. Sus maneras delicadas y europeas, su exótico acento, la originalidad de sus danzas les abrieron las puertas de teatros y salones de Cuba. Su padre y su hermano, en tanto, faltos de oportunidades, marcharon a Chicago para tocar en una orquesta de cámara.

En 1926, mandaba Machado y Cuba era alegre y confiada. Arsenio se casó con Amanda, hija de su jefe y señorita bien de La Habana. Al año siguiente nació Arsenito. Y entonces, un cliente del bufete, un americano de poca reputación pero mucho dinero, le propuso ser su socio en “el más lujoso cabaré de La Habana”. Consultó con la familia y aceptó. Era un billete con riesgos para un tren sin retorno…

El Sans Souci tenía amplia y selecta clientela, millonarios, yankis, crupieres, grandes artistas, gánsteres y ….Las Pfarry Sisters. Arsenio se embelesaba cada noche con ellas. Y se enamoró, como quien se embriaga lentamente. Jenny era cómplice de los fogosos y furtivos encuentros de su hermana y Arsenio por los recónditos recodos del cabaré…

El monfortino le pidió el divorcio a Amanda pero ella se negó. Divorciarse era cosa de negros y mulatos. Ella habló con su padre y este con el socio americano. Y las Pfarry Sisters fueron despedidas. Pero nada apartó a Arsenio de aquel fuego que hacía en él su voluntad. Y seguía frecuentando a la melliza. Una noche, antes de entrar al club, una ráfaga blanca tras un árbol le susurró: “Huya, don Arsenio, son tres y lo esperan”. Captó el mensaje, avisó a su familia y pidió a las Pfarr que huyeran con él a Puerto Rico. El amor pudo más que el miedo y los tres se largaron con dos maletas y una sobredosis de talento, amor y juventud.

Dos pencos, un carro, la guerra y su hija, la actriz Yolanda Farr

En Puerto Rico, Arsenio Mariño consiguió contratos a Las Pfarry Sisters para teatros de Costa Rica, Panamá, Venezuela y México. Un día, tras actuar en el Teatro Iris de Guatemala, un empresario ideó el proyecto de llevar cine por pueblos y aldeas, con números musicales y el plato fuerte final de las mellizas. El primer día se armó una balacera, el segundo las confundieron con prostitutas, el tercero no les pagaron... Las Pfarry, estrellas del Sans Souci, viajaban ahora al ritmo de una carreta tirada por dos pencos. Y regresaron a Puerto Rico, descorazonados y arruinados.

Decidieron probar suerte en España. Llegaron a Madrid en 1933 y actuaron en Zaragoza, Bilbao, Barcelona y Portugal. Fueron portada de ABC y esa fue su hora alta. Todo iba bien pero llegó la guerra y Arsenio fue movilizado por la República como camillero. A su término, estuvo en un campo de concentración hasta finales de 1940.

La vida seguía, algún teatro reabrió pero no era tiempo para cómicos ni artistas. La “familia a tres” seguía más unida que nunca y nació Yolanda, la hija de Arsenio y Dorchen. Dos años después, Amanda concedió el divorcio pues iba a casarse con un millonario americano y en el 43, al fin, Arsenio y Dorchen pudieron legalizar su unión. Su amor no precisó ningún papel, duró toda la vida. Pero había poco trabajo y volvieron a Cuba en 1949. Tampoco allí les fue mejor, pasara su tiempo y su momento. Y el antiguo dueño del Sans Souci tuvo que trabajar como contable en empresas de poca monta y de taquillero en el Teatro Shangai, una sala entre el porno y lo pícaro de José Orozco, el segundo marido de la madre de las Pfarr.

La niña Yolanda estudiaba en la Academia Cima y se formaba para lo que estaba predestinada por familia, dotes y vocación: el cine y el teatro. Pero llegó Fidel y el neón apagó sus luces y dejó la isla a oscuras. Yolanda aguantó cuanto pudo hasta que logró marchar a España en 1967. Tenía 27 años, hambre de triunfo y muchas ganas de reunir a su familia. Lo primero lo consiguió pronto pero con gran esfuerzo: Yolanda Farr fue y es una de las grandes estrellas del cine español de la Transición y los 80. Para lo segundo, esperó cuatro años. Pero su dicha no duró mucho: Jenny, su segunda madre, murió en 1971 y su padre, Arsenio, en 1975. De su madre Dorchen disfrutó más. Su blog es hoy un canto y una hermosa historia de amor a la familia, a la vida y al cine.

Gánsteres, mafiosos, figuras del espectáculo y pases restringidos para el general Batista o Marlon Brando

El Sans Souci estaba en el kilómetro 15 de la carretera hacia Pinar del Río. Abrió tras la I Guerra Mundial. Arsenio Mariño fue su copropietario pero en los años 30 vendió su parte a Sammy Mannarino, un gánster que lo regentó con su hermano Kelly y hampones de Chicago y Detroit. En 1953, el mafioso Santo Trafficante, socio de Meyer Lansky, lo compró y tres años despues lo revendió a Lefty Clark, dueño de los mejores casinos de Florida.

Clark invirtió un millón de dólares y lo convirtió en referencia mundial. Acogía a 1.200 personas, tenía techo de cristal para ver las estrellas y actuaban, entre otros, Marlene Dietrich, Sinatra, Nat King Cole o Libertad Lamarque. Marlon Brando era asiduo cliente ?iba a ver a su amante Dorothy Dandridge- y muchas noches tocó los bongos.

El Sans Souci era el cabaré más elegante de La Habana. Tenía salas de juegos ?ruleta, black-jack, chemin de fer…-, de baile y un restaurante, el Nevada Cocktail Lounge, con gala propia, al margen de la principal. El mismísimo presidente de Cuba, Fulgencio Batista, tenía pase permanente para salas y espectáculos restringidos…

martinfvizoso@gmail.com