Daniel Rivas, de Gontán, presidente de la Cámara de Comercio de Camagüey

MARTÍN FERNÁNDEZ

CUBA

MARTÍN GARCÍA

02 feb 2019 . Actualizado a las 20:07 h.

Para los gallegos que llegaron a Cuba en las primeras oleadas migratorias, hubo unos pasos prefijados para casi todos los que, en cierta medida, triunfaron. Pasaban de ser jóvenes y sufridos aprendices a abnegados empleados. De sacrificados colaboradores a eficaces directivos. Y de dirigentes a propietarios, dueños absolutos de un negocio. Todos tenían una meta, un objetivo: la mejora económica y un futuro mejor para sus familias. Los Rivas, de Gontán (Abadín) y de Sasdónigas (Mondoñedo), son un paradigma más de esos pasos marcados... Daniel Rivas Regueira nació en Gontán el 3 de agosto de 1896. Sus padres -Ramona Regueira fallecida en 1934 y Antonio Rivas, en 1951- emigraron a Nueva York en 1905 y en 1912 se trasladaron a Cuba. Allí, el adolescente Daniel entró a trabajar, con 16 años, de aprendiz en la tienda La Marquesita de La Habana en la que, durante dos años, solo cobró la manutención y una pequeña gratificación.

En 1914 se trasladó a Camagüey y se empleó en una empresa de asturianos, Jacinto Buznego y Cía, que gozaba de fama en la ciudad y tenía tiendas de distintos sectores. Lo destinaron a una de tejidos, La República, en la que por su don de gentes e innovadoras iniciativas consiguió incrementar la facturación. La empresa correspondió haciéndole partícipe de su accionariado de tal modo que, tras varios años siendo un ejemplar empleado, acabó por convertirse en dueño del negocio.

Banca Núñez

La escalera del éxito se subía entonces peldaño a peldaño y sin barandilla en la que apoyarse. Y Daniel Rivas llegó a la cima en 1942 cuando el éxito de su gestión y el prestigio alcanzado lo convirtieron en una persona respetada en la ciudad. Tanto que hubo de liquidar su negocio para aceptar una oferta del Banco Núñez para ser director general de sus sucursales en Camagüey.

La Banca Núñez era una de las más valoradas de Cuba. Según el historiador Jiménez Soler, tenía unos depósitos de 97,2 millones de dólares y 22 sucursales en el país y era una de las dos entidades financieras cubanas ?junto al The Trust Company of Cuba- seleccionadas por el The American Bankers en 1957 entre los 500 bancos más importantes del mundo.

Su crédito y confianza derivaban de que su propietario, Carlos Núñez Pérez, nacido en Holguín en 1885, fue el más encumbrado entre los cubanos cuya fortuna no se había basado en herencia, ni en vínculos matrimoniales ni en prebendas políticas. Era hijo de un humilde emigrante español y tenía apenas estudios elementales. Había logrado su fortuna paso a paso y con un gran control de gestión en la época del crac bancario. Era propietario, además, del Banco de Occidente, de la Azucarera Alto Songo ?adquirida por deudas con el banco- y tenía intereses en la Zona Franca de Matanzas, la maderera Nipe y la inmobiliaria Norka.

Varios cargos y un hijo catedrático, crítico con el comunismo

El cargo de director de la Banca Núñez catapultó la proyección de Daniel Rivas Regueira. Y fue nombrado presidente de la Cámara de Comercio, Industria y Agricultura de Camagüey, tesorero de la firma de neumáticos americana Continental Touring and Commercial Co. y delegado de la Comisión Nacional de Turismo.

A esos cargos, unió otros de tipo honorífico y social como directivo de El Liceo, del Club Rotario, de la Colonia Española y de los Caballeros de Colón, una entidad religiosa, fundada en Estados Unidos, que funcionaba como grupo de presión y sociedad benéfica fraternal para apoyar a sus miembros y sus familias. Al margen de esas actividades, Daniel Rivas era un gran especialista en compra y venta de ganado como intermediario y tenía cabaña propia.

De su matrimonio con la cubana Amparo Rodríguez Ramos ?con la que se casó en 1921- tuvo un hijo, Daniel José Rivas Rodríguez, que fue catedrático del Instituto de 2ª Enseñanza de Camagüey, locutor y director de noticias de Radio Cadena Agramonte. Se hizo famoso por su obra Un estudio crítico del comunismo, una acerbada crítica y una dura acusación contra la teoría y la práctica de la doctrina marxista centrada, sobre todo, en la guerra civil española. Cuando llegó Fidel Castro al poder, fue encarcelado durante un tiempo antes de exiliarse en Miami (Florida).

En Estados Unidos, Daniel José fue profesor de la Universidad de Vilanova, centro privado y católico ubicado en Delaware (Pensilvania) y profesor emérito del Miami-Dade Community College. Se casó con Carmen Mencía Rivas y tuvo dos hijos, Daniel y Anthony. Falleció en Miami el 3 de enero del año 2000.

Los hermanos García Rivas, de Mondoñedo, formaron un negocio familiar y estudiaron a sus hijos

Ricardo y Antonio García Rivas nacieron en Sasdónigas (Mondoñedo) en 1894 y 1902, respectivamente. Eran hijos de Domingo y Antonia. El primero en emigrar fue Ricardo que estuvo en Brasil entre 1912 y 1915. Regresó a su parroquia pero en 1919 volvió a emigrar, esta vez a Cuba. Primero trabajó de mozo de almacén en Casa Crusellas, en La Habana pero en 1920 se trasladó a Cárdenas. En esta ciudad se ocupó como dependiente y encargado de camiones en Garriga y Cía y en un tostadero de café. Entonces llamó a su hermano Antonio que arribó a Cuba en 1920 para trabajar como mozo de almacén en la misma empresa según recuerda Monge Muley en su relación de los españoles en la isla. Cinco años después era dependiente y se había formado como mecánico. Los dos hermanos desarrollaron vidas paralelas. Se casaron con dos hermanas el mismo año, en 1925: Ricardo con Josefa García, de Pontevedra, y Antonio con su hermana Flora. Su actividad en la empresa resultó del agrado de los propietarios que, en 1933, les dio participación en la sociedad, tras nacionalizarse cubanos: Ricardo en 1926 y Antonio en 1933. Su posición social fue consolidándose, ambos fueron socios del Casino Español y el mayor presidió Hijas de Galicia en Cárdenas. En los años 40, se independizaron y formaron sociedad para explotar un almacén de víveres al por mayor, con productos importados de España y Estados Unidos, y un molino arrocero de su propiedad. Ricardo no tuvo hijos pero Antonio tenía gran orgullo en que su hijo Ricardo fuese bachiller y su hija Emilia Marta, maestra de escuela.

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