De Venezuela a la Ribeira Sacra para montar una distribuidora de vinos gallegos que llegan hasta Miami

Uxía Carrera Fernández
UXÍA CARRERA OURENSE / LA VOZ

VENEZUELA

Susana frente a la casa familiar a la que regresó en Armariz, en Nogueira de Ramuín
Susana frente a la casa familiar a la que regresó en Armariz, en Nogueira de Ramuín ALEJANDRO CAMBA

Susana Carballo regresó a la casa de sus padres emigrados en Nogueira de Ramuín y descubrió la riqueza vinícola de Ourense

06 ago 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Susana Carballo ha seguido el camino inverso a sus padres. Ellos nacieron en Armariz, en Nogueira de Ramuín, y emigraron a Venezuela por una vida mejor. Varias décadas después, Susana salió desde Caracas para recuperar la vivienda familiar de Ourense. También huyendo de su gobierno y en busca de calidad de vida. Y la encontró. La riqueza que descubrió en la Ribeira Sacra la llevó a aprovechar sus lazos con el otro continente y crear una distribuidora de vino gallego hasta Miami o Nueva York. 

Cuando Susana llegó a Nogueira de Ramuín todavía tenía que explicar la historia de su país. «El éxodo en Venezuela fue progresivo, en los últimos siete u ocho años emigró muchísima más gente, ya estamos en todos lados», argumenta. Trabajaba en medios de comunicación, un sector significativo para el régimen chavista, por lo que empezó a tener dificultades para ejercer. «Pensé que aquí estaban las casas de mi familia y siempre me había identificado mucho con esto», confiesa. Aunque sus padres se fueron y siguen viviendo en Caracas, la familia volvía los veranos a Ourense.

Carballo cuenta que la mayoría de sus amigos salieron del país con la idea de instalarse en Barcelona o Madrid, también ella como comunicadora, pero consiguió trabajo en Ourense al llegar y no dudó en recuperar la casa de sus antepasados. Fue una sorpresa que a unos padres emigrados les costó entender: «Pero yo les decía: si voy a mi sitio, a casa». El cambio fue «radical» y al principio le supuso un shock. Recuerda que cuando llegó era invierno —«¡no sabía vestirme!»— y que lo primero que hizo fue comprarse un coche de segunda mano porque es imprescindible para vivir en la aldea. Le gustó estar a los pies de la naturaleza, aunque la tranquilidad a veces agobie. Advierte que es «bonito, pero no bucólico».

Para asentarse y no dar vuelva atrás fue esencial la mejora de servicios, sobre todo la fibra óptica. «Pudiendo trabajar en remoto cambió todo», asegura. La venezolana cuenta que hay más vecinos como ella, gente que con raíces o sin ellas deja sus países planteándose una vida de mejor calidad o una jubilación en las mejores condiciones. «Definitivamente ha sido una buena decisión», apunta. Además, sin darse cuenta, se mudó a una zona excepcionalmente rica como es la Ribeira Sacra, que condicionó su trabajo y la vida de los concellos por los que se extiende. Susana recuerda el Mosteiro de Santo Estevo aún en ruinas o cuando los miradores al Cañón del Sil eran solo admirados por los vecinos. Sin embargo, el patrimonio de la zona fue brindando oportunidades. Como a ella misma.

Taste Galicia

Trabajando en comunicación en Ourense pudo conocer numerosas bodegas y productores de la provincia: «Conocí la Ribeira Sacra de otra manera y así empezó la idea de Taste Galicia». Se trata de una distribuidora de vinos gallegos que los envía a Estados Unidos, principalmente a Miami, Nueva York o Washington. Susana tenía vínculos con personas de hostelería y pensó: «¿Por qué no ofrecer productos de Galicia?». Ella, que se considera tan gallega como venezolana, sabía que había buen vino pero al mudarse y vivirlo a diario fue consciente de su potencial. Su primera acción fue un evento en Washington al que llevaron godello de la Ribeira Sacra y de Valdeorras. Primero tuvo que explicar qué era ese vino pero, una vez que lo probaron, empezaron a subir los pedidos de cajas y palés de botellas ourensanas. 

Susana quería dar salida a la producción de las bodegas pequeñas, de autor, que entonces, hace unos diez años, llevaban solo tres o cuatro cosechas: «Hay proyectos sublimes». Los bodegueros no tenían ni redes sociales ni página web así que, de manera orgánica, la venezolana les fue construyendo una imagen amparada en la Ribeira Sacra para estar conectados con Estados Unidos. Llegó así a clubs de vino de Nueva York o Miami que acabaron visitando la provincia ourensana. «Vienen y se quedan cuatro o cinco días para conocer de primera mano las bodegas», cuenta. Los concellos bañados por el Sil dispararon las visitas en los últimos años, especialmente, como destaca Susana, de grupos que vienen a hacer enoturismo. Se trata además de un tipo de turismo «respetuoso», ya que valora el paisaje y los pequeños negocios. En la Ribeira Sacra no tienen cabida las grandes cadenas hoteleras: «Creo que se está haciendo un buen trabajo». Buscan tranquilidad, patrimonio románico y buen producto, por eso las bodegas se han ido transformando para estar al nivel del interés de la gente. 

Es un momento importante para los vinos de Ourense, tanto de la Ribeira Sacra, como Valdeorras, Ribeiro o Monterrei y se nota su «gran tirón» en todo el mundo. Sobre todo del godello o el albariño. Susana Gallego no tiene duda en apostar por ellos, aunque también diversifica con proyectos de «artesanos del vino» de bodegas del resto de España. También está segura de haber escogido bien al mudarse a Armariz y orgullosa de ser la gallega de Venezuela y la venezolana de Galicia.