Villancicos con gaita contra la morriña

Pedro García Otero CARACAS

VENEZUELA

Los grupos folclóricos gallegos viven un renacer entre los emigrantes

05 ene 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

El sonido de las muiñeiras, las gaitas y los tambores se sobrepuso al tráfico del centro de Caracas el 24 y el 31 de diciembre, cuando los jóvenes del grupo de gaitas Xuntanzas Fillos de Ourense recorrieron La Candelaria, el tradicional barrio gallego de la convulsa capital venezolana, tocando sus muiñeiras, en una tradición que se repite cada diciembre y en la que, en estos tiempos, participan como músicos más jóvenes de origen no gallego que descendientes de inmigrantes: de los 15 miembros de la banda, solo seis tienen origen gallego.

El grupo, que se creó en 1997, es uno de los diversos colectivos que desde la Hermandad Gallega de Venezuela promueven el folclore gallego, y tuvo un hiato entre el 2011 y el 2013 porque «se quedó sin chavales», señala José Benito Pérez, un ourensano que es el secretario general de la asociación Fillos de Ourense, que agrupa a unos 1.100 miembros -llegaron a ser 1.900, ahora menguados por el fallecimiento de algunos y la vuelta a Galicia de otros- y que, aparte de la Xuntanza, sostiene diversas obras benéficas para los nativos de Ourense emigrados a Venezuela.

Higinio Alonso, uno de los propietarios del restaurante La Cita (uno de los más emblemáticos de comida española de Caracas), señala que la iniciativa de llevarle las gaitas a sus comensales y a La Candelaria en general busca «que la gente conozca nuestra música más, si cabe».

«La gaita gallega tiene algo que atrae a los venezolanos. Es una música que llama», señala Pérez, quien recuerda que hace apenas un mes, en noviembre, la Xuntanza fue a Maracaibo, a participar en el Día de la Virgen de Chiquinquirá, la patrona de la segunda ciudad más importante de Venezuela (también patrona de Colombia) y una de las fiestas religiosas más representativas del país.

«Nos preguntaron qué íbamos a tocar y dijimos que gaitas gallegas; la gente ya estaba abandonando la basílica y cuando nos oyeron volvieron y se quedaron hasta el final. Nos aplaudieron a rabiar», señala Pérez. Decir «gaita» en Maracaibo, y en toda Venezuela, no tiene nada que ver con Galicia, sino con un ritmo, rico en tambores, que es tradicional de la Navidad venezolana y que se genera, justamente, en esa ciudad, capital del estado Zulia.

Así que la curiosidad fue sucedida por el aplauso ante la novedad de escuchar una música que se toca con gaitas, como señala Marcos Fajardo, de 23 años, uno de los jóvenes que, sin tener origen gallego, participa de Xuntanzas.

Marcos, que es socio de la Hermandad Gallega (como los 15 jóvenes que forman parte de la agrupación), tiene un blog que se llama Gaitero pero no zuliano. «Yo conocí este mundo a través de mi hermana, que pertenecía, paradójicamente, a un grupo de danzas venezolanas. La invitaron a un festival de bailes tradicionales que organizaba Semente Nova, uno de los tres grupos de danza de la Hermandad Gallega».

Reinventarse

«Ellos hicieron un despliegue magnífico de danza y de música. A través de ese espectáculo fue cuando decidí ingresar en Xuntanzas. Como ya sabía tocar la flauta, y la gaita tiene la misma digitación, a través de Kenya Vázquez (directora de Xuntanzas, también de origen gallego) fui aprendiendo a tocarla. Ya llevo cinco años con el grupo», señala el joven, que también forma parte de la percusión.

Ahora, el objetivo de Xuntanzas, como el de los restantes grupos folclóricos de la Hermandad Gallega, señala Pérez, es reinventarse en medio de la emigración masiva de sus jóvenes. «Es muy difícil, porque el país está en crisis», indica el secretario de Fillos de Ourense. Y cada vez es también más complicada la promoción de la cultura en un país en el que los recursos a duras penas alcanzan para comer.

Pero la comunidad gallega en Venezuela sigue mostrando su arraigo en el país, así como la expansión de sus tradiciones, incluso entre gente como Marcos, que «por ahora» no tiene planes de irse y «no dudaría» en enseñarle folclore a sus hijos cuando los tenga. «Soy un gallego de corazón», afirma.