Emigrantes en Suiza de varios cantones y procedencias se alían para «curar a morriña»

Santiago Garrido Rial
s. g. rial CARBALLO / LA VOZ

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x. abelenda

Los encuentros serán itinerantes todo el país

20 dic 2023 . Actualizado a las 12:52 h.

Que los emigrantes gallegos en Suiza se reúnan para charlar, tomar algo, comer o practicar actividades es tan viejo como la propia emigración de Galicia, ya desde el arranque de los años 60. Los centros gallegos han servido para eso y mucho más, pero obviamente (con excelentes excepciones) ya no son lo que eran o han desaparecido. La gente es otra, las necesidades y los medios también. Eso no quita que no sea necesario verse, que es algo que se sigue haciendo en los centros que resisten, en los que la parte gastronómica ya es la que tiene más peso.

Y a veces surgen iniciativas llamativas, como la que acaba de nacer, este fin de semana, en Tavannes, un pequeño municipio del cantón de Berna, en su zona jurasiana. Fue en el Centro Galego, de cuyo bar se encargan dos emigrantes de Redonda (Corcubión), padre e hijo, que combinan esta faceta aglutinadora con su trabajo en la construcción.

X. ABELENDA

En su local se juntaron emigrantes de numerosas localidades gallegas: de Santa Comba a Xinzo, de Coristanco a Boiro, de Vimianzo a Rianxo. De tres provincias, porque solo faltaban representantes de Lugo. Orígenes variados, pero también sus estancias, igualmente residentes por todo el país: Ginebra, Zúrich, Vaud, Valais... La elección de Tavannes a la hora de celebrar este primer encuentro (entre amigos comunes que se encargaban de llevar a otros amigos) fue para buscar un punto más o menos próximo a la mayoría. Hubo comida, algo inevitable, y mucha música, canciones tradicionales, versiones de Batallán, canciones con letra de Rosalía. Un poco de todo.

Ese encuentro que nace casi por casualidad lo hace también con ánimo de expandirse, en participantes y en localizaciones. Poco a poco se irán escogiendo lugares en los que verse y «curar a morriña», como explica Emilio Neira, profesor rianxeiro asentado en el cantón de Vaud. Él propone además que en cada nuevo encuentro haya visitas y rutas guiadas para que, además de conocerse los participantes, sepan más del país en el que viven: «O importante é non sentirnos nós, comer, botar unhas cancións, contar uns contos. Hoxe hai cada vez máis individualismo, pérdese o lado humano, e queremos loitar contra iso».

Xosé Abelenda, xalleiro y coristanqués, señala que estas reuniones quieren ser un punto de encuentro «da fraternidade galega», con gente de todo tipo de ideología o condición. «Onte xa vimos que somos xente moi variada, dun empresario a un sindicalista, ou dun enxeñeiro a un traballador da construción, por exemplo», añade.

Ana Mourelle Suárez es de Vilar de Couso, en Coristanco, y también participó en el encuentro. «Foi precioso, é unha idea espectacular e hai que seguir con ela», explica. Lleva 25 años en Suiza, en Biel. Dice que le gustó todo: participantes de tantas procedencias, la música de la gaita, la pandereta y la guitarra, las canciones...

Otro de los participantes fue Pablo Diego Dios, de Pontevedra, sociólogo y graduado en Relaciones Internacionales, que lleva unos dos años en Zúrich y que, junto a otros compañeros, desarrolla una gran actividad de promoción de la cultura en O Ferrado. «Foi unha sorpresa absoluta, e un acto moi fermoso. Creo que saímos todos co corazón contento», señala. Coincide en muchos argumentos con sus compañeros: el hecho de no conocerse entre ellos, ser de lugares muy diferentes, tanto en Galicia como en Suiza, y a pesar de eso, la buena conexión por la coincidencia en la defensa de la lengua y la cultura de Galicia en general. De la parte de la música tiene él mucha culpa, ya que fue el gaiteiro. Cree que esta Xuntanza de Nadal tendrá continuidad, y de esta semilla puede nacer una red más de contactos de Galicia en Suiza.

Los premios Rebulir reconocen la contribución de la diáspora   

La ya muy veterana emigración de Galicia en Suiza, que camina hacia los 65 años desde los pioneros en la zona de Ginebra, acaba de ser reconocido con el Premio Rebulir de este año. Fue entregado el sábado por el secretario xeral de Emigración, Antonio Rodríguez Miranda, quien destacó «a significativa contribución da comunidade galega en Suíza» en estos seis decenios. En nombre de ese colectivo, recogieron el premio un hombre y una mujer de Ramirás (Ourense) que estuvieron más de 40 años emigrados. Los Rebulir están organizados precisamente en Ramirás por la entidad del mismo nombre, y otros han recaído en Mercedes Peón, Xabier Díaz, Guadi Galego, Kepa Junquera o Leilía.