La misión gallega del CERN

SUIZA

Mila Méndez

Los científicos afirman estar en el mejor lugar del mundo para trabajar, pero no ocultan la morriña

04 abr 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Abrió sus puertas en 1954 para convertirse en un símbolo de la ciencia universal. La que no entiende de fronteras ni nacionalidades. En el corazón de Europa, a caballo entre Suiza y Francia, se extiende el CERN, el mayor laboratorio de física de partículas del mundo. La Organización Europea para la Investigación Nuclear, su nombre oficial, recibe al visitante con su icónico Globo de la Ciencia, aunque lo más interesante de los edificios construidos a lo largo de calles como la Albert Einstein está en su subsuelo: un tubo de 28 kilómetros de circunferencia. Es el LHC, el Gran Colisionador de Hadrones. El que confirmó la existencia del bosón de Higgs e investiga los orígenes de la materia.

«Es uno de los destinos más visitados de la ciudad», resalta Sophie Tesauri. De padre valenciano, es la guía que conduce hasta los distintos laboratorios donde trabajan los gallegos. Cruzamos tres veces la frontera. «Somos un centro internacional, no dependemos ni de Francia ni de Suiza», apunta. En una pared un mapamundi está lleno de flechas que señalan diferentes países. «Morriña» pone la que apunta a Galicia. «No hay estadísticas regionales, pero seremos cerca de 40 gallegos entre plantilla e investigadores», calcula Mar Capeáns (Santiago, 1967). La doctora en Física por la USC llega con puntualidad suiza a la cita por un pasillo en el que se cruza con genios. John Ellis, vestido con una de sus singulares camisetas, la adelanta de camino a la cafetería.

Mar Capeáns dirige el departamento de Tecnología
Mar Capeáns dirige el departamento de Tecnología Mila Méndez

Oportunidad única

Capeáns es una de las españolas más veteranas del CERN, con 2.400 fijos en plantilla de sus 10.000 usuarios totales. España, país miembro desde 1983, aporta 801 trabajadores, solo 157 son personal estable. «Puede haber hasta 100 nacionalidades aquí», cuenta Mar. En un ambiente así «es complicado sentirse una extranjera». Lleva 26 años en Ginebra. Lidera el grupo de planificación y proyectos del departamento de Tecnología. «En mi caso fue una elección, no una imposición. No estamos aquí por motivos económicos, sino por intereses profesionales», confiesa. «Mi decisión de quedar se fue construyendo en el tiempo».

¿Es factible volver a Galicia? «Para un físico de partículas puede haber posibilidades, aunque es cierto que las oportunidades de retorno se reducen a medida que pasa el tiempo. Sí que hay un momento ahí en el que uno es emigrante», dice.

Un destino difícil de mejorar

En una infraestructura dirigida por una mujer, la italiana Fabiola Gianotti, otra gallega ocupa un puesto de mando. Ella es Eva Dafonte, ourensana, de la aldea de Souto Sanín. Esta ingeniera informática llegó en el 2004 y es la subdirectora del Servicio de Bases de Datos del CERN, del que dependen desde los sistemas de control de los aceleradores a los experimentos del LHC.

Su diagnóstico es parecido al de Capeáns. «Al principio es una oportunidad increíble. Pero cuando quieres buscar trabajo en casa no lo encuentras. Lo intenté, pero no se pueden comparar las condiciones». Se refiere a salarios, estabilidad y conciliación. Conoció a su marido, de Castellón, en el laboratorio: «Celebramos los Reyes cada 6 de enero». Culturalmente, dice, es difícil sentirse como una suiza, «siempre seremos extranjeros», pero su hogar está ahora allí: «Es donde están mis hijas».

Eva Dafonte es la subdirectora del Servicio de Bases de Datos
Eva Dafonte es la subdirectora del Servicio de Bases de Datos Mila Méndez

Los mellizos del acelerador

Dos hermanos de Pontevedra trabajan juntos en el pabellón donde se diseñan y prueban los imanes superconductores vitales para el funcionamiento del LHC, al que en el 2021 se conectará el Linac 4, el nuevo acelerador de partículas lineal. «Isto foi un soño», admite José Ferradás, de 28 años. Ingeniero de Minas por la UVigo, es su tercer año aquí. Lo compagina con el doctorado en la Universidad de Ginebra. «A maioría dos da miña promoción estamos fóra. Para o país non é bo perder ese talento, para nós é unha oportunidade», admite. Desde hace unos meses se ha unido a él su mellizo, Salvador, ingeniero industrial por el mismo campus: «Estou cunha bolsa. Quedar non é fácil. Un dos obxectivos da institución é o de formar a científicos. Agora só penso en aprender todo o que poida».

Comparten jefe, el gallego Juan Carlos Pérez (Camposancos, 1962). Hijo de emigrantes, el ingeniero electromecánico lleva dos décadas en el CERN donde, sí, también trabaja su hermano, el ingeniero Francisco Pérez.

Reuniones con acento

«Celebramos la primera reunión del taller en nuestra lengua», presume Juan Carlos, que desliza irónico y sin perder la sonrisa: «Si quieres ser gallego tienes que salir fuera para saber lo que es la morriña». Por su departamento pasan muchos investigadores españoles: «Es muy difícil entrar. Vienen para dos, tres años. No conozco a ninguno al que se le ofreciera un contrato que lo haya rechazado». En otro de los laboratorios está Alén Arias, de O Barco. Estudió Telecomunicaciones en la UVigo. «Non fago máis que mellorar cada día que paso aquí», destaca. Diseña sistemas electrónicos digitales. Como dice Juan Carlos: «Este lugar es único, no hay nada igual ni en España ni en el mundo».

Alén Arias en el Centro de Control
Alén Arias en el Centro de Control Mila Méndez