La primera joya de Abegondo que acabó gozando entre elefantes

Antón Lestón Lago
Antón Lestón REDACCIÓN/ LA VOZ

RETORNADOS

MIGUEL MIRAMONTES

David Rochela se retiró a los 33 años este verano tras un decenio en el fútbol tailandés

07 sep 2023 . Actualizado a las 10:40 h.

Hay quien argumenta el éxito de su trayectoria en base a trofeos o la cercanía a ellos, quien lo hace a través del espacio generado en la memoria de los fans, o quien lo examina, simplemente, desde la perspectiva del disfrute. Y ahí, seguro que pocos se lo han gozado más que David Rochela (As Pontes, 1990), que a sus 33 años ha decidido poner punto y final a una carrera a la que los focos le prestaron atención desde que se proclamó campeón de Europa con la España sub 17 que compartía con David De Gea, Nacho, Camacho, Falqué o Bojan Krkic. Por aquel entonces este pontés ya era considerado como el primer gran proyecto de Abegondo, en donde el Dépor había puesto a funcionar a su materia prima cuatro años antes.

Un estatus que le acompañó en su crecimiento hasta llegar al fútbol profesional y debutar con el primer equipo en un partido de Copa del Rey en el Ramón Sánchez Pizjuán (2010). Pero ni aquel conjunto ni los venideros apostaron por él, así que sin más vueltas que darle, en el 2013, decidió marcharse: «Cuando tomo una decisión es porque realmente considero que es la mejor en ese momento. Soy un tío que tira para adelante y no tengo ningún arrepentimiento», admite un Rochela que, sorprendentemente, optó por marcharse al fútbol tailandés con 23 años. «La gente veía muy arriesgado que me fuese tan pronto, pero gracias a eso pude vivir muchas experiencias que no las cambiaría por nada», sigue.

MANUEL MARRAS

Allí jugó primero en el Buriram, con el que ganó la liga y dos supercopas, para terminar siendo toda una institución en el Port, con el que ganó la Copa, regresó a la élite y lo ayudó a consolidarse como uno de los mejores conjuntos del país. El calor y la humedad le impactaron desde que pisó el aeropuerto de Bangkok, pero los problemas pronto tomaron un papel secundario por lo bien que lo trató el país asiático. «Descendimos con el Port contra mi exequipo, salí del estadio con cara de pocos amigos y los aficionados me instaban a que sonriese, que para el siguiente año lo intentaríamos hacer mejor todos juntos», cuenta. Aquello le chocó, pero le introdujo de pleno en la cultura tailandesa: «No necesitan prácticamente nada para ser felices. Pueden tener el problema más grande del mundo que siempre se lo toman con una filosofía tranquilizadora».

El modo de vida y su papel en el fútbol local fueron las grandes razones que convirtieron aquel inesperado viaje en su más preciada aventura. Tanta influencia adquirió durante sus diez años allí que se convirtió en una especie de consultor para jóvenes que apostaban por seguir sus huellas o para simples turistas que querían recomendaciones. «La diferencia futbolística entre el día que llegué a ahora es brutal y si yo pude aportar un mínimo ya es algo de lo que estoy orgulloso», recalca. No obstante, para pasar un decenio allí, también debía gozar mucho de la vida fuera del terreno de juego, y así lo confirma, con sus peculiaridades: «A las dos semanas de estar allí, adelanté a una moto y llevaba un mono suelto detrás. Otro día podía estar tomando algo en una terraza y pasar un elefante».

Vuelta a casa

Pese a su gran experiencia, este año decidió ponerle fin y volver a casa. «Tenía ganas ya de darle tiempo a los míos», dice un Rochela convencido de que quiere apartarse del fútbol, sea cual sea la oferta. Lo que le apetece ahora es poder aprovechar de los, hasta ahora, muy ocupados fines de semana. Lo hace entre Perbes, As Pontes y A Coruña mientras espera retomar sus estudios en el grado de Psicología, que empezó hace doce años. Un campo en el que seguro que aplica con contundencia los valores adquiridos en Tailanda, donde muchos veían un talento desperdiciado y él gozaba entre elefantes.

David Rochela, en Tailandia
David Rochela, en Tailandia PROPIAS

«De Abegondo sigo oyendo lo mismo que escuchaba en el 2003»

Su gratitud con lo vivido en el sureste asiático no oculta que su primer deseo fuese triunfar en el Dépor. Y aunque él acude repetitivamente al «no se dio y ya está», lo cierto es que su caso es significativo a la hora de explicar el escaso rendimiento que el primer equipo ha sacado a su cantera desde la inauguración de Abegondo en el 2003. Rochela apenas jugó once partidos de Copa del Rey y 21 de liga entre 2010 y 2013. Cifras muy escasas para el que se decía que era el mayor talento joven de la casa y que se tuvo que marchar cedido al Racing y Hapoel Tel Aviv en busca de minutos. Pero él, a los comentarios externos nunca le ha hecho mucho caso: «Sigo oyendo lo mismo sobre la cantera que oía hace veinte años», señala.

MANUEL MARRAS

«Se está vendiendo una cosa que no es real. Tanto desde una parte como desde la otra. Sigue sin haber una apuesta clara por la gente de la casa, pero el gran problema está con los agentes, que yo siempre digo que son un mal necesario. Recuerdo los entrenamientos con la selección en cadetes y juveniles. Aquello era un mercado y nosotros éramos los productos. Estaba lleno de agentes que se ofrecían a llevarte. Y, si das con uno bueno, al que le importes de verdad, bien, pero sino... O tienes un grupo familiar estable y fuerte, o es muy fácil perderse por el camino», afirma un central que también jugó mucho de mediocentro.

Sobre el Dépor actual prefiere no hablar mucho, porque la diferencia horaria con Tailandia le ha impedido seguirlo como le gustaría, aunque sí admite estar atento a los resultados.

Ahora desde más cerca sí podrá acompañar a los blanquiazules en un estadio de Riazor que pisó mucho menos de lo que la mayoría se imaginaba y en el que se estrenó en el 2010: «Todo parece que fue ayer, el europeo, el mundial sub 17, el debut, la llegada a Tailandia... Y ya se ha acabado».