«Vine a Santiago para conocer a mi padre y me quedé porque aquí se vive y se come bien»

RETORNADOS

XOAN A. SOLER

Daniel Villar Espinosa nació en México, cruzó la frontera junto a su madre, logró la nacionalidad norteamericana y ahora es profesor de inglés

21 mar 2023 . Actualizado a las 16:50 h.

La vida de Daniel Villar Espinosa serviría de inspiración para el guion de una película de las duras condiciones de las personas que cruzan la frontera entre México y California (EE.UU.) en busca de una mejor vida. Cuando tenía un año cruzó la frontera con su madre. Años después conseguía la nacionalidad norteamericana y, con esfuerzo, el doble grado en Historia y Filosofía en la Universidad de California.

Tras años sin contacto con su padre, lo localizó cumplidos los 20, y con 25 años viajó a Santiago para asistir a su boda. Vino para conocer a su padre, y ya se quedó: «Me gusta la forma de vida de aquí. Es tranquila, nada que ver con la locura de vivir en Estados Unidos, que es una vida caótica. Aquí se come bien y se vive mejor», explica Daniel. «Santiago aporta lo bueno de la ciudad y del pueblo», añade. Reconoce que cuando visita a sus amigos en California, «me doy cuenta de que mi decisión fue acertada. Tenía 25 años y cualquier error que se cometa con esta edad no es tan grande como para no tener tiempo para arreglarlo».

Durante el primer año trabajó en la academia de su padre, pero «me di cuenta de que podía ponerme por mi cuenta. Tenía que intentarlo, y salió bien». Actualmente imparte clases de inglés a unos 40 alumnos, «son unas 30 horas a la semana, y en las que lo primordial es hablar, da igual si se comenten errores». Daniel considera que la forma en que se enseñan idiomas aquí «no es correcta; los alumnos llegan con buen nivel de gramática y de lectura, pero un nivel regular de entendimiento, y hablan muy poco». En su opinión, tiene que ver «con la idea de que cometer un error está estigmatizado. Yo hablo en español, y cometo errores, pero me entienden. Es lo importante». Sus clases son particulares «todo es legal, estoy dado de alta, y pago impuestos». Es por la educación norteamericana. Recuerda que a Al Capone lo pillaron por los impuestos, y «estoy convencido de que hay que contribuir para recibir».

Tras siete años en Santiago «cada vez me siento más de aquí. Mi novia es de Lugo, y entiendo el gallego, pronto lo hablaré. Estoy encantado, porque Santiago tiene una gran riqueza cultural, no solo por el idioma propio. A mis alumnos siempre les digo que no es necesario traducir al inglés todo, hay giros, palabras que deben conservarse en el idioma. A quién se le ocurriría traducir Camino, se quedaría fuera todo su significado».