Judith Lucachesky, presidenta de Manos Unidas de Santiago: «Tengo tanta fe que creo en la utopía de que el mundo puede ser mejor»

Irene martín SANTIAGO / LA VOZ

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Judith Lucachesky dirige la delegación de Manos Unidas en Santiago
Judith Lucachesky dirige la delegación de Manos Unidas en Santiago XOAN A. SOLER

Tres coros y Troyanos de Compostela estarán en el concierto solidario del 30 de abril

11 abr 2022 . Actualizado a las 22:58 h.

De bisabuelos gallegos por parte de madre y ucranianos por parte de padre, Judith Lucachesky (Buenos Aires, 1967) se vino a Galicia con la familia hace veinte años, cuando el famoso corralito argentino que desencadenó una grave crisis en el país. Hoy es la presidenta de Manos Unidas en Santiago, una vicaría formada por quinientas parroquias. «Nuestra labor es sensibilizar a la gente sobre las necesidades del mundo y desarrollar proyectos en el exterior al servicio de la promoción de las personas. No es una tarea asistencial como la

de Cáritas, a excepción de proyectos de emergencia como la invasión de Putin», según explica Lucachesky, que nunca estuvo en Ucrania, aunque el conflicto le duele «más, porque la sangre tira», advierte.

«Soy hija de judío y católica, con mucho orgullo, pero soy muy cristiana. Tengo mucha fe, tanta que creo en la utopía de que el mundo puede ser mejor, cambiando nuestros hábitos de consumo, cuidando al vecino y respetando la naturaleza. Estamos a tiempo, porque no todo está en manos de los hombres. Ahora bien, el ser humano tiene que cambiar, y abrazar valores como el amor, la esperanza y la fraternidad, tal como dice el papa Francisco. Tenemos que ir a una cultura del encuentro y no del descarte», indica.

A la pregunta de si, por su experiencia, la gente es solidaria, responde que Galicia se conmueve ante realidades duras por su propia historia. «Pero también necesitamos —añade— pruebas de que nuestro dinero llega al destino correcto. También es fundamental trabajar en la educación para el desarrollo para concienciar a la gente».

La campaña de este año de la delegación de Santiago de Manos Unidas —«donde ningún dolor humano nos es indiferente», indica— se fundamenta en dos proyectos de desarrollo comunitario en Bolivia y Brasil, presupuestados en 69.270 y 62.483 euros, respectivamente. El primero está dirigido a la formación de equipos de mujeres para la gestión del agua, que beneficiará directamente a 60 personas e indirectamente a 1.853.

«Todos tenemos una responsabilidad con los pobres y mucho más en este mundo globalizado, porque aumentan las diferencias y las brechas sociales. Solo en Etiopía padecen hambre nueve millones de personas», según alerta la titular de la oenegé de la Iglesia católica. «Mi vida no sería completa sin mi trabajo en Manos Unidas. Aquí encontré un modo eficiente de ayudar al prójimo. Es parte del sentido de mi vida», concluye Judith Lucachesky.

Desde el año pasado, Judith se ha incorporado a la Comisión Permanente de Manos Unidas, que posee 72 delegaciones en España. «Estoy feliz, porque hay mucha unión; y, además, estoy aprendiendo tanto sobre el mecanismo de aprobación de proyectos», destaca con ilusión.

A favor de Manos Unidas se celebrará el sábado 30 de abril un concierto aplazado en el que participan el Coro Feminino San Simón (Cacheiras, Teo), Grupo Vocal e Instrumental Atlántico de Noia, el Coro Cardenal Quiroga y Troyanos de Compostela. La cita es en la iglesia de San Domingos de Bonaval con entrada libre hasta completar aforo. En la iglesia que acoge el Panteón de Galegos Ilustres sonarán piezas del padre Feijoo, Rosendo Mato Hermida, Víctor Jara, Javier Busto, José Castro «Chané» y Crisanto Sanmartín, entre otros compositores, además del Ave Verum Corpus de Mozart. El cartel promete.