La auxiliar de enfermería de Viveiro que se reconvirtió en pizzera en Italia

Lucía Rey
lucía rey VIVEIRO / LA VOZ

RETORNADOS

PEPA LOSADA

La Toscana, el negocio creado por Inmaculada Vera Losada en la Praza Maior, cumple cinco años ofreciendo recetas artesanas «que dan buenas digestiones»

15 jun 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

En la Praza Maior de Viveiro funciona desde hace justo cinco años un negocio hostelero que desprende aroma a Italia. Deliciosas pizzas artesanas en porciones, rollitos de verdura, jamón o salchicha, lasañas de atún o boloñesa, pasteles de dulce de leche, o tartas de almendra y de Nutella, son algunas de las elaboraciones que a diario prepara con esmero Inmaculada Vera Losada, viveirense de 42 años que decidió reconvertirse en pizzera tras vivir en Florencia, donde trabajó cinco años como auxiliar de enfermería tras haber completado el ciclo en el IES Monte Castelo de Burela. «Al salir fuera conoces gente, una cosa te lleva a la otra y el haber vivido en Italia te abre la mentalidad», comenta la propietaria de la pizzería La Toscana.

Por su local pasan cada día «desde chavales que compran un trocito de pizza para la merienda a gente mayor que a veces lleva una porción para cenar». Al fin y al cabo, como destaca Inma, sus recetas son «sanas y naturales». «Usamos masa de pan hecha en el día, que no da malas digestiones», cuenta la mujer, que señala que la fermentación de las masas es larga, de 24 horas, puesto que llevan poca levadura.

«Tras vivir en Florencia cinco años aposté por traer un cachito de Italia a Viveiro con un concepto nuevo de negocio», afirma la propietaria de La Toscana

De su cosecha son las tartaletas de tortilla, que vende a un euro, y heredada es la receta de la tarta de almendra que le enseñó a cocinar su abuela Flora, la emblemática hostelera que fundó en la playa de Area Casa Flora. «Me llevé un poco la mano de mi abuela de cocinera y siempre me quedó ese gusto por la cocina», sonríe. En breve espera empezar a servir también pasta fresca con salsas elaboradas artesanalmente. Según explica, con el coronavirus ha perdido «los picos de ventas» que había en verano, en Semana Santa, en el mercado renacentista o en el Resurrection Festival. «Cerramos durante los dos meses del primer confinamiento, pero desde entonces lo llevamos bastante bien dadas las circunstancias porque la gente viene, recoge y se va. Y como tenemos alguna mesa, cuando dejan abrir, alguna gente viene y come en el local», cuenta la empresaria, con la que también trabaja el algunas épocas del año su hermana Lucía.

Activar los sentidos

«Tenemos una buena clientela todo el año, incluso durante el invierno, de gente a la que le gusta nuestra masa», añade. Aunque en la carta hay pizzas de atún, de criollo, vegetariana, de salsa pesto, de salchicha, de jamón, de bacon, de champiñones..., Inma confiesa que la que más triunfa es la clásica margarita. «Hago la masa y le pongo una base de tomate y mozarela fresca. Es la estrella», comenta. Además de los productos y las elaboraciones, la decoración de la pizzería también ayuda a transporta al visitante a un lugar tranquilo, donde disfrutar del placer de comer con los cinco sentidos activados. Se trata de un local muy luminoso que Inma ha preparado de manera «muy minimalista, muy sencilla, con tonos claritos» que invitan al sosiego.

«Heredé de mi abuela Flora, que fundó Casa Flora en Area, el gusto por la cocina», destaca Inmaculada Vera

Su horario también está en consonancia con esa filosofía, ya que en verano abre por las tardes de lunes a domingo entre las 18.00 y las 22.00 horas, y por las mañanas de martes a domingo de 11 a 13.45 horas. Redes sociales como Instagram, Facebook o Tik Tok dan prueba de su buen hacer.