Los programas de retorno generan en Galicia un saldo migratorio positivo

Jorge Casanova
jorge casanova REDACCION

RETORNADOS

Galicia empieza a recibir más retornados que personas que se van. En la imagen de archivo, gente paseapor el paseo de la playa de Samil
Galicia empieza a recibir más retornados que personas que se van. En la imagen de archivo, gente paseapor el paseo de la playa de Samil XOAN CARLOS GIL

En el último ejercicio computado, regresaron 13.252 personas más de las que las que se fueron de la comunidad

24 mar 2020 . Actualizado a las 12:25 h.

Es célebre el aforismo que dice que los gallegos no se quejan, emigran. Y al menos la segunda parte del dicho es verdad. Sin embargo, muchas veces no se tiene en cuenta que ese impulso de buscar fortuna en el exterior tiene un reverso: el retorno. Y en los últimos años, la fuerza del regreso es más poderosa que la de la salida. En el 2018, el último año con registros cerrados, Galicia registró más retornos que salidas. Concretamente, 13.252 personas más. Llegaron a Galicia desde otros países o desde otras comunidades autónomas.

En algunas ocasiones, el regreso de estos gallegos estuvo abonado con la concesión de ayudas que la Secretaría Xeral de Emigración distribuye en distintos programas y cuya cuantía ha ido en constante crecimiento. Para este ejercicio del 2020, están destinados 4,5 millones de euros.

El retorno de estos gallegos tiene una gran importancia en el saldo demográfico. De los aproximadamente 42.000 que volvieron a Galicia en los últimos diez años, el 90 % eran menores de 65 años y el 60 % se instalaron en municipios rurales, un pequeño balón de oxígeno para estos concellos que sufren con intensidad la dinámica de despoblación y abandono del medio.

Galicia cuenta con el tercer mejor saldo migratorio entre las comunidades de España, al recibir a más personas de las que se van. Las 13.252 del 2018, prácticamente duplican a las del año anterior. El saldo es especialmente satisfactorio porque, en este caso, más de la mitad de los retornados aún no habían cumplido los 30 años. Su llegada no consiguió que el saldo vegetativo gallego quedara en positivo, pero permitió que se redujera hasta una cifra negativa de 2.703, en lugar de 15.839.

De acuerdo con los datos que maneja la Xunta, una de cada cuatro personas que se instalan en Galicia son retornados. Esa tasa de regreso es la que ha ido forzando a aumentar los presupuestos destinados a nutrir los programas que facilitan los retornos. En una década, estas cantidades se multiplicaron por 22,5.

Un paquete de programas para varios perfiles

La estrategia de retorno que maneja la Secretaría Xeral para la Emigración cuenta con varios programas. Por un lado están las 150 becas de excelencia que captan a jóvenes estudiantes en el extranjero para que amplíen en alguna universidad gallega sus estudios de posgrado. El plazo de solicitud está abierto. También hay becas para estudiar un ciclo superior de FP.

El otro gran paquete son las ayudas a emigrantes emprendedores retornados que benefician a autónomos o socios trabajadores. Priman a mujeres y el establecimiento en el medio rural. Por último, también hay un paquete de ayudas para emigrantes retornados. Son mayores para familias con hijos pequeños.

Gustavo, en la plaza del Obradoiro antes de que comenzara la cuarentena.
Gustavo, en la plaza del Obradoiro antes de que comenzara la cuarentena.

Gustavo González, estudiante de energías renovables que ha regresado de Venezuela: «Mi padre siempre me habló con amor de Galicia. Ahora lo entiendo»

Gustavo está preocupado por el coronavirus, pero en su tono de voz no se nota. Este venezolano de 32 años mantiene el entusiasmo con el que llegó a España el pasado agosto becado por la Secretaría Xeral de Emigración a través de uno de sus programas que pretende atraer el talento de gallegos de primera o segunda generación que residan en el extranjero y quieran mejorar en Galicia sus estudios. A Gustavo le costó llegar a Galicia. Le costó mucho: «Fue durante el apagón. Juntábamos hasta 10 días sin luz». El viaje lo facilitó la Hermandad Galega de Venezuela, que le sirvió de puente para acceder a las ayudas de la Xunta: «Mandaron a una persona desde Caracas hasta mi ciudad (Cumaná) para ayudarme. Fue todo un desafío». Sobre todo por la documentación que tuvo que aportar a través de una conexión a Internet que apenas estaba disponible cuatro horas al día y que se veía frenada por constantes caídas. Pero Gustavo consiguió completar los trámites y recibió la beca que le sacó de allí.

Ahora estudia un máster de Energías Renovables en la USC perfectamente compatible con su licenciatura en Ingeniería Industrial: «Galicia está desarrollada en energía eólica frente a otras comunidades. Pero aún queda mucho. Esto es el futuro». Acabará el máster, si todo va bien, en febrero. Y las empresas ya se han acercado a hablar con los estudiantes, por lo que espera encontrar un buen trabajo con una cierta facilidad. «Yo me voy a quedar aquí y espero traer a mi hermana y a mi padre». Antes de empezar a estudiar, tuvo tiempo de conocer Galicia a través de la familia de su padre, que nació en Rianxo: «Mi padre siempre me habló con amor de Galicia, pero yo nunca había venido. Ahora entiendo mucho mejor lo que mi padre me contaba». La beca de Gustavo, concedida por Emigración es de unos 10.000 euros.

Patricia con su hijo Einar en la vivienda de Oleiros donde viven.
Patricia con su hijo Einar en la vivienda de Oleiros donde viven.

Patricia Fernández, autónoma y retornada de dinamarca: «Mi hijo empieza a hablar gallego y yo vuelvo a estar embarazada»

Se llama Einar, tiene tres años y medio y es, en buena medida, el responsable de que tanto él como su familia estén residiendo en Oleiros y no en Dinamarca que, al fin y al cabo, es la tierra donde nació. Su madre, Patricia, estudió Relaciones Públicas y Publicidad en Pontevedra antes de irse a Lituania a un Erasmus en el que conoció a una serie de amigos daneses que le hicieron interesarse por el país. Tanto que, a su vuelta, decidió aprovechar una beca de la Xunta para ir a estudiar allí el idioma. «Cuando acabó la beca, decidí quedarme allí, porque no tuve problema para encontrar trabajo». Y allí desarrolló su carrera profesional hasta que vino Einar: «Cuando me quedé embarazada pensé en volver porque en Dinamarca la red familiar no es tan activa como aquí».

Así que ella y su pareja empezaron a estudiar un plan de retorno y algún tiempo después de que naciera el pequeño Einar hicieron las maletas y tomaron el camino de vuelta: «Hablamos con nuestras empresas y encontramos fórmulas para trabajar para ellas desde aquí». Cuando llegaron, hace año y medio, ella se hizo autónoma y, al tramitar los papeles, una gestoría le informó de las subvenciones de Emigración a emprendedores retornados para instalarse en Galicia: «Fue una gran ayuda porque nos permitió trasladar lo que teníamos en Dinamarca hasta Oleiros. Tuvimos que traernos toda nuestra vida».

De momento les va bien. «Mi hijo ya habla varios idiomas, también empieza a hablar gallego. Y yo estoy otra vez embarazada». Patricia, que se licenció en traducción en Dinamarca y luego se especializó en servicios de posicionamiento web, madura la posibilidad de abrir su propia empresa, aunque de momento solo es un proyecto. Hay otros más importantes que ya están irrefrenablemente en camino, como el hermano que Einar tendrá pronto; su hermano gallego.