Los perros que van de Ordes a Inglaterra

Olimpio Pelayo Arca Camba
o. p. arca SANTIAGO / LA VOZ

REINO UNIDO

Sandra Alonso

La Asociación Amigos da Canceira facilita adopciones internacionales

16 oct 2021 . Actualizado a las 22:25 h.

La perrera municipal ordense lleva por nombre Segunda Oportunidade. Y la Asociación Amigos da Canceira de Ordes trabaja desde hace seis años en hacer realidad que así sea. Su primer objetivo fue evitar el sacrificio de los canes si no eran reclamados a los 21 días de ingresar. La presidenta, Salomé Regos, se muestra satisfecha por haberlo logrado mucho antes de que la corporación acordase por unanimidad en el último pleno modificar el reglamento de la instalación para adaptarlo a la ley gallega, eliminando la posibilidad de sacrificios.

Pero el trabajo del colectivo consiguió mucho más, centrado en encontrar un hogar idóneo a los perros abandonados que acaban en las instalaciones municipales. Regos cuenta que en el 2020 ingresaron 60 canes «e a finais de ano quedaban seis. Uns traían microchip e foron recuperados polos donos, pero chegamos a unhas 50 adopcións, que son moitas». La difusión que realizan de los animales a través de Facebook e Instagram les hace llegar, junto a peticiones de Ordes y A Coruña, las de otras zonas de España y Europa: «Levaron cans para Madrid, para Mallorca, e esta semana chamaban de Sevilla por un beagle. Tamén facilitamos adopcións internacionais, nese caso sempre a través de asociacións que fan alí as entrevistas preadopción e buscan aos adoptantes». Así que en Inglaterra acaban muchos grifones abandonados que llegan a la perrera del polígono ordense: «Aquí empréganse na caza do xabaril, e alí teñen unha vida doméstica como marqueses, porque son superdóciles», explica Salomé Regos. También Bélgica y Holanda son destinos de beagles y grifones de Ordes, «que en Galicia pasan máis desapercibidos».

La asociación realiza un seguimiento casi a diario, porque los nuevos dueños les remiten habitualmente vídeos y fotos de los perros. Una de las adopciones más mediáticas fue la realizada por Eugenia Martínez de Irujo cuando hace tres años se llevó a Chocolate. Las publicaciones en las que cita al colectivo les permiten aumentar la difusión de los animales en adopción: «Aínda falamos con ela, e uns amigos seus levaron de aquí unha cadeliña hai pouco», cuenta Salomé.

Ver cómo tantos canes encuentran un hogar es una parte gratificante del trabajo del colectivo, que suma cerca de un centenar de socios, pero «voluntarios de poñer o lombo, como eu digo, unhas dez persoas».

Son quienes los sábados por la mañana sacan a pasear a los perros durante unas horas, y observan su comportamiento y forma de interactuar para buscar su mayor bienestar en unas instalaciones municipales con capacidad para un máximo de 20 animales, pero que en la actualidad albergan seis: «E pronto serán só tres, dous de caza que xa levan tempo e non atopan que os acolla, e outro dun carácter especial, con moito medo». Los voluntarios también imparten charlas en centros educativos (el año pasado en colegio Campomaior e institutos de Ponteceso y Zas), que dan ya sus frutos: «Moitas veces os nenos educan aos adultos. Vén moita xente que nos comenta que quería comprar un can, pero o rapaz non lle deixou e lle dixo que fora á canceira por el».

Salomé Regos lamenta que «sexan os animais quen pagan o abandono, cando non teñen culpa. Debería pagar o que os abandona, pero parece que sae gratis». Tampoco entiende que muchos concellos incumplan con su obligación de recoger los perros abandonados, y esa labor quede en manos de voluntarios que se ven desbordados, y llegan a recurrir al colectivo que ella preside. Pero recuerda que colaboran con la perrera, que recoge canes en el término municipal de Ordes: se da aviso a la Policía Local, que envía un lacero a por él.

El problema de los peregrinos que recogen canes durante el camino

Salomé Regos detecta un problema en Ordes que hace extensivo a otras localidades por donde discurren rutas jacobeas: «Cos peregrinos veñen moitos cans. Collen un can ceibo nunha aldea, danlle unhas chuches e siguen con el. E logo acaba en Ordes, porque o deixan antes de chegar a Santiago, e nin sequera saben de onde é». Recuerda el caso de un pequeño mestizo de una aldea ferrolana que acabó tres veces en Segunda Oportunidade, siguiendo a peregrinos: «Nós dicíamos ‘aquí está este outra vez’, e o dono cando lle faltaba, xa nos chamaba». Son los que ella llama «reincidentes». Y en ese grupo coloca también a los donjuanes a los que echan el lazo, literalmente, tras sus aventuras: alguno, identificado por el chip, tuvo que ser rescatado por el dueño más de una y de dos veces.