«Hai que implicarse, axudar, e eu non teño medo»

Santiago Garrido Rial
S. G. Rial REDACCIÓN / LA VOZ

REINO UNIDO

Beatriz Martínez Trillo, en el laboratorio en el que trabaja
Beatriz Martínez Trillo, en el laboratorio en el que trabaja

Beatriz Martínez trabaja en la Facultad de Medicina de la Universidad de Oxford. Se apuntó voluntaria a los ensayos clínicos de la vacuna del coronavirus, aunque finalmente no pasó al tramo final

20 abr 2020 . Actualizado a las 13:05 h.

Beatriz Martínez Trillo, natural de Corcubión, tiene 46 años y lleva ya casi 20 en el Oxford (Reino Unido), adonde llegó desde Canarias. Trabaja en el Departamento de Fisiología, Anatomía y Genética de la histórica e importante Universidad, uno de los muchos que tiene por todo el campus. Desde que llegó ha ido recorriendo varios estamentos sanitarios. Ahora, da soporte a los profesores como asistente de enseñanza en fisiología y neuroanatomía, tanto de Medicina como de Biomedicina. Formada en Anatomía Patológica y en Histopatología, ayuda a los profesores a preparar las clases. El sistema educativo tiene muy en cuenta la valía personal y la experiencia y capacidad a la hora de seleccionar los trabajadores, y Beatriz ya ha pasado por un laboratorio clínico de histopatología, investigación en diabetes, el área técnica de trasplantes, un grupo de estudios de medicamentos contra el cáncer, y ahora le toca dar apoyo a los docentes en las clases prácticas. O más bien, hasta ahora, ya que las aulas se cerraron hace dos semanas, sin clases presenciales, debido al coronavirus. En su laboratorio, el teletrabajo no es posible, ya que depende de la práctica directa en anatomía y neuroanatomía. Como en tantos lugares, la incertidumbre de alumnos y trabajadores es amplia, para ver qué se puede hacer, y sobre todo cuándo. «Está todo un pouco no aire», señala. Al menos, en el día a día no sufre las restricciones del confinamiento español. «Podemos saír á rúa, andar en bicicleta, pero sempre mantendo as distancias. Eu saio, vou polo monte, non vexo a ninguén porque moitos xa quedan na casa, e moitas delas teñen xardín», explica.

Precisamente esta libertad de movimientos podría usarla estos días para ser parte de los ensayos clínicos de la vacuna contra el coronavirus. De una de ellas, al menos, porque hay varias líneas de investigación puntera en todo el mundo y la de su Universidad es una de ellas. Por eso se anotó como voluntaria para participar en las pruebas, en la que solo entran personas que vivan cerca de la zona de investigación, que tengan  una vida saludable y que estén absolutamente sanas. Beatriz lo está, pero los controles son tan rigurosos que en una de las últimas fases fue descartada por un pequeño problema en la piel, un eccema. Lamenta haberse quedado fuera, porque su intención siempre es colaborar en ensayos clínicos: «Interésame moito, e fan falta voluntarios habitualmente. Neste caso sorprendeume a elevada cantidade de xente que se apuntou. Moitos dinme que non o farían nin tolos, pero eu non penso así. Creo que hai que implicarse, axudar, e eu non teño medo. Ten habido outros estudos, como un da diabetes, no que fora difícil conseguir xente».