El «brexit» aviva el odio al diferente

MIGUEL RODRÍGUEZ LONDRES / E. LA VOZ

REINO UNIDO

Las agresiones y amenazas contra inmigrantes y minorías se han duplicado en cinco años

28 ene 2019 . Actualizado a las 18:57 h.

Más allá de la caída de la libra o un escenario económico poco halagüeño, la campaña y consiguiente victoria de los partidarios del brexit ha traído consigo un ambiente más hostil hacia los inmigrantes y minorías que residen en el Reino Unido.

Los crímenes de odio registrados por la policía en Inglaterra y Gales han aumentado un 123% en cinco años, llegando a los 94.098 entre abril del 2017 y marzo del 2018, de acuerdo con los últimos datos del Ministerio de Interior británico. La policía atribuye parte de este incremento a mejoras en la forma de recabar los datos, pero reconoce «alzas significativas» en este tipo de delitos desde el inicio de la campaña del referendo del 2016 y después de los atentados terroristas del 2017 en Manchester y Londres.

 

Tres de cada cuatro delitos de este tipo tienen que ver con incidentes racistas o xenófobos, si bien la religión ha sido el factor que más ha aumentado en el último año. La cifra también incluye agredidos por su condición sexual o discapacidad.

Colectivos contra este tipo de delitos responsabilizan «indiscutiblemente» de este incremento al tono de campaña del bando a favor del brexit durante la consulta, que cargó las tintas contra la libre circulación de personas, acusando a los inmigrantes de colapsar los servicios públicos o ser un foco de inseguridad.

Resurgen prejuicios

«Después del referendo, mucha gente reconoció haber sufrido agresiones de odio por primera vez», asegura la directora de la asociación Stop Hate UK, Rose Simkins. En su opinión, la campaña sacó a la superficie «prejuicios que parecían enterrados».

A Fiyal Mughal, fundador de Tell Mama, un proyecto que monitoriza los ataques contra la comunidad musulmana, el aumento de las agresiones religiosas no le cogió por sorpresa.

 

«Hemos vivido una tormenta islamófoba, y las cosas empeoraron a causa de los atentados terroristas, las redes sociales y el ascenso de la extrema derecha», asegura. De acuerdo con los datos que maneja, la mayoría de las agresiones islamófobas las cometen jóvenes de entre 13 y 18 años. Actualmente en el Reino Unido viven 3,4 millones de musulmanes, un 5% del total de la población.

La incertidumbre en torno a la salida de la UE, que según la primera ministra Theresa May podría no llegar a ocurrir si su acuerdo con Bruselas no obtiene el respaldo del Parlamento, ha movilizado y radicalizado a la ultraderecha del país, favorable a una salida sin acuerdo.

Entre los años 2016 y 2017, el número de sospechosos vinculados a grupos de extrema derecha incluidos en el programa de prevención del terrorismo por parte de la policía se incrementó en un 14%, pasando de 968 a 1.312.

Este giro a posiciones más extremas también ha afectado a la esfera partidaria. La radicalización del Partido por la Independencia del Reino Unido (UKIP), llevó hace un mes a su exlíder, Nigel Farage a renunciar a su militancia por discrepancias con la «obsesión islamófoba» de la actual dirección.

La inminente salida de la Unión Europea, que salvo novedad se materializará el 29 de marzo, no parece que vaya a apaciguar este tipo de incidentes contra minorías nacionales o religiosas. Un reciente informe elaborado por el cuerpo de inspectores de la Policía británica ha advertido de la «posibilidad real» de un pico de agresiones una vez que el brexit se consuma.

«La semilla de la xenofobia»

Suresh Grover, director del grupo de apoyo a las víctimas del racismo The Monitoring Group, comparte el mismo pronóstico y denuncia que los sectores más radicales a favor del brexit han ido tomando posiciones para liderar la batalla en caso de que se convoque una segunda consulta a la ciudadanía.

«Por primera vez desde que comenzamos en 1981, estamos atendiendo a ciudadanos españoles o portugueses víctimas de abusos por el hecho de no ser de aquí. Se está sembrando la semilla de la xenofobia», sentencia.

Testimonios españoles en el Reino Unido 

ADRIÁN CEPEDA

Adrián Cepeda

«Hai xente que recoñece a túa profesionalidade e ese tipo de capotes agradécense»

Adrián Cepeda (Santiago, 1990) vive el brexit como trabajador social desde la otra punta de la isla, en Edimburgo. Aunque en esa ciudad tres de cada cuatro votantes apoyaron quedarse en la UE, ha vivido algún momento de tensión.

«Hai meses, presenciei no traballo unha conversa que acabou sendo moi incómoda porque os colegas escoceses encaráronse cos europeos que estabamos en planta, acusándonos de vir ao Reino Unido a roubar o traballo e a aproveitarnos dos servizos públicos», explica.

Con todo, asegura que no todo son comentarios de rechazo y que de vez en cuando escucha el pesar de algún compañero escocés por la posible salida de los extranjeros, que en el sector sanitario ocupan el 13% de los empleos. «Hai xente que recoñece a túa profesionalidade e agradécese moito escoitar ese tipo de capotes», afirma.

CELIA LÓPEZ

Celia López
Celia López

«Non hai máis racistas polo ‘‘brexit’’, pero os que había saíron do armario»

Haber sido víctima o presenciar actitudes de tipo racista tiene un cierto componente de azar. Pero factores como el lugar de residencia o el tipo de trabajo pueden ayudar a estar más expuesto. Celia López (Madrid, 1988) estudió Historia del Arte en la Universidade de Santiago y ahora trabaja en atención al público en la National Portrait Gallery de Londres, a escasos metros de la turística Trafalgar Square. Desde que llegó al Reino Unido hace cuatro años, dice haber percibido el desprecio hacia los extranjeros en los pequeños detalles. «Escoitas comentarios sutís, que che fan sentir mal. Tiven situacións nas que os clientes, por teléfono, sorprendíanse de que nunha galería nacional traballasen estranxeiros ou que directamente pedían que os atendese unha persoa británica», asegura.

Aunque desdramatiza la división que se vive -teño amigos que votaron brexit e non nos odiamos nin moito menos»-, reconoce haber adquirido ciertas rutinas que en otro país no tendría, como evitar hablar gallego o español en el transporte público. «Teño visto a xente que se incomodaba ou que directamente lle berraba a alguén por falar noutra lingua que non fose o inglés. Non creo que o brexit crease máis racistas, pero axudou a saír do armario aos que existían», comenta.

DUARTE ROMERO

Duarte Romero

«Preocúpame que un segundo referendo poida facer máis tóxico o debate sobre a inmigración»

Duarte Romero (Narón, 1988), llegó al Reino Unido hace ocho años y reside en Londres. Dice no haber vivido nunca ninguna situación violenta por su condición de inmigrante, pero sí conoce algún episodio entre gente de su entorno. «Hai unha diferenza importante entre estar exposto ou non ao público no teu traballo. Eu case sempre traballei en oficinas e tiven a sorte de ter compañeiros que valoraban o que os inmigrantes podiamos achegar», explica este investigador de audiencias del Telegraph. Año y medio después del referéndum, le preocupa la posibilidad de que una segunda consulta reavive un debate «tóxico» sobre la inmigración. En el 2016, vivió en primera persona los términos de aquella campaña como voluntario de una de las plataformas a favor de permanecer en la UE. «A min un home chegoume a dicir que lle preocupaba a inmigración porque os estranxeiros traían a varíola», asegura.

NATALIA CABANA

Natalia Cabana
Natalia Cabana

«Os traballadores e os pacientes da sanidade están acostumados a un ambiente moi multicultural»

Natalia Cabana (Lugo, 1989), trabaja como enfermera en el Hospital Saint George’s, al sur de la capital británica. Dice no haber sentido ningún tipo de hostilidad, más allá de las «contadas» reservas de algún paciente al percibir su acento no británico. «Polo xeral, os pacientes e os traballadores da sanidade pública de aquí estamos habituados a un ambiente multicultural».

Como contrapunto al incremento de delitos de odio, Natalia destaca la solidaridad de la comunidad sanitaria de su hospital contra un programa piloto de copago aplicado por el Gobierno en su hospital para limitar el acceso sanitario a mujeres embarazadas sin residencia estable en el país. «Houbo moitas mulleres que non recibían os coidados que debían e a oposición dos profesionais da saúde foi moi grande», explica.