Olmo Blanco exhibe su geometría de raíces árabes en Edimburgo

Alfonso Andrade Lago
Alfonso Andrade REDACCIÓN / LA VOZ

REINO UNIDO

María José Hasta

El artista de Boiro se adjudicó ayer la XI Bienal de Pintura do Eixo Atlántico

31 oct 2015 . Actualizado a las 10:58 h.

La casualidad quiso que el artista Olmo Blanco (Boiro, 1982) celebrase ayer el primer premio obtenido en la XI Bienal de Pintura do Eixo Atlántico mientras exhibía su arte en el Summerhall de Edimburgo. El gallego ha intervenido en una de las estancias del mítico edificio multiusos escocés, referencia en creación contemporánea, para transformar su aspecto. La iniciativa se realiza gracias a la colaboración entre la propia sala y la galería Interview Room 11, que dirige en esa ciudad la también gallega Ana González Chouciño.

Los dibujos de Olmo Blanco son figuras geométricas que cubren paredes, suelos y objetos comunes con una buscada repetición con la que trata de sorprender. «De hecho -explica-, no me interesaba realizar este trabajo en la sala de arte contemporáneo del Summerhall, sino en una zona de paso en la que el público no se espere algo así, al no acudir con el objetivo concreto de ver pintura».

Blanco creó su obra con rotulador, «como si se tratase de un grafiti pero menos agresivo», empleando colores «muy elementales», de fácil identificación para los visitantes. Valora sobre todo «poder salir» de espacios convencionales de exhibición, porque esa descontextualización «aporta otro significado a la creación».

Toda la obra de Olmo Blanco emana de su pasión por el arte árabe medieval; especialmente, la geometría, «la más fina» que conoce. Sus figuras parten de esa raíz y se completan con otras influencias, «como por ejemplo la del azulejo portugués». Pero en el caso de la intervención que acaba de realizar en la capital escocesa, la identificación más clara es con el azulejo de los pueblos costeros de Galicia, «que para muchos es horrible y para mí -matiza con marcado entusiasmo- es impresionante».

María José Hasta

La zona de paso del edificio elegida para este trabajo está próxima a un ascensor. Por eso entre los motivos geométricos elegidos dominan «las flechas ascendentes y descendentes y las líneas rectas», que representan los movimientos y las paradas del elevador. «Otra clave de esta pieza es la insistencia en las formas», explica, porque gracias a eso se consigue «una lectura emocional en el espacio» por parte del público. Su intervención se convertirá en instalación permanente, dentro de la durabilidad que permiten los propios materiales utilizados.

Respecto a las posibilidades que Edimburgo le ofrece como artista, es categórico cuando sentencia sin rodeos: «La precariedad en el arte es la misma en Escocia y en España».