Desde Australia a A Estrada para alimentar el alma

Rocío García Martínez
rocío garcía A ESTRADA / LA VOZ

OCEANÍA

Miguel Souto

Tras más de veinte años por el mundo, Santiago Mosquera vuelve a casa un año para que sus hijos se empapen de cultura gallega y conecten con sus raíces

05 ene 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Con 22 años Santiago Mosquera Bernárdez dejó atrás A Estrada y un trabajo como conductor de ambulancias para ir a ganarse la vida a Tenerife. Tenía sed de aventuras, pero ni sospechaba que aquel viaje iba a ser solo la primera escala de un periplo vital que al final lo ha llevado al otro extremo del mundo. A Australia, concretamente. A más de 17.000 kilómetros de su casa.

Dos décadas después ha regresado temporalmente para darle la oportunidad a sus hijos, Liam y Talía, de aprender idiomas, conocer otras culturas y conectar con sus raíces gallegas.

Los niños, que nacieron en Australia, han venido alguna vez a Galicia de vacaciones. Pero esta vez es diferente. Esta vez Santiago y su mujer, Sally Ta, que es australiana de raíces chino-vietnamitas, han pedido una excedencia y han decidido quedarse un año para que sus hijos se empapen de cultura gallega. Liam, que tiene 11 años, y Talía, con 9, están encantados. En noviembre terminaron las clases en Brisbane y después de Reyes engancharán el curso en A Estrada. Sus padres les ofrecerán apoyo por las tardes para solventar los problemas del idioma. «Entienden bastante, pero confunden gallego y castellano», explica su padre. Ni los pequeños ni Sally se han soltado todavía a hablar en español. «Este va a ser un año de retos para ellos», dice Santiago.

«Los niños están supercontentos. Cuando les dijimos que íbamos a venir, se lo contaron a todo el mundo. El mayor empezó a buscar información de sitios que quería ver. Se lo tomaron con mucha alegría», explica Santiago. «Lo primero que quería hacer Liam era probar el pulpo. Lo hicimos la primera semana. Y le encantó», cuenta el padre.

Los niños confirman que están encantados en A Estrada. Les gustan sobre todo la naturaleza, la amabilidad de la gente y la comida. También Sally está feliz. Su plan para este año es aprender español y aprovechar para estar con la familia y conocer el país. A Sally también le encantan la comida y el verde de Galicia. «Para ella es como un segundo hogar. Lo vio como un movimiento natural», cuenta Santiago.

La morriña, muy real

El estradense, por supuesto, no puede estar más a gusto. «Yo vengo a descansar y a reconectar con mi país. Lo de la morriña es muy real. Nunca he estado al 100% en los lugares en los que he vivido. Hay una parte de mí que siempre está aquí», confiesa.

«Queríamos darle a los niños la oportunidad de aprender español y gallego y de conectarse con Galicia y sumergirse en su cultura. A veces no nos damos cuenta de la historia que tenemos en Europa. Australia es multicultural y muy enriquecedora, pero no tiene la historia y el arraigo que hay aquí», dice Santiago.

La familia quiere compaginar la escolarización de los niños con pequeñas escapadas. Quieren exprimir Galicia y visitar Porto, Lisboa o Sevilla. Si hay tiempo, también les gustaría hacer el Camino Francés. Después, la idea es regresar a Australia. Aunque todo depende de lo que surja. La familia Mosquera Ta nunca le cierra la puerta a nada.

Policía en una zona caliente y enfermero

La aventura mundial de Santiago empezó en Canarias. Trabajó unos meses en la construcción en Tenerife, pero no llegó a sentirse a gusto. «Echaba de menos Galicia. Era muy joven y no me habitué a aquello», cuenta.

Santiago regresó a A Estrada, pero la mecha de la aventura ya estaba encendida. En pocos meses se marchó a Lérida, donde trabajó en Sort, un pueblo de montaña al que la Lotería le ha dejado fama de buena fortuna. Trabajó como conductor de ambulancias de Cruz Roja antes de irse a un hotel de Andorra. A Santiago, los cambios nunca le dieron miedo. «En el hotel conocí a una chica andaluza que me dijo que en Londres había mucho trabajo, así que me fui», cuenta. Comenzó trabajando como camarero, pero enseguida se convirtió en auditor de hotel. «Empecé Informática y contabilidad en la Universidad. Trabajaba de noche y estudiaba de día, pero estaba muy cansado y la mitad de los días me quedaba dormido en las clases», recuerda. Su hermano, que estudiaba Enfermería en Galicia le sugirió cambiar de especialidad. A Santiago, que siempre tuvo vocación de servicio, le gustó la idea. Además, el gobierno británico le daba muchas facilidades. «Entonces allí había escasez de enfermeros y el gobierno inglés te pagaba por estudiar. Te daban 525 libras al mes», recuerda. Gracias a eso y a la residencia a bajo coste del hospital pudo dejar el trabajo y centrarse en los estudios. Por si fuera poco, en la residencia conoció a la mujer de su vida, Sally Ta, recién llegada a Londres con un visado Working Holiday por un año.

Cuando el permiso acabó, Sally regresó a Australia. Santiago se quedó para acabar la carrera, pero los dos tenían ya claro que, en un lugar u otro del mundo, querían hacer juntos su vida. En septiembre del 2008 Santiago aterrizó en Australia. «Sally me prometió que el café y la comida eran mejores que en Inglaterra», dice riendo. «Era cierto. Además la gente es muy llana y abierta», dice.

El primer trabajo de Santiago en Australia fue en un hospital privado, como enfermero de cirugía plástica. «No me gustó. A mí la enfermería me gusta sobre todo porque te ofrece la posibilidad de ayudar a la gente. En las ambulancias también había empezado por esa razón. Pero allí estaba trabajando para gente rica que quiere verse mejor», explica.

Para ser consecuente con su filosofía, Santiago cambió en cuanto pudo a un hospital público de Melbourne, donde cursó dos especialidades de posgrado al tiempo que trabajaba a tiempo completo. Terminó agotado y consideró que había llegado la hora de darle otro giro su vida. Preparó oposiciones a policía, las aprobó y sacó plaza en Alice Spring, en Northern Territory. «Es una zona muy aborigen. Una Australia diferente. Hay muchos problemas sociales y un nivel de criminalidad muy alto. Es capital mundial en agresiones por arma blanca... Esa etapa me abrió los ojos sobre las diferencias sociales», explica el estradense. La tensión social y la insistencia de su antigua jefa para que regresase al hospital devolvieron a Santiago y su familia a Victoria.

En la actualidad el estradense es gestor de la unidad de Admisiones quirúrgicas y director de Enfermería perioperatoria en el hospital Logan de Brisbane, en Queensland.