Adiós al horno centenario de Patricio que hizo famosa en Australia la empanada de Noia

Marta Gómez Regenjo
Marta Gómez NOIA / LA VOZ

OCEANÍA

CARMELA QUEIJEIRO

Varias generaciones de noieses lamentan el cierre de la panadería

10 sep 2020 . Actualizado a las 14:46 h.

Nadie en Noia sabe a ciencia cierta desde cuándo estaba en funcionamiento el horno de Patricio en la calle Condesa, en pleno corazón del casco histórico noiés. Lo que sí sabe ya y lamenta todo el mundo es que cerró sus puertas a finales de agosto, en el que fue el adiós de un cocedero que hizo famosa la empanada de Noia hasta en las antípodas.

Corría el año 2014 cuando el canal internacional Discovery Channel y el chef australiano Jock Zonfrillo recalaron en la villa para conocer el proceso de elaboración de la célebre empanada de berberechos, y, cómo no, recalaron en el horno de piedra de Patricio, quien en las últimas décadas ocupó el obrador aderezando con una conversación imparable la artesanal elaboración de la masa. En la pequeña estancia que ocupaba en una de las callejuelas de la Noia medieval no había nada electrónico, ni botones para regular la temperatura del horno ni básculas de precisión, solo una antigua balanza con sus pesos de hierro enharinados.

Así es como trabajó Patricio Gómez durante más de dos décadas, hasta que en agosto llegó el momento de cerrar la puerta definitivamente de un cocedero histórico. Varias generaciones de noieses lamentan la pérdida del horno tradicional, al que muchos acudían para cocer sus propias empanadas, dulces que hacían en sus casas o para asar carne, platos que el panadero vigilaba diligentemente.

Desde 1935

Según la edad que tenga el interlocutor al que se pregunte, unos conocerán el obrador de la calle Condesa como el horno de Patricio, pero los vecinos de más edad se referirán a él como el horno de Víctor. A él se remonta el recuerdo más antiguo que se conserva en la villa, pero cuando llegó a Noia desde Ponte Maceira y lo compró en 1935, el cocedero ya estaba funcionando. Lo cuenta su hijo, Víctor Bello Monterroso, que atesora muchos recuerdos de su infancia entre masa y harina: «Ía moitísima xente, era o forno de Noia, moita xente ía cocer alí as empanadas. Meu pai facía pan, empanadas e, na época de festas, moitísimas roscas».

En los años 60, cuando su padre se jubiló, el propio Víctor cogió las riendas del horno, siguiendo con una tradición que le venía de la familia de su madre, los Monterroso, y de la que «eu son a terceira ou cuarta xeración. Se vas ao forno acaba pegándoseche algo». Siguen siendo los propietarios del antiguo cocedero, el único que quedaba de los cuatro que en su día estuvieron vinculados a esta estirpe de panaderos. Pero el más famoso era el suyo, tanto que hasta le dedicaban coplas: «O forno de Víctor é moi pequeniño, pero coce o pan moi cocidiño».

Víctor Bello dejó la panadería hace años para ponerse al frente del restaurante Alborés, al que se llevó la receta de su empanada, pero lamenta que finalmente haya cerrado: «Tráeme moitos recordos e dáme pena, a xente de 70 ano para arriba sempre se acorda do forno de Víctor, é unha institución en Noia».