Ana Bouzas, directora en la cadena Meliá: Una pobrense en la cima de los hoteles

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Ana Bouzas no se olvida de sus raíces e intenta regresar a A Pobra tres veces al año
Ana Bouzas no se olvida de sus raíces e intenta regresar a A Pobra tres veces al año

Tras pasar por una decena de ciudades de Europa y África, ahora vive a caballo entre Málaga y Melilla

13 nov 2024 . Actualizado a las 20:42 h.

La rutina no cabe en la agenda de Ana Bouzas (A Pobra, 1974), que siempre ha sido una persona a la que le ha gustado viajar, conocer gente y aprender nuevos idiomas. Por eso cuando llegó el momento de decidir encarrilar su futuro, fueron sus padres los que la animaron a estudiar Dirección de Empresas Hoteleras, un nuevo grado que comenzaba a impartirse en el Centro Superior de Hostelería de Santiago. «Reunía todo lo que yo quería, aunque ya desde el principio me advirtieron que era un mundo muy sacrificado, sin horarios ni festivos. Había que asumir una serie de condiciones, y que tuviera claro que no iba a tener un turno de oficina de ocho a tres», recuerda.

Ella ya conocía bien el sector porque sus padres dedicaron muchos años a la hostelería, y eso unido a que siempre le gustó ir superando retos, hizo que su carrera fuera avanzando a pasos agigantados de una punta a otra de Europa y África. Durante sus años de formación realizó prácticas en hoteles de Canarias, y el último curso se marchó a Inglaterra para mejorar su inglés, «porque la única forma de aprenderlo bien es irte allí». En este hotel la acabaron contratando y alargó su estancia británica algunos años más en los que también cambiaría de destino.

Cuando ya manejaba perfectamente el inglés, se zambulló de pleno con el francés y viajó a París, donde la cogieron en Eurodisney, «una experiencia increíble, totalmente distinta y enriquecedora», porque al tratarse de una empresa norteamericana tienen un modelo de trabajo diferente. Como no conocía el idioma, tuvo que empezar desde cero, incluso barriendo, para luego ya pasar a las atracciones. Ana Bouzas volvería a hacer la maletas para regresar de pleno al sector de los hoteles, pero en esta ocasión sería en Ginebra (Suiza), donde empezó en recepción y «luego fui escalando poquito a poquito hasta que volví a dar el salto e irme a otro país». Cambió de continente y se voló a África, concretamente a Túnez, donde la contrataron en la cadena que se ha convertido en su segunda casa: Meliá Hotels International.

En el país africano ya asumió el cargo de subdirectora, que mantendría también en los destinos que vinieron más tarde: Palma de Mallorca, Barcelona y Madrid, una ciudad en la que pudo tener una mayor estabilidad porque llegó a vivir diez años, en los que ya ascendió a directora. También estuvo otra década dirigiendo un hotel de la cadena en Córdoba hasta que hace dos años le encargaron el reto de llevar las riendas de clúster Málaga-Melilla, «y todas las semanas tengo que cruzar el charquito» para viajar a la ciudad africana. Reconoce que es algo más complicado que llevar un hotel solo, porque además son culturas diferentes, pero lo importante es saber organizarse. «En Melilla hay cuatro religiones que conviven juntas, y se respetan todas. En mi equipo de trabajo tengo a personas de distintas culturas y es muy enriquecedor», apunta, para luego destacar que lo más complicado en esa ciudad es que hay más problemas para gestionar la falta de repuestos o mercaderías, «pero también es algo que pasa en Canarias o Baleares y en todas las islas, y eso me tiene bastante entretenida», reconoce.

Compaginar la vida personal

Casada y con dos hijos —«uno nació en Madrid y el otro en Córdoba»— y con la maleta siempre en la mano para viajar de un lado a otro, Ana Bouzas señala que el apoyo de su marido ha sido fundamental para poder seguir escalando puestos, «porque sino sería imposible evolucionar. Él siempre ha querido seguirme durante todos estos años y eso ha sido muy importante. Gracias a él puedo estar donde estoy ahora mismo, haciendo lo que me gusta y me hace feliz».

Después de recorrer medio mundo, la pobrense no cree que haya tocado techo todavía, e insiste en que es una persona a la que no le gusta la monotonía. Por eso, aunque «ahora mismo estoy muy bien y muy a gusto en mi trabajo actual», no descarta volver a subirse a un avión y marcharse al extranjero en un futuro no muy lejano. Le gustan mucho los destinos sol y buen tiempo y ahí podría estar su nueva casa. Mientras tanto, todos los años aprovecha para regresar a A Pobra varias veces, sobre todo en las Navidades, y en el verano, «porque me encanta volver y que mis hijos lo conozcan».