Maite Rojo, capitana de barco: «Estou moi orgullosa de que cada vez sexamos máis mulleres no mar»

Santiago Garrido Rial
s. g. rial CARBALLO / LA VOZ

GALLEGAS QUE ROMPEN TECHOS

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LOBOS DE MAR | Esta malpicana acaba de regresar de una travesía de 18 días desde Antigua hasta Valencia en un velero de 35 metros. En breve irá a Baleares y, después, de Tahití a Nueva Zelanda

09 abr 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Maite Rojo Garrido cumplió 49 años hace muy poco, el 29 de marzo, navegando junto a Gibraltar. Estaba a punto de terminar su travesía por el Atlántico entre la isla de Antigua y la meta en Valencia: más de 4.200 millas marinas en su enésima singladura por mares de todo el mundo. Mandaba un yate de 35 metros, que retornaba a casa. Eso hace con frecuencia: llevar barcos, generalmente de lujo, de un punto a otro del mundo, pero también otras embarcaciones. Es capitana de naves de hasta 500 toneladas, un puesto al que ha llegado poco a poco, escalando en responsabilidades, en formación y en títulos que ha ido logrando con los años.

Maite nació en A Coruña, pero es de Malpica por sus dos ramas familiares. Y descendiente de gentes de mar. «Eu son xa a cuarta xeración. Meus bisavós, os avós por ambos lados, meu pai estivo na Mariña Mercante e levaba gaseiros de Noruega ao Caribe...», explica. Así que el mar ha formado parte de su vida desde muy pequeña. «Ao principio escoitaba que ao mar hai que terlle moito medo, pero meu avó dicíame que non, que medo non, o que lle hai que ter é respecto. E tiña razón. Hai que minimizar os riscos», explica.

Maite empezó desde la base, de marinera. Llegó a Mallorca para trabajar con menos de 20 años, con experiencia ya de monitora de vela. «Era o ano 2000. Daquela, mulleres en cuberta case nin había. E ademais, Mallorca, todo moi internacional, e eu sendo española, pois menos aínda. Pero funme abrindo paso, eu e moitas máis. Funme preparando, cheguei a primeira oficial, e despois capitana», explica. Patronea sobre todo barcos de 20 a 30 metros, «os máis grandes dan moito máis follón», aunque en su ya larga experiencia acumula de todo, tanto a vela como a motor. «Eu prefiro a vela, sempre», dice. Y eso que la navegación no es lo que era cuando empezó, porque la tecnología ha cambiado mucho todos los procesos.

Una capitana manda. Pero ¿manda siempre? No es una pregunta absurda. «A posición nun barco de luxo, de paseo, de traballo... non é a mesma que a un de pesca ou un mercante. Hai veces nas que o dono se involucra. Outros, cando son barcos de aluguer, nas que os managers tamén teñen o seu papel, e iso non é malo porque che poden botar unha boa man en canto a repostos, material. Pero ao final, as decisións ao navegar son túas, para iso estás ao mando», señala. 

Eso sí, no es un ascenso sencillo, hay que luchar mucho: «A min custoume moito esforzo e traballo chegar!». En barcos de recreo, de viajes, casi de hoteles de lujo, al principio hay que hacer trabajos de todo tipo. Y siendo mujer, eso añade un plus de complejidad.

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Recuerda alguna vez que, acompañando al futuro dueño para comprar un barco, el interlocutor pensaba que ella sería la cocinera. «Pero iso era sobre todo antes. Agora, cos anos que levo nisto, xa case me sinto como unha velliña no tema. Lembro, non hai moito, estando na Polinesia, unha situación que me fixo moita ilusión. Eu era nun daqueles portos a única patroa, e non se vían mulleres na cuberta, pero empecei a moverme e así comecei a ver máis. Foron aparecendo e facíanme preguntas, coma unha nai dando consellos. Dende logo, estou moi orgullosa de que cada vez sexamos máis mulleres no mar», afirma. 

Los largos viajes impresionan mucho, y no siempre son una balsa, precisamente: «Hai moitas veces nas que se pasa mal, ata te preguntas que fas aí no medio da nada entre esas ondas. Pero outras veces estás de garda ás tres da mañá, coa lúa chea, o ceo cargado de estrelas, ás veces con esa luminescencia que ten o océano, e todo cambia, ata parece que che desaparecen os problemas», asegura Maite.

Navegante de largas distancias, en el océano y también en tierra 

A Maite le gustan sobre todo las travesías largas. Por citar algunas ha cruzado Mediterráneo, de Grecia a Baleares; ha rodeado toda la Península Ibérica; ha ido de Baleares hasta A Coruña, ido y vuelta, con lo que eso significa a nivel nacional. Ha cruzado el Atlántico dos veces, ambas ida y vuelta, y también el Caribe dos veces. Desde Tahití, la isla más grande de la Polinesia francesa, ha atravesado casi todo el Pacífico, desde Panamá hasta las Galápagos, pasando por las Marquesas, y finalmente la Polinesia. «Esta viaxe fora espectacular», recuerda.

Para la próxima semana tiene pendiente hacer la Ruta de la Sal, una regata de Barcelona a Baleares. Irá con una de sus mejores amigas, que ha ganado la regata Reina Sofía. Un poco más tarde volverá al Pacífico, ya que tiene que llevar un barco a Nueva Zelanda desde Tahití.

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Y cuando regrese de este trabajo se dedicará a entrenar. Porque a Maite le gustan las largas distancias sobre el agua, pero también sobre firme. En su escaso tiempo libre es ultrafondista, y el próximo reto será a finales de septiembre, en Grecia, en una carrera de 246 kilómetros. Casi parecen muchos para ir en barco, y ella irá corriendo. Pero acumula bastante experiencia. A finales del año pasado, a mediados de diciembre, participó en las 24 horas de ultrafondo en pista en Barcelona, 216,9 kilómetros. Fue primera en la clasificación femenina, quinta en la absoluta y tercera mejor marca de la historia en España. Consiguió recorrer diez kilómetros más que los logrados el año anterior en otra prueba de 24 horas, en Auckland (Nueva Zelanda). Buenas marcas siempre, herencia de su etapa adolescente en la que se inició en las carreras de medio fondo», recuerda.