La joven que vigila al Gran Hermano

e. v. pita VIGO / LA VOZ

GALLEGAS QUE ROMPEN TECHOS

La investigadora viguesa Sara Suárez-Gonzalo, experta en extracción masiva de datos (Big Data), recibe un premio europeo

29 ene 2019 . Actualizado a las 21:21 h.

¿Nuestro cepillo de dientes eléctrico, la tele y el robot aspiradora nos espían? ¿Un Gran Hermano nos vigila a través de nuestros datos? El influencer experto en la Industria 4.0 Ramón Suárez recalca que ahora mismo hay profesionales vigueses que están en primera línea mundial de investigación en la explotación masiva de datos (el Big Data) y algoritmos, como es el caso de Sara Suárez-Gonzalo, de 26 años.

Precisamente, el Big Data es el tema de la tesis doctoral que está redactando esta joven viguesa. Suárez-Gonzalo es investigadora predoctoral en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona y quiere terminar la tesis este mismo año. Dicho trabajo está vinculado al grupo de Investigación en Comunicación Política, Medios y Democracia (Polcom).

Su tesis se centra en el impacto social del fenómeno Big Data y en el valor de la privacidad para proteger los datos personales frente a su explotación masiva mediante técnicas algorítmicas de Inteligencia Artificial, machine learning (aprendizaje automatizado) o deep learning (aprendizaje profundo). Acaba de ser galardonada con el premio europeo de investigación que otorga la Young European Research Universities Network (Yerun), la cual fomenta la colaboración interdisciplinar entre las universidades jóvenes europeas con la movilidad de sus investigadores.

«El problema no es que tus 'cosas' te espíen. Más bien se trata de que el uso que haces de aquellas que están conectadas a la Red transmite grandes cantidades de información a las empresas que las desarrollan o comercializan, en muchos casos sin que tú seas consciente de ello. Lo mismo pasa con el uso de las redes sociales», indica esta experta.

La investigadora advierte que una persona o una corporación que disponga de información detallada sobre nuestros comportamientos, preferencias o características personales, o sobre aquellas cuestiones que nos caracterizan como parte de un determinado sector social, «tiene un gran poder para influir en nuestra vida y nuestras decisiones». Lo mismo en el caso de las instituciones o poderes públicos.

«Creo que esta es la perspectiva desde la cual debemos pensar el problema de desprotección de las personas normales frente a la explotación del Big Data. Es el problema de la vigilancia: que da al que vigila la capacidad de actuar a su antojo si así lo considera oportuno, mientras que el vigilado, a menudo no es consciente de su vulnerabilidad o, aunque lo sea, no tiene la capacidad de manejar la situación», afirma.

«Nuestras acciones e interacciones cotidianas generan enormes cantidades de datos que nos definen a nosotros, a nuestro entorno y a las personas que lo componen», añade. El análisis de estos datos masivos «puede ser valioso en muchos campos de nuestra sociedad. Permite explicar algunas de las características de determinados fenómenos que se producen a gran escala. Los procesos algorítmicos permiten sacar provecho de estos datos y aplicarlos a casos concretos».

Industria de la vigilancia

Pero la especialista entrevé las sombras del Big Data. «Su uso y, en consecuencia, el control de los datos, han sido monopolizados por un puñado de grandes empresas que dominan la industria de la vigilancia», advierte. Recuerda que filtraciones recientes, como la del caso Cambridge Analytica, confirman que «los poderes públicos ya comienzan a usar los datos como herramienta electoral».

Sara-Gonzalo sospecha que estas dos circunstancias «suponen riesgos para la calidad democrática de los estados». Por ello, considera que el objetivo a conseguir como sociedad es determinar «cuáles son las condiciones justas en las cuales los datos pueden ser recopilados y utilizados».

Según su razonamiento, «esto implica, desde luego, que los datos se usen para fines legítimos pero también que tanto estos fines como los procesos mediante los cuales se recopilan, analizan y utilizan los datos masivos sean controlables por la ciudadanía y las instituciones públicas».

Gracias al galardón de Yerun, la joven viguesa realizará la próxima primavera una estancia de investigación breve en el grupo Science, Technology and Society Studies (MUSTS) de la Universidad de Maastricht (Holanda), dirigida por el doctor Tsjalling E. Swierstra, profesor y director del Departamento de Filosofía e investigador principal del proyecto Techo-Moral Change.

Cursó el grado en Publicidad y Relaciones Públicas por la Universidad de Vigo, luego un máster en Comunicación en la Universidad Pompeu Fabra y realizó estancias de estudios en Francia e Italia. Fue ponente en congresos internacionales en el Amsterdam Privacy Conference 2018. Uno de sus informes analiza la posible manipulación de datos en las redes (tu like, tu voto) que aupó a la presidencia a Donald Trump.

«Las técnicas de análisis de datos masivos se han desarrollado de forma muy rápida y sofisticada en las dos últimas décadas. Sin embargo, este desarrollo tecnológico es, también, especialmente opaco. Esto provoca que los usuarios no tengamos conocimiento ni control sobre lo que está pasando con nuestros datos, lo cual supone un evidente desafío para la protección de la gente con sus datos personales», remarca.

Cree que la «mayor debilidad» de las nuevas leyes es que establecen el consentimiento individual como la forma de proteger los datos personales. «Por una parte, la gran mayoría de los datos que producimos los recopilan un puñado de empresas a nivel mundial. Los datos son la base de su negocio. Por otra, las herramientas y los procedimientos de análisis que utilizan son extremadamente opacos y complejos. Una persona normal no está en condiciones de consentir el uso de sus datos de una manera plenamente libre e informada», dice. Propone reducir las barreras para regular las grandes concentraciones de poder que ostentan las empresas que monopolizan el negocio de los datos.