La enseñanza en aquel centro era mixta debido a la falta de dinero y de espacio
25 feb 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Casi siempre, sobre todo en el rural de Vigo, la primera formación se impartía en el ámbito familiar o eclesiástico, siendo muy básica y referida a cuestiones prácticas. En la villa hubo algún que otro maestro de «primeras letras» suelto. En 1729, en plena fase de coyuntura depresiva, solo ejercía en una casa terrea en A Lama (extramuros) José González. El panorama cambiaría radicalmente desde que, en 1751, Domingo Antonio Martínez [una calle, por favor], oriundo de Santiago de Vigo, pero emigrante con fortuna en Veracruz (México), legó la nada despreciable cantidad de 5.000 pesos fuertes para la fundación de una escuela de primeras letras. No se ha encontrado la escritura de constitución.
Tres aspectos conviene destacar: el dinero debía invertirse en «bienes seguros y duraderos», aceptaría pupilos sin excepción y quedaba como único patrono el Concejo de Vigo, encargo que siempre cumplió. El objetivo era alfabetizar a los niños-jóvenes para que se desenvolvieran en América, así como dar lustre social y perpetuar la figura del fundador.
Una comisión de ediles compró fincas rústicas de las que se obtenían rentas forales, las cuales sumaban 24.600 reales en 1799, no siempre cobrables. También en 1791 se había emitido un censo (hipoteca) de 100 ducados de principal. Los bienes estaban muy dispersos, en los valles de O Fragoso, Tea y Alvedosa (zonas ricas), destacando la villa de Vigo y las parroquias de Lavadores y San Cibrán de Ribarteme. De ellas, se detraían los 3 reales que cobraba cada día de trabajo el maestro. Regía los caudales un administrador (alguno no muy honrado) nombrado por la corporación municipal y que lo era a la vez del Hospital de Pobres y Peregrinos.
Los maestros eran elegidos por el Concejo, después de anunciar la plaza en varias ciudades de toda Galicia, designando un encargado con ciertos conocimientos.
En 1803 se presentaron 8 candidatos, si bien solo dos tenían título oficial del Consejo de Castilla, eso sí, cada uno con distintos méritos (uno decía poner a su hija en sus ausencias). Todos eran duchos en doctrina cristiana, contando con la aprobación eclesial. Resultó elegido el breve José Carballido y Grova, quien tuvo escuela en Bouzas «con aplauso de los individuos de la villa» y sus alumnos estaban «bien empleados en los Reinos de Indias». El docente J. Figueroa Zúñiga murió ejerciendo (1764) y a su esposa le denegaron la pensión de viudedad. Florentino Moledo, que ya cobraba 6 reales, manifestaba queja de haber «sufrido bastantes calamidades y de frialdad por estar la escuela derrotada de paredes y tejado». Sin duda, el más destacado fue el último, Pelayo Rubido (1804?-1846), natural de Ortigueira, quien reclamó innumerables veces el impago de salario y acometida de reparaciones.
El local fue variando según el Ayuntamiento arrendaba una casa, aunque en su última etapa, a principios del siglo XIX, estaba en A Pedra. De tamaño reducido para el número de inscritos, estaba bien ventilado e iluminado. Hasta la fecha tardía de 1836 no contó con un baldío anexo a una de las puertas en el que hacer sus necesidades sin que les viesen los transeúntes. Los recursos eran escasos, trayendo una pizarra cada alumno, y contando el maestro con campanilla y vara. La educación era de coexistencia forzosa de sexos, lo que en 1779 escandalizaba a un munícipe, considerándose en 1825 crear otra de niñas separada.
Había también maestros ajenos que ejercían por libre. El catastro de Ensenada (1753) señala tres, número elevado para la época, sobre todo, comparado con Redondela, Cangas o Baiona. Se les computaba unas, más bien, modestas «utilidades» fiscales de 365 reales, solo por encima de artesanos y marineros, de ahí que uno fuese a la vez notario -menos que escribano-, cosa corriente para complementar sus ingresos. En 1780 se redujeran a dos, el de la fundación y José de Carballido, de 34 años, quien acordaba su retribución con los padres de los alumnos.
Historiador y miembro fundador del Instituto de Estudios Vigueses