Sinde y Gayol, dos ribadenses retornados arruinados y detenidos

Martín Fernández

MEXICO

Noriega Varela hizo la crónica en verso del fracaso emigrante: «Habaneiros que veñen/ de penas fartos/ con sombreiro de palla/ pero sin cartos?»

12 dic 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Noriega Varela hizo la crónica en verso del fracaso emigrante: «Habaneiros que veñen/ de penas fartos/ con sombreiro de palla/ pero sin cartos…». Habían marchado con la ilusión de mejorar y enriquecerse pero a menudo regresaron ya para siempre derrotados. Alguno soportó el revés aún a costa de bisbeos y risas por lo bajo. Otros no se resignaron y emprendieron aventuras disparatadas, desordenaron sus vidas o falsificaron documentos e identidades en vanos intentos de ganar dinero, posición y respeto. De todo hubo. La casuística fue amplia, plural y variada en A Mariña.

Un caso sonado tuvo lugar el 23 de abril de 1925. Ese día La Voz de Galicia publicaba una noticia que decía así: «Están desde ayer en la cárcel, a disposición del juez del distrito de la Audiencia, José Sinde Ramallal, de 53 años de edad, casado -que tiene a su esposa en México- y una agraciada joven de 17 años, soltera, modista, llamada Carmen Montero». La policía los había detenido en A Coruña porque sospechaba que la muchacha ?entonces menor- se proponía embarcar para La Habana y desde allí seguir viaje con Sinde a México sirviéndose de una cartilla de identidad falsificada en la que se hacía figurar que tenía 26 años.

La pareja procedía de Ribadeo. Allí vivía la madre de la adolescente y allí el tal Sinde había abierto una vaquería tras regresar de México alardeando de haber conseguido una fortuna. Pero, transcurrido un corto período de tiempo, la cerró. Las cosas no iban como pensara y perdió la mayor parte del dinero invertido.

Aun así, Sinde no se dio por vencido y abrió en Figueras (Asturias) un salón de baile en el que también había bar y se proyectaban películas de cine. Para el nuevo negocio contrató como taquillera a Carmen Montero, a la que había conocido en Ribadeo. Era una joven guapa, fresca y con desparpajo. Pero las cosas tampoco funcionaron, las deudas iban a más y la pareja decidió largarse a México.

Cuando fueron detenidos en A Coruña, Carmen declaró que hacía tiempo que abandonara a su madre y que no le había pedido permiso para marchar a América aunque no tenía la edad legal para poder hacerlo. Ni se despidió de ella ni tenía intención de hacerlo porque, según manifestó, su madre se había portado muy mal con ella. El funcionario que redactó el parte escribió: «La madre de la muchacha, sin duda para ver si la atraía al buen camino, la tuvo en un convento de corrigendas en Santiago unos cuantos meses sin lograr enderezarla...».

Además de Sinde y la joven Carmen, la policía también encarceló a Gerardo Carballo Somoza, un emigrante de la comarca -no se precisa el lugar- que estaba casado con Florentina Regal Cabanas y tenía cuatro hijos. Se le acusó de ser el autor material de la falsificación del documento de embarque y de haber gestionado este.

Falsificar documentos para hacer de la boda un negocio

Un año antes de la tocata y fuga de José y Carmen, otro suceso sobresaltó Ribadeo. Fue el 1 de febrero de 1924 y su protagonista, Jesús Gayol, un asturiano «vivo» según escribió La Voz. La noticia dice que Gayol ?»pensando en hacerse rico para engañar a su novia, Elisa García, residente en La Habana, y hacer un buen negocio casándose con ella»- se presentó en Ribadeo diciendo que era Notario y Registrador de la Propiedad de Cienfuegos (Cuba) y que se llamaba Gustavo del Pino Huguer.

Con esa carta de presentación, se dirigió a las imprentas de La Comarca y Las Riberas del Eo y encargó varios sellos de caucho con inscripciones relativas a las funciones de notario y registrador, y dos cubiertas impresas de las que se utilizan para las escrituras públicas en las notarías. A los pocos días, regresó para recoger los encargos y, con ellos ya en su poder, salió a dar un paseo por la villa.

Llevaba traje blanco, pajilla y leontina y los sellos de caucho le abultaban mucho en los bolsillos. La gente comenzó a murmurar y, alertado, el sargento de la Guardia Civil le salió al paso: «¿Qué hace usted por aquí», le interrogó. «Dar un paseo, sencillamente», contestó el indiano. «¿Y qué lleva usted en los bolsillos que tanto abultan? ¿son armas?», dijo. «No, no…», vaciló el asturiano. «Al calabozo, por sospechoso», decretó el agente siguiendo el manual de instrucciones y usos y costumbres…

En la celda, el asturiano confesó. Dijo que hacía dos años que regresara de La Habana donde se dedicara al comercio y que necesitaba provistarse de dos escrituras falsas para hacer ver a su novia, Elisa García, que era un hombre rico. Solo así ?declaró- conseguiría su amor. «Oída la historieta por la autoridad, Gayol fue ingresado en la cárcel de Ribadeo y puesto a disposición del juez», concluyó el redactor.

No contó cómo acabó aquella historia de amor y mentiras ni si Gayol volvió a América. Tampoco hacía falta porque la primera vez nunca comienza nada. Al contrario, algo termina: en aquel caso, el sueño de una emigración rica y distinguida…

Por una herencia, un emigrante mató a su hermano en Ourol, lo cubrió con una manta y luego se suicidó

El mismo año en que Gayol quiso demostrar a su novia su riqueza mostrándole documentos falsos, en Ourol la fiebre del oro tuvo consecuencias más dramáticas. Desde que el joven Manuel Durán regresara de América, desencantado y sin fortuna, las disputas y riñas con su hermano José eran diarias «originadas por cuestión de intereses» dice el Correo de Galicia. A tal extremo llegó la tirantez de relaciones entre ellos que José más de una vez amenazó de muerte a su hermano retornado. Manuel quería repartir ya la herencia de sus padres para disponer de su parte y José era partidario de esperar a que falleciesen…

El conflicto familiar tuvo un desenlace no deseado el 9 de octubre de 1924. Ese día apareció en la parroquia de Miñotos (Ourol) el cadáver de Manuel. Tenía el cráneo destrozado por un balazo. A su lado, se halló una carta en la que hacía constar la causa de haberse quitado la vida: el temor de que su José cumpliera las amenazas que constantemente le profería… La aparición de su cadáver causó una gran conmoción en la comarca toda vez que coincidió con la desaparición de José. Y las autoridades comenzaron a barajar la hipótesis de que el suicida, antes de volarse el cráneo, hubiera dado muerte a su hermano.

Intervino el juez, instruyendo diligencias, y guardias civiles de cuarteles próximos rastrearon la zona. Finalmente, al cabo de cinco días de búsqueda, fue encontrado el cadáver de José Durán escondido en un tojal, cerca de la Iglesia de Miñotos, y cuidadosamente envuelto en una manta. El homicida ?discrepancias por la herencia aparte- quiso tener un último detalle compasivo y cariñoso con su hermano…