Amadeo Pérez Yáñez: «En Suiza, vales lo que vales»

Santiago Garrido Rial
S. G. RIAL CARBALLO / LA VOZ

GALLEGOS ILUSTRES

Es embajador de Suiza ante las Naciones Unidas

01 abr 2016 . Actualizado a las 12:49 h.

Amadeo Pérez Yáñez (A Veiga-Ourense, 1953) es uno de los gallegos emigrados a Suiza que más alto han llegado en su país de acogida, e incluso del resto del mundo. Desde hace tres años ocupa el cargo de embajador de Suiza ante las Naciones Unidas (la sede de Ginebra), las organizaciones internacionales que dependen de la ONU y otras ajenas a ella. En total, 36 en todo el país, de las que 22 se encuentran en la ciudad ginebrina. Bajo su responsabilidad se encuentran las relaciones suizas con todas esas instituciones, y todo lo que tenga que ver con el acuerdo de sede, desde los problemas que puedan surgir hasta el estatus diplomático correspondiente. Su álbum de fotos está cubierto por recepciones a numerosos presidentes y altos dignatarios mundiales. Pero para llegar tan alto tuvo que recorrer un largo camino.

-¿Cómo llegó a Suiza?

-Llegué en enero del 63, cuando tenía diez años. No estaba previsto que nos fuésemos entonces mi madre y yo. Mi padre había llegado un año antes. Los comienzos fueron difíciles. Éramos ilegales. Estuve seis meses en el pueblo de acogida sin poder acceder a una escuela, y otros seis sin entender nada de francés. Pero había que espabilar, y de hecho estas cosas ayudan en la vida. Lo que no mata te hace más fuerte.

-Con el tiempo, se encaminó hacia los estudios de Derecho. ¿Por qué?

-Por el sentido de la justicia que tenía mi padre, por cosas que había vivido y que le marcaron. En realidad, el haber estudiado se lo debo a él -y a mi madre-, tuvo las luces suficientes para decir que, si él era obrero, quería que su hijo fuese otra cosa. Y realizó un enorme esfuerzo para que yo pudiese progresar. No era normal entonces estudiar, creo que de mis compañeros de entonces fui el único que lo hice. Y yo, al mismo tiempo, me sentía obligado al ver el esfuerzo que les costaba.

-¿Qué ha significado Suiza para usted?

-Marcó mi vida. Es un país en el que, si trabajas y haces las cosas bien, tienes posibilidades. Es un país serio, en el que no te discriminan por tu origen, sino que miran tu capacidad. En Suiza, vales lo que vales realmente. Cuando llegué al Ministerio de Justicia lo hice sin tener aún la nacionalidad suiza, creo que fui el primer caso.

-¿Y para Galicia? ¿Qué ha significado Suiza?

-Algo muy importante. Ha ayudado mucho que la capacidad de adaptación de los gallegos ha sido excepcional. Han trabajado muy bien, sin problemas. La integración ha sido muy buena, y no ha sido el caso de otras comunidades, por cierto. En Suiza, nadie se avergüenza de ser gallego.

-¿Usted se siente más gallego, suizo, español?

-Soy como la fondue, mitad, mitad [risas]. Llevo aquí ya muchos años. A Suiza le estoy muy agradecido, y estoy muy orgulloso de representar a este país. A Galicia voy mucho. Allí tengo a mi padre, que vive en O Barco de Valdeorras. A mis tías, a mis primos. Y mis hijos están estudiando en Madrid. El vínculo se mantiene.

-¿Cómo definiría su puesto? Es una embajada en el propio país, por las peculiaridades de Suiza y de Ginebra. -Es como una jefatura de institución multilateral, el enlace con las Naciones Unidas y todas las organizaciones internacionales, que mueven 25.000 puestos de trabajo y más de 8.000 millones de francos suizos, gestionando a unas 40.000 personas. Llevamos todo lo que afecta a privilegios diplomáticos, inmunidad, los edificios que ocupan estas sedes... Todo el estatuto de las organizaciones internacionales en Suiza, el canal diplomático entre esas organizaciones, las misiones permanente y el Gobierno suizo. La verdad es que es algo que me gusta y me pagan por ello.