Yago Grela se fue a Francia por amor y gracias a su novia será uno de los once mil portadores de la llama
03 abr 2024 . Actualizado a las 18:05 h.A Yago Grela (Vigo, 1996) siempre le quedará París. «Siempre». Parte de su vida está ahí desde que hace doce años conoció a Leopoldine en una inmersión lingüística en Canadá. Él era un joven de Coia que «soñaba con ser periodista» y ella una adolescente de París que «quería ser abogada». Suena a guion de película romántica. A él le gusta. ¿Hoy coméis perdices? «Eso no lo sé, pero nos vamos a casar en junio». Un mes después, justo antes de su luna de miel, Yago portará la antorcha olímpica por las calles de París. Será uno de los 11.000 afortunados que llevarán la llama en la carrera que comienza por Francia en mayo. ¿Qué nervios, verdad? «Pues sí. Estoy muy emocionado… Ni había soñado con hacer algo así».
Yago no es deportista. Jugó al balonmano en el Seis do Nadal, pero «no destacaba demasiado», cuenta, entre risas. No, no lleva la antorcha olímpica por sus goles, la lleva, sorpresa, por amor. Francia abrió el año pasado un proceso de selección abierto a los ciudadanos que «actúan diariamente para construir una sociedad más unida, más inclusiva, más sostenible y más justa». Leopoldine lo nominó destacando como «me integré en la sociedad francesa hasta ser un parisino más», explica Yago. Llegó a la capital francesa después de un recorrido de estudios y trabajos que los llevó a Vigo, Santiago de Compostela, Rennes, Barcelona y, desde hace dos años, a París, donde trabaja como responsable de comunicación de la Organización Europea de Equipos de Aviación Civil (EUROCAE).
Yago portará la antorcha el 15 de julio y atravesará corriendo una calle de París. Será un trayecto corto, de unos «400 metros». ¿Vas a por la medalla? Se ríe. «Soy más especialista en distancias largas». Ese día acompañará también al resto de portadores por su recorrido por la ciudad. Serán de los últimos de una travesía que se inicia en mayo con la llegada de la llama a Marsella desde Grecia y que, además de en la Francia continental, también pisará tierra en Martinica, Polinesia, Reunión, Guyana y Guadalupe. Una semana después de que Yago lleve la antorcha, su fuego iluminará el estadio olímpico el 26 de julio.
Como es «de Coia de toda la vida», presume de vigués por el mundo adelante, ya ha visitado 36 países con Leopoldine, pero ahora también «integra» los valores de ser francés. ¿Eso qué significa? «Cuando me mudé hace año y medio intenté abrazar la cultura francesa todo lo posible para vivir la experiencia al máximo. Francia es un país en el que enamorarse de su cultura y su forma de vida. Es un honor que me hayan elegido para formar parte de un acontecimiento tan importante en el país». Bromea que todo va bien hasta que les habla de la Reconquista. ¿Participaste alguna vez? «Sí» Hay un silencio. «Y fui vestido de francés. Ya apuntaba maneras».
Yago, como tantos otros emigrantes, sueña, aunque le encante Francia, con volver. «En Vigo todo es más tranquilo y se agradece esa paz». El ritmo de vida es la mayor diferencia entre las dos ciudades, «para lo bueno y para lo malo». En París todo es «más rápido. Tiene un ambiente muy vibrante que, a veces, puede ser agotador, pero que también se agradece».
Este fin de semana, Yago volverá a Vigo con Leopoldine para «compartir con ella la Reconquista». En sus 12 años de relación nunca «le había cuadrado». Bromea que no puede ponerse a entrenar para su carrera «sin comer antes un buen choripán».