«Luxemburgo carece de alma propia, es un país con casi la mitad de su población extranjera»

María Doallo Freire
MARÍA DOALLO OURENSE

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Adrián, en el barrio de Grund, con las murallas de la ciudad de fondo
Adrián, en el barrio de Grund, con las murallas de la ciudad de fondo

Adrián Outeiriño trabaja como controlador financiero en el Banco Europeo de Inversiones

05 feb 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Aunque nació en Lausana (Suiza), Adrián Outeiriño se considera ourensano, lugar en el que creció, o, en todo caso, ciudadano del mundo, ya que una de sus mayores pasiones es viajar. «Creo que es mi único vicio, me ayuda a ser más compresivo y respetuoso con otros puntos de vista y con las personas que eligen otras formas de vivir la vida», afirma. En ello influye que Adrián proviene de una familia de emigrantes retornados. Sus abuelos y, posteriormente, sus padres rodaron por distintos países, como Argentina y Suiza. Tanto afán por descubrir lo ha llevado a vivir en varios puntos del mundo. Actualmente reside en Luxemburgo, donde trabaja como controlador financiero en el Banco Europeo de Inversiones.

—¿Cómo terminó ahí?

—Al acabar la carrera me mudé a Toronto (Canadá) para mejorar mi inglés. Al año, cuando se me terminó el visado, regresé y me instalé en Madrid, dónde me saqué un máster en Comercio y Negocios Internacionales, mientras trabajaba de controlador financiero en una empresa en el sector cementero. La formación me daba la oportunidad de terminar el curso en Shanghái (China) y no me lo pensé. En el 2021, la empresa cementera me ofreció trabajar desde Luxemburgo y en este caso me pudo la curiosidad. Era una gran oportunidad laboral.

—¿Cómo es su día a día?

—Luxemburgo es un país muy calmado. La ciudad es más o menos como Ourense y con unos horarios y estilos de vida típicos del norte de Europa. Al principio la experiencia fue parecida a estar de Erasmus, pero cobrando, porque en este lugar vive muchísima gente joven. Ahora mi día a día es muy tranquilo. Hago deporte regularmente y de hecho intento ir en bici al trabajo. También quedo mucho con mis amigos y como aquí hay aeropuerto, hago bastantes viajes de fin de semana, incluso a veces vamos en tren o coche. Es la ventaja de estar literalmente en el centro de Europa.

—¿Qué diferencia a Luxemburgo de Ourense? ¿Y qué es lo que más extraña de su tierra?

—Diría que la gastronomía y la sensación de cultura propia es lo que más nos diferencia. Aquí no destaca precisamente la comida y, de hecho, echo mucho de menos la de Galicia. Con mi familia y mis amigos es lo que más extraño. En general Luxemburgo carece un poco de alma propia, es un país con casi la mitad de su población extranjera. Un día normal, yendo por la calle o en el tranvía puedes escuchar fácilmente hasta diez idiomas diferentes

—¿Qué está siendo lo mejor de su experiencia? ¿Y lo peor?

—Lo mejor es la gente a la que he conocido y también el darme cuenta de todo lo que tiene que aprender España en cuanto a cómo tratar a sus empleados y a lo importante que es que respeten tus tiempos y tu vida privada. Lo que menos me gusta es la falta de sol.

—¿Planea quedarse?

—Me vine con la idea de estar dos años. Acabo de cumplir tres y la verdad es que por el momento no me planteo moverme. Hace seis meses empecé a trabajar en el Banco Europeo de Inversiones y estoy feliz. Creo que me va a costar volver a España porque aquí tengo una calidad de vida que trabajando allí no tenía. La única razón para regresar sería estar más cerca de mi familia.

—¿Qué recomienda no perderse a los que visiten Luxemburgo?

—Esta es una ciudad de cuento. Tiene una doble altura porque la dividen grandes acantilados y está comunicada por ascensores que, al igual que toda la red de transporte público del país, son gratuitos. No te puedes perder un paseo por el barrio de Grund, con el río Alzette y las murallas. Hay que visitar alguno de los castillos, como el de Vianden, y hacer una ruta de senderismo, mi favorita es la de Mullerthal. Sin duda, si es Navidad, un imprescindible son los mercadillos, los más bonitos que he visto.

—¿Cree que es un nómada o que algún día se establecerá? ¿Contempla envejecer en Luxemburgo?

—Estoy en un punto de mi vida en el que no me veo danzando por el mundo. No digo que me imagine para siempre en Luxemburgo, pero si me mudo de nuevo sería una decisión meditada y sin duda dentro de Europa, no quiero alejarme más de los míos.

VIVIR EN LUXEMBURGO

Luxemburgo es el séptimo país más pequeño de Europa y está situado en el centro del continente. Su capital es una ciudad con el mismo nombre, sede de importantes instituciones europeas. Tiene tres lenguas oficiales: luxemburgués, francés y alemán. La atraviesan los ríos Alzette y Pétruss. El estilo de vida en Luxemburgo está muy influenciado por la cultura y sus habitantes se caracteriza por su apertura al mundo.

TRAYECTORIA VITAL

Trotamundos. Se llama Adrián Outeiriño Vázquez y nació el 4 de abril de 1993. Vino al mundo en Lausana (Suiza). Hijo y nieto de emigrantes, llegó a Ourense cuando aún no había cumplido un año. Se crio en la ciudad, donde todavía hoy reside su familia. Estudió en el colegio Maristas, en el centro de la capital, y cuando le tocó escoger un futuro profesional decidió irse a Vigo para estudiar Economía. Su personalidad trotamundos le ha impulsado a viajar y a vivir en distintos países. Después de estar un tiempo en Canadá, en Madrid y hasta en China, en el 2020 se mudó a Luxemburgo gracias a una oportunidad profesional. Tres años después sigue en el país centroeuropeo. Hace seis meses emprendió una nueva aventura laboral y ahora trabaja como controlador financiero en el Banco Europeo de Inversiones.