Uxía Martínez Botana, contrabajista: «Más cultura es más humanidad»

EUROPA

LVG

Es una de las instrumentistas gallegas más valoradas. Desde Ámsterdam, donde vive, echa de menos navegar, su otra pasión

06 ene 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Es una de las intérpretes gallegas más internacionales. Maestra del contrabajo, Uxía Martínez (1988) se fue a Ámsterdam a desarrollar una carrera internacional que va como un tiro. Eso sí, pese a que viaja constantemente, zamburiñas como las de A Coruña, dice, no las ha encontrado en ningún sitio.

—¿Sigue en la Orquesta de Bruselas?

—No. Ahora estoy en la Oxford Philharmonic Orchestra y dando clases en Barcelona.

—Pero vive en Ámsterdam.

—Viajo con frecuencia a Barcelona y luego tengo mis proyectos de solista de música de cámara por todo el mundo. Países Bajos es un país muy abierto, con muchas comunicaciones con todo el mundo. Eso me facilita mucho mi carrera internacional porque viajar desde aquí me resulta muy sencillo. Está además la Fundación Nacional de Instrumentos Holandesa que esponsoriza mi instrumento.

—Es un instrumento especial, ¿no?

—Es de 1800, anónimo porque la etiqueta se perdió, pero se sabe que es de la escuela inglesa. Aquí lo bautizaron como The english lady y tiene la particularidad de que es algo más pequeño que la mayoría de los de su escuela. Es un instrumento con unas posibilidades muy amplias en sus colores sonoros.

—Leí que su relación con el contrabajo es casual.

—Sí. Yo quería conocer el mundo de la música, era lo que me fascinaba. Quería ser chelista pero, al entrar en el conservatorio, solo quedaba libre trompa, fagot y contrabajo. Y mis padres no querían instrumentos de viento. El contrabajo lo vi como un chelo grande y pensé: «¡Malo será!». Lo que me encandiló fue mi profesor ruso y su mujer, que también me enseñaba piano. Ahí empezó el juego de mi vida. Prefería ir a casa de ellos que al parque. Lo más importante es cómo construir a un músico; más que hacerlo violinista o flautista, es cómo hacer música.

—Eso de que sus padres no querían instrumentos de viento en casa...

—Mi padre me decía que no quería la trompa porque se me iban a deformar los labios y que ya no iba a tener novio, ja,ja, ja. Pero en realidad era porque la trompa hace mucho ruido. Y pensaron que un instrumento de cuerda sería más discreto.

—Echará de menos Galicia.

—Sí. Echo mucho de menos a mi familia y nuestra cultura. Especialmente la gastronomía y el mar. La playa de Bastiagueiro es mi lugar favorito.

—¿No ha venido en Navidad?

—No, porque tengo que irme de gira a El Cairo, a Zúrich y Andermatt y me he tenido que quedar por tema de visados. Pero han venido mis padres.

—Viaja usted mucho.

—Muchísimo, sí. Aparte de estos destinos me espera Berlín, Varsovia, Barcelona, París, Budapest, Madrid... Y eso hasta marzo.

—¿Hay algún público especial para usted?

—Me gusta mucho el público alemán, porque respetan mucho al músico. Pero España me gusta mucho también,porque es muy agradecido, lo sientes cuando les gusta. Y luego hay un público muy entusiasta, que es el japonés.

—Igual es usted más conocida en Japón que en Montealto.

—Seguro.

—¿Le molesta eso?

—Bueno, yo creo que quien tenga pasión por la música, por la cultura, puede llegar hasta mí perfectamente. Mi deseo no es la fama sino que en la sociedad, a la cultura se le dé el peso que merece. Hay mucha diferencia entre las sociedades donde la cultura pesa más o pesa menos. A más cultura, más humanidad. Y eso es muy importante para las generaciones futuras, porque aporta valores humanos.

—¿Hubiera podido desarrollar su carrera desde Galicia?

—Hay gente que estudió conmigo y que está en Galicia. Pero quien quiere una carrera internacional de un cierto nivel, no solo no se puede quedar en Galicia sino en casi ningún sitio. Este tipo de carreras no llegan estando en casa, llegan trabajando y moviéndote muchísimo.

—¿Cuánto tiempo dedica a ensayar cada día?

—Tengo mucha resistencia, puedo trabajar muchas horas sin cansarme. Porque me apasiona lo que hago. Un mínimo de seis o siete horas al día le concedo. No siempre con el instrumento, también investigo repertorios, métodos de enseñanza...

—Alguna vez apreciará la emoción del público.

—Yo soy bastante emocional y esas cosas me tocan mucho. El último concierto del año fue el Mesías de Händel. Tras la actuación vino un chico de unos 12 años que estudiaba contrabajo y me dijo: «He crecido viéndote tocar». Eso es impagable.

—¿Sus favoritos?

—Muchos, los que más Skriabin, Prokófiev, Shostakóvich, Bach, Mozart y Beethoven.

Edgardo

—Celta o Dépor.

—¡Del Dépor! Mi abuela tenía un póster de Bebeto en la cocina.

—Diga tres o cuatro palabras que la definan.

—Curiosa, incansable, sentimental y muy amiga de mis amigos.

—Su tiempo libre lo dedica a...

—Me encanta la naturaleza y el mar. Mi gran pasión es navegar. Aquí en Ámsterdam voy al cine. Y me encanta Nueva York. Voy mucho.

—¿El mejor momento del día?

—De noche, cuando el mundo se va a dormir. O muy temprano. Me gusta ver las ciudades dormidas.

—Algo repugnante.

—La ignorancia.

—Una canción.

—Tintarella di Luna, de Mina.

—¿Lo más importante en la vida?

—Ser feliz.