Sandra y Marta, gallegas en Polonia: «Nos vinimos de Erasmus y un día nos despertamos con que estaban bombardeando Ucrania»

EUROPA

Las coruñesas Sandra y Marta (en la foto, en Estocolmo) están acabando su Erasmus en Podnan.
Las coruñesas Sandra y Marta (en la foto, en Estocolmo) están acabando su Erasmus en Podnan.

«Si quieres viajar, elige Centroeuropa. Nosotras volamos a Oslo por 8 euros», cuentan estas coruñesas que escogieron Poznan como destino para hacer un curso de Educación Infantil. «Es una ciudad familiar, segura y accesible», en la que ellas ayudaron a muchos refugiados del país vecino

14 jun 2022 . Actualizado a las 10:43 h.

Eran residentes en A Coruña y compañeras de clase sin saberlo. Lo supieron de camino a Polonia, cuando Sandra, de 23 años, y Marta, de 22, viajaban rumbo al inicio de su Erasmus en Poznan, entre Berlín y Varsovia. Allí volaron a comienzo de un curso que se las prometía tranquilo, y que estuvo inesperadamente marcado por la guerra de Ucrania. «Ahora todo está tranquilo. Semanas atrás entraron muchos refugiados. Nosotras prestamos ayuda. Recaudamos dinero y comprábamos lo que necesitaban aquí, porque era una forma más rápida y fácil de ayudarles que recibir las cosas desde España», cuenta Marta. Sus familias y amigos les enviaban dinero para prestar ayuda a esas personas que debían dejar de la noche a la mañana sus casas en el país vecino. Así lo hizo todo el grupo español con el que hicieron «una pequeña familia» en Poznan, moviéndose por diferentes asociaciones y en la estación de tren para saber qué necesitaban los refugiados.

 «Llegaban con pocas cosas, pero son familias normales, como podemos ser nosotros. Es fácil verse reflejado», cuenta Marta.

En la estación de tren, hasta hace poco, era habitual ver a muchos voluntarios repartiendo comida y ropa, «y a los refugiados veías que les daba vergüenza coger las cosas. Eran familias con una condición socioeconómica buena en el país en que vivían, que debieron marcharse de un día para otro con lo puesto. Lo que vimos es que aquí en Polonia todos se volcaron con ellos», destaca Sandra. La respuesta solidaria a la guerra, valoran, fue ejemplar en Polonia; «en muchas ciudades, no solo en la nuestra».

¿Cómo es la vida ahí, en Poznan? ¿Cómoda, tranquila, accesible? «Vivir aquí es accesible. La compra, por ejemplo, es mucho más barata que en España. Yo si comparo con lo que pueden gastar ahí mis padres en la compra semanal, veo que aquí gastamos mucho menos por lo mismo», cuenta Sandra, que calcula en unos 20 o 30 euros lo que puede suponer la compra semanal completa, con fruta, verdura, leche, avena, carne... y percibe una ventaja en el precio de arándanos, fresas y otras frutas que aquí pueden ser «carísimas». «La verdura y la alimentación en general es bastante más barata», añade Marta. Pero ojo al café, que rompe la pauta, con 2 euros por taza.

La vida es muy cómoda, valoran. «Hemos acertado con la ciudad, que es pequeña. Todo te queda cerca. Los medios de transporte funcionan bien, todo está bien comunicado. Tienes el tranvía y el bus, y te mueves a muchísimos sitios caminando sin problema, con seguridad», cuenta Marta. «Esta es una ciudad muy segura, pequeña, de estudiantes y muy familiar. Nunca tenemos miedo de desplazarnos andando». ¿Se suele usar la bici? «La bici se ve más para hacer deporte, suelen usarse más los medios colectivos de transporte, como el tranvía y el bus».

Estas coruñesas con pasión por la educación y los viajes, que estudian en la facultad Adama Mickiewicza, están en la «residencia de españoles por excelencia» de la ciudad polaca, Student Depot Polonez. «En ella somos unos 300 españoles o más. Estamos alojadas en habitaciones individuales, pero las hay también compartidas. Es una residencia privada de 12 plantas que está prácticamente en el centro», detallan. ¿Os costó situaros al principio? «Bueno, no todo es tan bonito como lo pintan —admite Marta—. Nosotras llegamos con las expectativas muy altas y las primeras semanas, sobre todo la primera, son duras. Luego, cuando encuentras tu sitio, todo fluye, y es fácil. Y la universidad no tiene punto de comparación con la de España...». «La carga de trabajo que tienes es mucho menor aquí. Con los profesores, muy contentas. Hablan bastante bien inglés, son muy comprensivos con los alumnos de Erasmus», cuenta Sandra, que añade que ellas solo van a clases con gente que está en este programa europeo.

Hay un pero: «La gente polaca no es muy amable. En la Universidad, sí, pero en el día a día, en supermercados, tiendas y centros comerciales, no». Una dificultad añadida para integrarse a la llegada es que la mayoría «no quieren hablarte en inglés. Es complicado, pero te acostumbras». Eso de hacerse al lugar lo facilita la notable presencia de españoles en Poznan. «Los Erasmus nos relacionamos mucho; con los españoles, hacemos mucha piña», dice Marta.

PADRES ASUSTADOS

El surtido de nacionalidades que han encontrado estas gallegas en esta región situada a orillas del Varta es amplio. «hay mucha gente de Kazajistán y de Turquía. Hay italianos, franceses, irlandeses, alemanas, griegos; mucha gente de Ucrania, que llegó en el segundo cuatrimestre...», cuentan. Ellas entraron en Polonia meses antes de que Putin lo hiciese con sus tanques en Ucrania, sin temer esta invasión siquiera: «Conocíamos la situación, pero todo fue de la noche a la mañana. Nosotras no llegamos a viajar, pero hubo mucha gente que en el primer cuatrimestre, antes de Navidad, sí viajó a Ucrania. Se sabía la amenaza que había, pero de un día para otro nos despertamos con que estaban bombardeando Ucrania, con que estábamos en un país vecino y nuestros familiares se asustaron mucho», relata Sandra.

¿Pasasteis miedo? «La primera semana sí. Pero, sobre todo, por las noticias que llegaban de España. Mis padres estaban asustados, pero porque no paraban de bombardear con las noticias. Al principio, llegamos a pensar que nos íbamos a tener que ir», prosigue. Se quedaron.

«La Universidad nos mandó un e-mail en el que nos tranquilizó. Luego, las cosas empezaron a calmarse y ahora todo está mucho más tranquilo», resume Marta. «Hubo otras ciudades de Polonia, como Cracovia, en las que la guerra se notó mucho más. Poznan estaba más alejada y no llegaba tanta gente. Nosotras, al estar ayudando, hemos visto a familias llegar, y eso siempre te impacta, claro, pero hubo otras ciudades polacas que estuvieron mucho peor», añade Sandra.

A pesar de que su balance del año Erasmus tiene luces y sombras, e incluye «días tristes», Sandra y Marta volverían a elegir este destino Erasmus. Y eso que han tenido su largo invierno. «En invierno se hace de noche a las tres y media de la tarde. Nos chocaba mucho eso. Yo no viviría años en un país en el que anochece tan pronto, pero sí pasaría un año aquí», dice Sandra. Y Marta: «Creo que el carácter que tienen es un reflejo del tiempo que hace». Para compensar, disfrutaron de la nieve y el esquí como nunca, como un coruñés no se imagina...

A OSLO POR 8 EUROS

¿Lo mejor que os vais a traer en la mochila de vuelta de la experiencia? «El estilo de vida de aquí, la comodidad, la seguridad que hay. Tenemos mucha libertad. Aquí se pueden hacer un montón de planes y viajes a buen precio. Y hasta los momentos malos los valoramos, porque de todos sacas algo positivo», asegura Marta.

En el primer cuatrimestre se fue «mucha gente. Ahí hubo un bajón, pero enseguida, con la llegada de otros estudiantes», volvieron a llevarlo bien. Y ahora llega el buen tiempo...

Morriña sintieron una «migalla», de la gente «¡y de la comida!». Y acostumbradas a vivir con nuestros padres, venirnos solas...». No es estar a pensión completa, con todo incluido, claro.

Viajar desde Polonia es asequible. Y ese fue un motivo de peso en su elección. «En diciembre viajamos a Oslo por 8 euros ida y vuelta. Los vuelos son baratos. Escogimos este destino porque está en Centroeuropa y desde aquí es fácil y barato viajar. «Igual si somos 12 nos apañamos para meternos en un apartamento de seis y dormimos como podemos... Polonia es muy buen destino para viajar, está muy bien situado», aseguran.

Pasaron todo el curso sin mascarilla («Aquí es como si el covid no existiese, como en un burbuja») y con el final de curso, el 22 de junio, se vuelven a casa. «Morriña hay...», admiten, pero ganas de volver, las justas. A aquel o aquella que se decida por un Erasmus en su destino, les recomiendan «que se apunte a todo: viajes, excursiones, planes de tarde... Que tenga paciencia a la hora de encontrar su sitio y no se cierre a su grupo de amigos, y que intente relacionarse con gente extranjera, porque enriquece mucho».