María Casares viaja simbólicamente desde su casa francesa a la gallega natal

Javier Becerra
Javier Becerra REDACCIÓN / LA VOZ

EUROPA

Felipe Peña y Johanna Silberstein en la Casa Casares Quiroga de A Coruña, donde se crió María Casares
Felipe Peña y Johanna Silberstein en la Casa Casares Quiroga de A Coruña, donde se crió María Casares MARCOS MÍGUEZ

Johanna Silberstein, difusora de la figura de la actriz, visitó el hogar donde se crio en A Coruña junto a Felipe Peña, su restaurador

10 feb 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

«Hay algo de espiritual en todo esto», dice Johanna Silberstein. Codirectora de la Maison María Casarès —la casa situada en La Vergne que la actriz donó a Francia en agradecimiento por haberla acogido en el exilio—, participó ayer en el Museo de Belas Artes de A Coruña dentro del ciclo de conferencias que promueve la Xunta para celebrar el centenario de la actriz. «María Casares me acompaña siempre adonde voy —explicó—. El lunes estaba en La Vergne y, al día siguiente, en A Coruña. Así que, en cierto modo, ha hecho este viaje conmigo. La siento como mi abuela, que me lleva a todas partes. Y de manera especial ahora, en su centenario».

En este trayecto tuvo lugar un reencuentro simbólico que nunca se llegó a dar en la realidad: la vuelta de María Casares a la que fue su casa natal, la situada en el número 12 de la calle Panaderas. Allí la esperaba el arquitecto Felipe Peña, encargado de la restauración de un inmueble que hoy funciona como museo y centro cultural. «La figura principal y el motivo de la restauración fue Santiago Casares Quiroga [ministro y último presidente del Consejo de Ministros de la República que encargó la reconstrucción a Faustino Domínguez Coumes-Gay en 1886], pero cuando leíamos y trabajábamos sobre la casa iba apareciendo un personaje poderosísimo, María Casares», recuerda. El edificio lo compró el Ayuntamiento de A Coruña en el año 2001. «Es una gran artista en Francia, relacionada con los grandes intelectuales de la época. Eso tuvo un gran atractivo para los contenidos de la casa», precisa. En el 2007 Peña vio materializado su trabajo.

Ayer mostró a Silberstein las diferentes estancias restauradas. «Es una casa que para un presidente del gobierno es muy poca cosa. Él era un demócrata rico, pero no despilfarraba», explica. «Está situada en un sitio ideal en A Coruña, para ir a la Ciudad Vieja y la Pescadería. Se nota que era un hombre con una gran racionalidad, tanto para elegir la casa como para levantar un piso representativo en ella». En el contexto de la visita y el acto posterior, el interés radica en ese desván que habitaba María Casares. «Lo decía en sus memorias», recuerda Peña.

Hermandad cultural

El arquitecto espera que, a partir de ahora, queden conectadas ambas casas. «Todavía no he visitado La Vergne, pero voy a ir, posiblemente este verano», indica. Allí Johanna Silberstein trabaja en la difusión del legado de María Casares. Lucha contra el olvido que atenaza a los actores, especialmente a los centrados en el teatro. «La memoria de estos artistas no existe —subraya—. El público solo recuerda en el momento que ve la representación, no después. La gente que vio actuar a María Casares ya está muerta o es muy mayor. La generación joven la desconoce. Es el drama general de los actores de teatro, caer en el olvido».

Sin embargo, Silberstein constata un incremento reciente del interés por la actriz en Francia. «La publicación de la correspondencia con Albert Camus es la que ha hecho volver a descubrir la figura de María Casares», dice. Se trata de Correspondance: (1944-1959), el volumen que recoge toda esa relación epistolar que recopiló y publicó Catherine Camus, hija del autor de El extranjero (1942), quien mantuvo una relación extramatrimonial de 15 años con María Casares. «Desde la Maison María Casarès hacemos un trabajo intenso para ayudar a los nuevos artistas a descubrir a María Casares. ¡Yo voy a hacer que se descubra aún más!», se ríe. Esa labor incluye un festival de teatro veraniego de cuatro semanas, así como actividades con las escuelas.

Peña recoge el hilo. Precisamente, echa en falta que los esfuerzos hechos en Francia —la Maison María Casarès cuenta con «un fuerte apoyo del Ministerio de Cultura», recalca Silberstein— tengan continuidad en España: «Es una suerte que esta celebración, que en Francia se la toman muy en serio, aquí esté adquiriendo una cierta relevancia y una presencia que no había tenido. Es el momento en el que lo que ocurre allí se tiene que acercar aquí. Porque ese personaje tan importante nació y se formó aquí. Es un orgullo».