Los ecos de las concertinas de la aldea de Olelas llegan al corazón de París

Pablo Varela Varela
Pablo Varela OURENSE / LA VOZ

EUROPA

Emigrantes de la localidad ourensana, situada en el concello de Entrimo, difunden su herencia cultural en Francia

31 may 2021 . Actualizado a las 11:58 h.

En Olelas, una pequeña aldea de Entrimo donde basta con alzar la mano por el aire para dar el «bos días» a sus vecinos de Várzea, ya en Portugal, sigue muy viva la figura de Sindo Álvarez, artista de la concertina que falleció en el año 2017. Por su carácter, era imposible que su despedida fuese convencional. En un homenaje posterior a su entierro, su hijo Fernando, que también toca el instrumento, se arrancó con unas piezas para amenizar el ambiente. «A miña nai non quería que tocase, pero logo expliqueillo. Fíxeno por respeto ó meu pai, que era unha persoa que sempre quería festa e alegría, nada de funerais ou loito», cuenta desde París.

Fernando ha pasado prácticamente toda su vida en Francia, a donde emigró su familia cuando tenía apenas nueve años. Nunca olvidó sus raíces y, de hecho, no hay verano sin Olelas para él. «Para nós é o mellor do mundo. Como tendemos a dicir, a cabra puxa pra fraga», dice. O lo que es lo mismo, que la cabra tira al monte. Porque en Olelas, la macedonia lingüística es fruto de años y años de interconexión con Portugal y Francia, que acogió a más de un vecino que en los años de la dictadura de Franco se marchó allí a trabajar.

De la ciudad de Nancy, Fernando se marchó a la capital francesa en el año 1979. Por el camino no perdió su pasión por la concertina, que sigue tocando en su casa o entre amigos, en un coro de folklore que habla a las claras del vínculo de Olelas con sus vecinos lusos. «Hai moita xente que é de Arcos de Valdevez, e xuntámonos sempre. Tocamos entre amigos e facemos festas. E non o facemos para gañar diñeiro. Para min é un pracer manter as tradicións da miña aldea. Desde os 14 anos que comecei a facelo xa non parei», explica.

El escritor y músico coruñés Xurxo Souto, autor de un libro sobre la figura de Sindo, ahonda en la trascendencia de la concertina como símbolo cultural e identitario más allá de Olelas. «É fascinante. Hai moitos veciños que viven lonxe da aldea e o que une á súa comunidade é a romaría da Nosa Señora da Peneda, en Portugal, onde chegan a reunirse entre 30 e 40 tocadores de concertina. Xúntanse centos de persoas a bailar», cuenta. Este sentimiento de arraigo, según Souto, va mucho más allá de la morriña. «É algo máis profundo. O referente vital dos veciños de Olelas é a súa terra», expresa.

Como en un guiño constante al país luso, la historia familiar de Fernando se entrelaza nuevamente con el otro lado de la frontera. Su mujer es de Ribeiro de Baixo, a solo un salto de río de Olelas pero a casi una hora en coche por lo accidentado de la orografía local. «A un lado e outro somos como irmáns. Eu levo case que toda a vida en Francia. Teño 66 anos e aquí xa son 57, pero a miña idea é volver para quedar en Olelas», cuenta.

La tradición y la enseñanza familiar

Solo el hijo de Fernando escapa, por ahora, a la línea sucesoria familiar de la concertina. La esperanza de que los ecos del instrumento sigan sonando la personifican un sobrino de Fernando, Diego, y también su nieto, Enzo. El primero de ellos ya tocó con él en agosto; su nieto, por ahora, está en los pasos iniciales. «Ándolle a meter algunhas leccións para que vaia aprendendo. Enzo aínda ten 18 anos e son consciente de que está comezando. E o meu pai era un orgullo para el», dice. «E o Diego é o número un nos ranchos folclóricos portugueses de París. Recordo que unha vez pregunteille que por que seguía tocando se el nacera en Francia. E díxome: ‘Porque cada vez que collo a concertina sinto que estou de novo en Olelas co meu avó'», agrega Souto.

Fernando, ya jubilado desde hace dos años, mira ahora con ilusión su regreso a la aldea. Será a finales de junio, justo cuando su mujer se retirará. Si todo va bien, prevén estirar su estancia en la localidad sin que haya una fecha definida de vuelta. «O que nos permita a saúde. O que teño en mente é coller unhas pitas para entreterme e coidar un terreo», explica.