«Levamos sete meses sen poder ver ao noso fillo»

Melissa Rodríguez
Melissa Rodríguez CARBALLO / LA VOZ

EUROPA

CORONAVIRUS | María Jesús Freire y Amado Segade son los padres de Adrián Segade, malpicán que vive en Dublín

19 ago 2020 . Actualizado a las 07:58 h.

El coronavirus sigue dejando historias curiosas que quedarán guardadas para el recuerdo. La última, unos padres de Malpica que siguen esperando ansiadamente que llegue el momento de poder ver a su hijo. «Levamos sete meses sen poder ver ao noso fillo», explica María Jesús Freire, en alusión a Adrián Segade, hijo, también, de Amado Segade. El joven de 24 años se marchó en julio del año pasado a Dublín (Irlanda) a hacer las prácticas de un ciclo superior de informática. Iba por cinco meses, pero la empresa en la que estaba le acabó haciendo un contrato por un año, de modo que este aún está ahora vigente. Por Navidades regresó a casa por unos días, hasta principios de enero. Ahora tenía comprados los billetes de avión para venir de vacaciones este mes, pero desde la compañía aérea se los cancelaron al no reunir los pasajeros suficientes a causa del covid, cuenta la madre. Buscó vuelo en otra aerolínea, pero este último aterrizaba en Madrid, algo que desde su empresa le desaconsejaron hacer. ¿El motivo? «As autoridades mandaron unha circular ás empresas de que, quen saíra fóra do país, ía ter que facer corentena de 14 días e non ía poder nin teletraballar», explica María Jesús, quien también iba a volar, junto con un sobrino, en septiembre, para poder ver a su hijo. Esto último también es pasado, ya que desde la compañía le cancelaron, asimismo, el viaje, por no haber pasajeros suficientes, aunque según explica, era algo que ellos mismos iban a hacer dado que no les compensaba viajar para tener que pasar la cuarentena obligatoria.

Lo cierto es que, a día de hoy, esperan con ansias y deseo que llegue el día de poder verse, aunque reconocen que todos están llevando «relativamente ben» la distancia ya que, años atrás, Adrián estudió durante un año en Murcia. Están en contacto todas las semanas a través de videollamadas. Según les explica su hijo, la pandemia allí está «bastante controlada». Mientras, María Jesús y Amado siguen al pie del cañón en el Concello de Malpica, donde llevan media vida trabajando: ella como barrendera (aprovecha para pedir «por favor» que la gente no tire las mascarillas al suelo), y él, en el servicio de aguas.