El negreirés que sobrevivió a Mauthausen

emilio forján NEGREIRA / LA VOZ

EUROPA

Francisco Boix Campo

Avelino García falleció en Burdeos a los 102 años tras pasar cinco como prisionero en el campo de concentración nazi, donde coincidió con el fotógrafo Francisco Boix

06 abr 2019 . Actualizado a las 01:34 h.

Avelino García García fue el negreirés que salió vivo del campo nazi de Mauthausen, donde ingresó en enero de 1941 junto al fotógrafo Francisco Boix. Permaneció casi cinco años en este campo de concentración nazi. Contra lo que se creía sobre el origen de su entrada en Mauthausen, el caso de Avelino García, nacido en la aldea de Maio Pequeno, hijo de Isolina García, a da Xalleira, no fue a causa de su exilio a Francia.

Gracias a establecer contacto con el prestigioso historiador e investigador Benito Bermejo, el mayor especialista en el estudio de los deportados españoles a los campos de concentración nazis, José Manuel López Tuñas, historiador y exalcalde de Negreira, pudo confirmar que Avelino García emigró a Francia -supuestamente porque era de familia pobre y no tendría dinero para emigrar a Cuba o Venezuela, que en su época eran los destinos en la zona de Negreira-, donde trabajó muchos años de leñador en los bosques de Las Landas, en el sudoeste del país vecino. Más tarde se incorporó a las brigadas internacionales que lucharon contra el bando franquista en la Guerra Civil.

Avelino García García sobrevivió a cinco años de prisionero en el campo de exterminio de Mauthausen. Benito Bermejo pudo entrevistarlo en Pessac, la segunda comuna más grande del área suburbana de Burdeos (Francia), donde García fijó su residencia. Tuñas recabó información de Bermejo sobre el negreirés: «Confirmoume que faleceu o 12 de maio de 2016 cando contaba con 102 anos de idade», relata José Manuel López Tuñas, quien no oculta que reaccionó con «sorpresa» cuando Bermejo le contó que había conocido en persona a Avelino García y que lo había entrevistado como a otros tantos españoles que lograron salir con vida del campo del horror nazi cerca de Linz (Austria).

Benito Bermejo le contó que Avelino era de los más longevos entre los deportados españoles y que era una persona muy lúcida. De aquel encuentro, le pidió a Bermejo que le consiguiese un certificado del Concello de Negreira para la prórroga de su residencia en Francia. «Benito díxolle que despois de tantos anos vivindo en Francia podía pedir a nacionalidade, ao que Avelino contestoulle: Yo, español hasta la muerte», subraya el historiador negreirés. Bermejo logró aquel certificado en el año 2002 que luego remitió a Pessac, donde Avelino vivió solo, sin familia.

También le contó a José Manuel López Tuñas cómo llegó Avelino García a verse inmerso en los conflictos bélicos. «Unha vez nas brigadas internacionais veu cos franceses a España. Estivo moito tempo no cuartel xeral que tiñan os estranxeiros en Albacete e participou nas batallas máis importantes da Guerra Civil. Logo, retiráronse a Francia e estivo construíndo trincheiras na fronteira con Austria e alí e onde foi detido polos nazis, que o enviaron en tren na mesma expedición que Francisco Boix para Mauthausen, xa que os números de presos tatuados nos brazos eran moi próximos», según le contó a Bermejo, quien dio por casualidad con Avelino García. «Viaxou a Burdeos para entrevistar a un deportado español, pero este, que era moi maior, faloulle dun galego que vivía en Pessac e que estivera en Mauthausen». Y así fue como lo conoció.

Recala en Negreira la muestra con la que se rinde tributo a Boix y su obra

La exposición de la Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica que rinde tributo al conocido como «fotógrafo de Mauthausen», Francisco Boix, (Barcelona, 1920-París, 1951), permanecerá desde el próximo lunes y hasta el día 28 en Negreira. Boix fue un miembro de las Juventudes Socialistas Unificadas que, tras la Guerra Civil, se exilió a Francia y fue enviado a Mauthausen. Con su cámara retrató las extremas condiciones de vida de los deportados, como fotógrafo del campo de concentración. Boix hizo copias dobles de sus negativos y, junto a otros tomados por las SS que logró robar del laboratorio, fueron una prueba clave para condenar las atrocidades nazis en el juicio de Núremberg.