Un publicista en territorio polaco

Rubén Nóvoa Pérez
rubén nóvoa OURENSE / LA VOZ

EUROPA

El joven destaca que las condiciones de trabajo no son comparables a las de España

22 may 2017 . Actualizado a las 07:48 h.

Si eres publicista trabajar en campañas para empresas como Nike, Samsung o Magnum es un sueño. A Pablo Domínguez Agregán, un joven ourensano de 27 años, no le importó recorrer cerca de 3.000 kilómetros para alcanzarlo. Por eso, cuando una agencia de publicidad asentada en Varsovia, la capital de Polonia, no se lo pensó dos veces y dejó un empleo precario en Madrid por una oferta irrechazable. «No me costó mucho decidirme, la verdad. Primero porque la agencia es genial y tenemos clientes bastante potentes y además el ambiente de trabajo es increíble. Las oficinas están en una antigua fábrica de chocolate convertida en un loft. Además, las condiciones de trabajo no son comparables a las que tendría en España ahora mismo. Aquí empecé de becario y en los dos años que llevo ya ascendí dos veces; además la empresa me paga también el piso», asegura.

En la actualidad, el joven ourensano es director de arte de esta agencia polaca. «Mi trabajo consiste en pensar ideas para spots de televisión y campañas digitales, y luego controlar cómo se ejecutan visualmente», asegura. Completamente integrado a la cultura de este país de Centroeuropa, Pablo Domínguez asegura que todo le resultó mucho más sencillo gracias a sus compañeros de trabajo: «Tuve la suerte de que en mi agencia todo el mundo es gente joven, y con una mentalidad muy abierta, muy europea. Eso me ayudó mucho a adaptarme, porque al final los temas de conversación son muy parecidos a los que puedes tener con tu grupo de amigos en España». A nivel cultural, la principal diferencia que observa entre ambas culturas tiene que ver con la forma de relacionarse: «A diferencia de los españoles, los polacos son bastante reservados a la hora de expresar emociones en público. Cuando no te conocen son bastante cerrados, pero cuando coges confianza, son muy majos». Otra diferencia, a nivel sociolaboral que encontró, no le va a gustar a más de uno que tenga previsto hacer las maletas para trabajar en Polonia. «Me llamó la atención los pocos festivos que hay, comparándolos con el número de ellos que hay en España», explica.

Donde no encontró excesivas diferencias, el publicista ourensano fue entre fogones: «La gastronomía de aquí es bastante parecida a la gallega. Muchos caldos y sopas, que en el invierno se agradecen. También se come bastante lacón, aunque aquí le llaman golonka, y se toma con chucrut en lugar de grelos. También son muy típicos los pierogi, una especie de empanadillas. En general, se come muy bien». Si hablamos de bebidas, en Varsovia, y en Polonia en general, explica Pablo Domínguez, no hay lugar a ningún tipo de debate: «El vodka es la bebida nacional».

Aunque reconoce que entre sus planes a corto y medio plazo no se encuentra el de regresar a España -a Galicia ni se lo plantea porque el «mercado publicitario no me atrae demasiado»- no es ajeno a la morriña. «Aunque suene a típico, lo que más echo de menos es a la gente. La familia y los amigos. También la comida y la fiesta, por supuesto. Sin olvidarme del sol y el buen tiempo, porque aquí hemos tenido semanas en invierno con veinte grados bajo cero», señala.

Muchos Erasmus

Pablo Domínguez no es de los que se lanza a buscar colonia española en su destino en el extranjero: «Intento evitar juntarme con grupos de solo españoles, y conocer mejor a la gente de aquí». Aún así, asegura que en la capital polaca durante el curso se ve a «muchísimos Erasmus españoles».