
Ayer por la mañana, el ATR42 de TAP Portugal rodó por primera vez por la pista de Alvedro. Será esta aeronave la que a partir de ahora realice la conexión A Coruña-Lisboa, que hasta ahora cubría el Beechraft 1900-D, con mucha menos capacidad para pasajeros y equipaje. Ayer por la mañana, entre los pasajeros casi ninguno conocía que volaban en un avión a estrenar: «Yo vuelo a Lisboa por trabajo, y es la primera vez que voy desde Coruña, así que no notaré la diferencia», apuntaba uno de ellos.
En el interior de la aeronave, el principal cambio es el espacio: los antiguos Beechcraft disponían solo de 19 plazas, frente a las 48 de los ATR42 y 68 de los ATR72, que cubrirán el trayecto en fin de semana. En el modelo anterior tampoco había espacio para el equipaje en cabina, y si Marta hubiera realizado este trayecto un mes antes, su equipaje de mano, que hoy viajará con ella, habría tenido que ir en bodega. Y es precisamente ahí donde están las diferencias más importantes.
Conexión con Nueva York
Los pasajeros del vuelo que conecta la ciudad herculina con Lisboa viajan con mucho equipaje, porque muchos no vuelan para quedarse en Portugal. «Este es un vuelo que se vende mucho para Nueva York, Brasil y Senegal, que son destinos con franquicias de equipaje muy permisivas. Brasil permite facturar dos maletas de 32 kilos cada una, Dakar, dos de 23», explica Cristina Calvo, personal de tierra de Iberia -que es quien se ocupa en Alvedro del handling de TAP-. Entre los que ayer volaban «con la casa a cuestas» destacaba una familia senegalesa, que volvían a Dakar por vacaciones y facturaron seis piezas de equipaje. También Anna, una joven checa, decidió in situ facturar dos piezas de equipaje hasta Praga.
De los casi cincuenta pasajeros que estrenaron ayer la nueva aeronave, veintiocho tenían conexiones; la mayoría, con el aeropuerto neoyorquino de Newark, aunque los destinos eran muy variados. María Carreño hacía escala en la capital portuguesa para irse de vacaciones a Marrakech y facturó un par de maletas. En los Beechcraft, cuando no había espacio en bodega, las maletas se enviaban vía Madrid y al llegar a destino se le enviaban al viajero al hotel, si no llegaban antes. «El viajero apenas nota la diferencia, porque antes también facturaba al destino final, pero ahora todas las maletas tienen sitio en la misma bodega del avión», concretó Calvo.
Aunque no muchos sabían que volaban en aviones más grandes que los que normalmente cubrían esta ruta, parece que sí se hizo uso del espacio extra. A las nueve y media de la mañana ya había veinte maletas facturadas -que irán todas en la misma aeronave - y el vuelo se cerró con un 75 % de ocupación, según datos del Aeropuerto.