Una graduada «top» en Traducción e Interpretación

beatriz antón FERROL / LA VOZ

EMIGRANTES A CORTO PLAZO

Irene Arto Escuredo en una foto tomada en Bayona (Francia), donde reside actualmente
Irene Arto Escuredo en una foto tomada en Bayona (Francia), donde reside actualmente

La Sociedad de Excelencia Académica aúpa a la ferrolana Irene Arto Escuredo al primer puesto de la lista de los 25 mejores titulados de la carrera en España

02 dic 2020 . Actualizado a las 10:42 h.

Ferrol puede enorgullecerse de haber dejado bien alto el pabellón en el nuevo ránking nacional de «Graduados Top» que elabora cada año la Sociedad Española de Excelencia Académica (SEDEA), cuyo objetivo no es otro que el de «identificar y poner en valor a los mejores graduados del país en cada carrera», acreditando su talento mediante un certificado y apoyándolos para abrirles la puerta «a un futuro profesional brillante».

Si hace pocos días, en este mismo periódico, se daba cuenta del quinto puesto obtenido por la ferrolana Laura Lage en el ránking de los cien mejores graduados de Arquitectura, hoy es otra estudiante de la urbe naval quien acapara el protagonismo. Se llama Irene Arto Escuredo, tiene 23 años, y ha quedado de primera en la lista de los 25 mejores graduados de Traducción e Interpretación de España elaborado por SEDEA.

«Le estoy muy agradecida a esta institución, sobre todo porque siento que, en la sociedad actual, no se le da el suficiente reconocimiento al esfuerzo de todos aquellos que queremos estudiar, sacar lo mejor de nosotros y contribuir a la sociedad», explica Irene, quien desde que era niña siempre tuvo muy presente ese valor. «Mis padres me educaron en la importancia del esfuerzo y siempre me inculcaron aquello de que ‘quien algo quiere, algo le cuesta'», dice con orgullo de hija. Esa receta le sirvió para darlo todo en el grado, que logró finalizar en junio del 2019 con una media de sobresaliente y varias matrículas de honor

La ferrolana, en el Palacio de las Naciones, sede de la ONU en Ginebra, donde hizo unas prácticas
La ferrolana, en el Palacio de las Naciones, sede de la ONU en Ginebra, donde hizo unas prácticas

Como Laura Lage, Irene estudió en el IES Saturnino Montojo de Ferrol antes de poner rumbo a la Universidad. Allí encontró el ambiente perfecto y la motivación para hincar los codos. Y también fue allí donde descubrió su vocación por los idiomas. «En cuarto de la ESO me di cuenta de que quería dedicar mi vida a ello. Quería ser capaz de comunicarme con gente de otros países en sus lenguas, y descubrí que lo que deseaba en la vida era convertirme en un puente entre culturas. Traducción e interpretación me ofrecía esa posibilidad», rememora.

Con un 10 en Bachillerato y un 13, 46 en selectividad, Irene podría haberse matriculado en un buen puñado de facultades, pero apuntó alto y decidió enfrentarse a las pruebas de acceso en la Universidad de Salamanca, una de las mejores de España en Traducción e Interpretación.

Durante los cuatro años de la carrera se dedicó en cuerpo y alma al estudio, pero también tuvo tiempo de ampliar horizontes en la Universidad de Ginebra, en Suiza, donde sacó adelante el tercer curso del grado y realizó prácticas de interpretación en la ONU. «Para mí, esta fue una experiencia enriquecedora y única», comenta Irene, quien sueña con convertirse en intérprete de conferencias en algún organismo internacional.

Más de un año en Francia

Ahora vive en Bayona (Francia), adonde se marchó en octubre del 2019, pocos meses después de terminar la carrera, para trabajar como auxiliar de conversación en San Juan de Pie de Puerto. En abril del 2020 terminó su contrato, pero decidió quedarse allí para seguir perfeccionando su francés -el idioma en el que se ha especializado, aunque también habla inglés e italiano y comprende el catalán y el portugués-, mientras al mismo tiempo cursa un máster on line de Traducción Institucional de la Universidad de Alicante.

Mirando al futuro, Irene tiene claros sus planes a corto plazo. El próximo curso le gustaría cursar un máster de interpretación de conferencias en Ginebra o en París. Y también está pendiente de la obtención de una beca Schuman para realizar en marzo unas prácticas en el Parlamento Europeo. Pero asegura que no se obsesiona con el futuro. «Cada experiencia me aporta una enseñanza, así que todo es beneficioso. Pienso que, al fin y al cabo, no es solo el destino lo que importa, sino también el camino que se haga para llegar a él. El objetivo lo tengo claro; ahora toca trabajar para conseguirlo», dice sin miedo al esfuerzo que conllevarán los retos futuros.