Los suecos marisquean en Cesantes

s. c. REDACCIÓN / LA VOZ

EMIGRANTES A CORTO PLAZO

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El IES do Castro, de Vigo, ha hecho suya la teoría del «aprender haciendo» con un proyecto de inclusión para los alumnos Erasmus +

16 feb 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

El IES do Castro, de Vigo, ha hecho suya la teoría del «aprender haciendo» y además la exporta a Europa. Estos días, el centro ha sido anfitrión de un grupo de estudiantes de bachillerato de Suecia, Hungría y Grecia, con quienes han analizado los efectos del cambio climático en el entorno natural del centro.

Su proyecto es de inclusión y de acción social, y lo desarrollan desde diferentes puntos de vista. Pedro González, el profesor que se encarga de la actividad Erasmus+, ha querido que en esta visita, los jóvenes aprendiesen algo más que teoría. Y ayudados por Pablo Mariño (exerasmus y propietario de la empresa de turismo marinero Bluscus) se han llevado a los alumnos a mariscar. Contaron para ello con la ayuda de los profesionales de Cesantes. Allí se vivieron los momentos más divertidos y sorprendentes de la jornada, y no solo para los extranjeros: «Muchos de nuestros alumnos nunca habían visto cómo se extraían las almejas», reconoce González. Aprendieron sorprendidos que las mariscadoras no pueden coger todo lo que desean del mar, y vieron el proceso desde el inicio hasta el pesaje de la mercancía.

Los estudiantes más sorprendidos fueron los húngaros: «Vienen del sur del país, de Szeged, y no tienen ningún contacto con la vida marinera». Pero para el resto tampoco la situación era habitual. «El grupo sueco vive en Estocolmo y son muy urbanitas», reconoce González, aunque es cierto que la capital sueca está rodeada de islas donde muchos vecinos tienen pequeñas cabañas y pueden pescar, pero nada parecido a lo que ocurre en las rías gallegas, Hasta para los griegos era algo nuevo: «Son de Creta y aunque están acostumbrados al mar, en su zona pescan sobre todo calamar. A ellos les sorprendía que fuesen las mujeres las que se dedicasen al marisqueo».

Gracias a la ayuda de las mariscadoras, los jóvenes descubrieron los problemas que afronta el sector, desde el furtivismo hasta las bajas capturas de las especies más valoradas por culpa del cambio climático. «Vieron cómo afecta el cambio climático a nuestra economía, al paisaje, a las costumbres...»

¿Y al final probaron los bivalvos? Parece que les resultó más sencillo sachar en la arena que comer unos manjares que les resultaban «difíciles». Para hacer más llevadero el momento, las familias organizaron una comida con todos estos alimentos, algunos camuflados, como la empanada de zamburiñas. Además del apartado gastronómico y de calzarse unas botas para pasearse por la arena de Cesantes, compartieron otras experiencias y el director del instituto do Castro, Luis Pérez, no dudó en destacar que «el grupo de profesores sueco, que coordina este programa Erasmus, quedaron alucinados con el trabajo en nuestro centro».