Manolo O Luro se despidió de Nueva York y de su muelle de Castiñeiras

Álvaro Sevilla / Antonio Lijó RIBEIRA / LA VOZ

ESTADOS UNIDOS

El ribeirense, que sobrevivió al naufragio del dragaminas Guadalete, emigró en los años 70 a los Estados Unidos, donde falleció este martes rodeado de su familia

29 oct 2020 . Actualizado a las 12:20 h.

Manuel Arestín, Manolo O Luro, puso este martes el punto y final a 88 años de travesía. Nacido en Ribeira en 1932, no encontró su historia escrita. Él se encargó de hacerla. Con su marcha se desvanece una parte de la memoria de la emigración gallega a Estados Unidos, así como uno de los supervivientes del naufragio del dragaminas Guadalete, que el 25 de marzo de 1954 se hundió en el estrecho de Gibraltar y que, con el fallecimiento de 34 de sus miembros, se convirtió en uno de los episodios más trágicos de la Armada Española en el siglo XX.

Con él se marcha también un ribeirense que siempre llevó su Castiñeiras natal palpitando en su corazón. Ni la distancia ni el tiempo hicieron que Manolo se olvidase de ese muelle que le acabó dando el apodo que portó con orgullo toda su vida. O Luro se forjó en el espigón de Castiñeiras, donde tenía reservado un lugar de honor cada verano que regresaba de Nueva York para disfrutar de la pesca de la lura, una pasión que le ayudaba a desconectar y a amar todavía más el mar.

Este barbanzano, que trabajó en su juventud en barcos petroleros antes de coger las maletas con destino a Estados Unidos, donde se convirtió en operario de la construcción, seguirá vivo en sus familias. La de Ribeira, desde donde se despidieron sus hermanos José, Salvador, Concha, Mariflor y Carmelina. Y la de Nueva York, donde su mujer Pilar Dios, así como sus hijos María del Pilar, Juan Manuel, Rosa María, sus hijos políticos, Juan Carlos, María Clemencia y Ruí Correia, así como sus nietos Brais, Alejandro, Sarah,  Laura, Jonah, Cristina y Noelia han creado una nueva vida donde Castiñeiras es el nexo de todos.

Porque allí, en esa dársena que este martes se quedó un poco huérfana, siempre habrá un hueco para Manolo O Luro.