Carmen Rodríguez: «Nos inicios todo era desconfianza, agora veñen os netos dos primeiros»

Santiago Garrido Rial
s. g. rial CARBALLO / LA VOZ

ESTADOS UNIDOS

Ana Garcia

Personas con historia | Su abuelo, emigrante, diseñó en Estados Unidos el diagrama de las pinzas de tirantes, y su padre montó el primer cámping de la zona

24 sep 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

El abuelo de Carmen, Manuel, nació en A Pereira y murió en una figueira. El primer lugar está en la parroquia carballesa de Noicela, y el fatídico frutal ya no está en Rebordelos, al lado, porque su mujer mandó cortarla, por el disgusto. Manuel había hecho historia en su momento, diseñando en Estados Unidos un elemento clave de los tirantes, aunque no se coronó con el éxito por diversas circunstancias, y la muerte le llegó una manera fatídica, cayendo desde muy poca altura, pero con un golpe mortal. Pero dejó una enorme impronta por su carácter emprendedor y trabajador.

Su hijo también tenía ese afán de emprender, y puso en marcha el Camping Baldayo, así llamado por el lugar que ocupa, al lado de la marisma, a muy pocos metros de la laguna y de la playa. Un lugar privilegiado que casi forma parte de las dos terceras partes de la vida de Carmen Rodríguez Villar, que tiene 66 años. Hoy en día un cámping es algo normal, habitual, pero hace 40 años, cuando lo montaron, no lo era tanto. En esa zona fue el primero, y además no fue fácil. «Nos inicios todo era desconfianza, pero co tempo foi indo ben. Agora aquí xa veñen os netos dos primeiros», resume Carmen.

Recuerda las dificultades de aquel arranque, en una zona a la que casi había que llegar con tractor. Fue un trabajo arduo activar aquel negocio pionero, pero su familia ya estaba inmersa en los negocios de atención al público. «Xa tiñamos un chiringuito no verán, e polo inverno, un salón de baile», recuerda Carmen. Los negocios hosteleros en esa zona eran casi exóticos a finales de los 70. Pero ellos siempre confiaron en su potencial. «Xa viña xente, pero ían case sempre á ría. Nós daquela xa lle dabamos valor á praia, a todo este entorno», explica. Ni siquiera conseguir el terreno fue fácil: el dueño no quería vender, y cuando falleció, la familia sí accedió.

Actividad social

Su padre, muy activo siempre en la vida social y cultural de la parroquia, estaba convencido de que ahí había opciones de futuro. «E algúns veciños pensaban que non, que ata ían vir as caravanas dos xitanos». En estos años han pasado por su negocios numerosos acontecimientos, grandes comidas de fines de semana o fiestas, familias (sobre todo de la provincia de A Coruña, pero también de otros lugares) que repiten cada temporada y son una enorme familia. Cada una, con sus historias, anécdotas.. Y han pasado dificultades, nunca tan grandes como cuando hace meses la inundación de la laguna obligó a salir al exterior y luchar contra el agua. «Foi o peor que nos pasou nestes 40 anos. Non contabamos con algo así, nin nós, nin ninguén», recuerda, con la memoria aún muy fresca empujando el agua hacia el otro lado de la carretera, apilando leves defensas de juncos que, curiosamente, hicieron un efecto barrera que parecía impensable.

Fue toda una experiencia vital única, unida además al estrés de reformar ampliamente un local tras casi cuarenta años.

Carmen recuerda el aspecto visionario de su padre, quién también le relataba aspectos de la antigua Pedra do Sal que ella ya no conoció, como, por ejemplo, ver la sal sobre determinadas rocas, origen evidente de una toponimia transparente (y olvidada, como la cercana de As Saíñas). O de como turistas de otra época ya gustaban de este agua que se llevaba a unos baños (se denominaban las casas de baños) donde se calentaba, como si fuesen termas. En unos tiempos en los que los accesos o la divulgación no eran ni de lejos los de hoy, el entorno ya se labraba una fama de destino exclusivo y de calidad.

Un traductor de la tripulación inglesa del petrolero Nuculana, en 1949

Carmen recuerda perfectamente a su abuelo, y eso que falleció joven, cuando ella tenía apenas 9 años. Pero fueron años intensos, de trato diario. «Era un home moi intelixente, moi listo», explica. En su memoria aparecen los instantes en los que trabajaba con él cuando sacaba los bueyes para trabajar en las fincas, para arar, o a por tojos en el monte. También las horas en las que lo acompañaba en su casa, junto a la iglesia de Rebordelos, y llegada la noche la acompañaba a ella y a su hermana de vuelta a casa. Manuel era de la casa de Arijón, por eso en unos sitios aparece como Manuel Rodríguez-Arijón Pallas, y en otros como Manuel Rodríguez Pallas.

Con 16 años se fue a Estados Unidos, y sus logros fueron recuperados hace unos años por la plataforma Phottic, tras el contacto realizado por un descendiente de Manuel, incluida la patente de las pinzas de tirantes, en una larga etapa que pasó primero por Florida y después por Nueva York. Carmen explica que, por lo que escuchó, la posible baja de esta patente impidió que ese recurso fuese a más.

Sus años en Estados Unidos le permitieron aprender inglés. Y ese conocimiento lingüístico fue muy importante a la hora de ayudar en las investigaciones tras el hundimiento del petrolero inglés Nuculana, de 8.100 toneladas y perteneciente a la compañía Shell. Embarrancó en Baldaio, cerca del canal, el 29 de mayo, en plena singladura hacia Gibraltar, como recoge el libro Contos mariños de Carballo, de Xabier Maceiras. Rodríguez se encargó de las traducciones ante las autoridades por parte de la tripulación.

Carmen recuerda muchas más vivencias que le contaba su abuelo, incluso de cuando llegó a Nueva York, cuando le intentaron sacar dinero en el puente de Brooklyn. Y muchos más, ya historia.