«Emigrar a Chicago fue complicado al principio pero la contraprestación es muy grande»

Mariola Sarrió

ESTADOS UNIDOS

Javier Bouzas

Javier Bouza, un profesor de ciencias informáticas asentado en Chicago, nos cuenta su historia

29 mar 2019 . Actualizado a las 15:24 h.

Javier Bouzas es de Rois (A Coruña) y reside en Chicago desde el año 2016. A sus 35 años ha vivido en Irlanda, Australia, México, Reino Unido y Miami (EEUU). Marchó a Estados Unidos con su mujer en busca de una nueva experiencia tanto a nivel personal como profesional. Ansiaban conocer otra cultura, personas nuevas y rutinas diferentes. Querían «hacer algo que a los treinta y pico aún es fácil, pero quizás con cincuenta ya costaría más», explica. Como ya ha vivido en varios países, sabe de primera mano que emigrar «comporta una gran incomodidad al principio», por lo que es vital tener paciencia, saber adaptarse y andar con los ojos abiertos a todas horas para no cometer errores que compliquen todo". Aún así, añade que: «Si estos aspectos se llevan bien, la contraprestación es muy grande». Asimismo, confirma que volverán a Galicia. Se fueron con el compromiso de que regresarían, como mucho, en cinco años.

Chicago es la tercera ciudad más grande de Estados Unidos y entre sus principales atractivos destacan su amplia multiculturalidad, el ocio y el gran abanico de atracciones turísticas. Javier subraya el Downtown con todos sus grandes rascacielos y el río Chicago, Navy Pier, el Museum Campus y varias zonas de la ciudad como Lakeview u Old Town. Asimismo, cuenta que lo que menos le gusta de vivir en pleno corazón de Estados Unidos es el clima, que se caracteriza por unos inviernos extremadamente fríos: «Salir de casa es un poco menos apetecible de lo que debería ser, por lo que no se puede disfrutar tanto de la ciudad», añade.

Este profesor de informática fue seleccionado en Madrid por el distrito de Chicago Public Schools, que gestiona las escuelas en la ciudad, para trabajar en uno de sus centros públicos. Para preparar el traslado contó con la ayuda del propio distrito, del Illinois State Board of Education y de la Consejería de Educación, lo cual «simplificó mucho los aspectos legales». Le asesoraron a la hora de obtener el visado, homologar títulos académicos y conseguir los primeros permisos (Seguridad Social, certificados de enseñanza y seguro médico entre otros), algo indispensable para instalarse en Estados Unidos.

 «Los inicios no los definiría como difíciles porque creo que hay situaciones en la vida mucho más complicadas, pero sí fatigosos», añade. «Vinimos aquí con un precontrato, lo que simplifica mucho y da seguridad, preparados para disfrutar de la experiencia y así fue desde el primer día, pero lógicamente llegar a un sitio nuevo implica renunciar a las comodidades que uno ya tenía hechas en su anterior asentamiento».

Cuenta como otros españoles se fueron después del primer año académico, otros al cabo de los tres primeros meses, y otros no llegaron a los 15 días. «Cuando echas la vista atrás te das cuenta de que el camino por el que fuiste te dejó ver cosas que igual por los caminos que ya conocías no verías, y te das cuenta del valor que tiene el hecho de ser capaz de desenvolverse ante las adversidades», añade. «Todo suele ser complicado al principio, pero no hay que temer a lo desconocido, se aprende y después se disfruta», sentencia Javier Bouzas.