Una «terrícola» conversa que añora el mar desde las tripas de una central nuclear extremeña

E. Abuín REDACCIÓN / LA VOZ

ESPAÑA EMIGRACIÓN

La coruñesa Paula Vázquez realizó prácticas desde el primer año de carrera y con 24 años ya tenía los días de mar para obtener el título

09 abr 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

La primera vez que la coruñesa Paula Vázquez Carrera embarcó como oficial de máquinas, con escasos 24 años, la acompañó su padre hasta El Musel, donde estaba atracado el Castillo de Belmonte, de la naviera Elcano. Caminaban ambos por la escala del petrolero hacia cubierta, él delante, cargando con maletas pre-trolley, y ella, delgada y menuda, detrás. Tan menuda que quedaba oculta tras las espaldas de Vázquez padre. «Venimos a embarcar», anunció Vázquez padre al marinero de guardia que estaba en el puente. «¿Es el nuevo primer oficial de máquinas?». «No, es ella». Ella, esa figurilla que emergió detrás del señor Vázquez y que ese día se convirtió en la oficial de máquinas más joven de España en embarcar, no olvidará jamás la cara de pasmo que le quedó al marinero. Con el que, además, trabó amistad y con el que hoy, quince años después, aún mantiene el contacto, contó Raúl Villa Caro, doctor ingeniero naval, oficial de la Armada y capitán de la marina mercante, además de coautor del libro La mujer en la mar: historias de sueños cumplidos, a Eva Millán en RadioVoz.

Tomando Un café con Eva, relató que la precocidad profesional de Paula Vázquez, que con escasos 24 años embarcó como oficial de máquinas, se debió a que hizo prácticas desde el primer año en que empezó a estudiar Náutica en A Coruña. Ya ese verano se enroló en un buque escuela polaco y en los sucesivos también estuvo embarcada. Lo normal «es esperar a terminar la carrera para empezar a navegar», dice pero la coruñesa se apresuró y para cuando terminó la formación académica ya tenía los días de mar necesarios y se presentó al examen de oficial el mismo año en que acabó.

Villa Caro dice que es posible que con posterioridad hubiese otra que embarcase más joven, pero, por el momento, no la ha encontrado.

La elección de Vázquez Carrera sí fue vocacional. No había mejor forma de combinar sus dos pasiones, la tecnología y el mar. Vocación, además, que le inculcó su abuelo, al que define como una persona especial, avanzada para su tiempo y con una mente abierta como solo se puede tener viendo mundo como jefe de máquinas.

A Paula Vázquez su profesión también le sirvió para enriquecerse. A través de viajes transoceánicos, muchos a Mozambique y a Brasil, con estancias en puerto de siete días o más que le permitían conocer destino, por más que en ruta estuviese siempre en lo que cariñosamente se denomina la mina, la máquina de un barco con sus calores, olores y rincones llenos de grasa.

Cámara desatendida

Cierto que ahora a esa mina no hay que descender tanto como antaño. Villa relató que esa cámara desatendida ha hecho menos hostil el trabajo en la máquina.

Además de en petroleros, la coruñesa también ejerció como oficial de máquinas en barcos de Salvamento Marítimo y, finalmente, en buques de pasaje de la empresa Balearia.

Pero hace años que Paula Vázquez ya no ejerce como responsable de máquinas. Es lo que tiene estudiar esa rama de Náutica, que da más oportunidades de encontrar una alternativa laboral en tierra, más que quien se especializa en puente. Y eso fue lo que pasó. Que se quedó en tierra. Ahora se define como «terrícola». Una terrícola conversa que añora el mar y estar embarcada, pero que sigue en contacto con su pasión por la tecnología (hizo un máster en tecnología marítima y está preparando la tesis doctoral). Desde hace 13 años trabaja en la central nuclear de Almaraz, en Cáceres, donde también fue pionera. La primera mujer en el servicio de mantenimiento de esas instalaciones extremeñas. Que por cierto se tuvo que aguantar la risa cuando en esa primera entrevista con el responsable de la central nuclear este le advirtió que se trataba de un sector muy masculinizado y que esperaba que estuviese preparada para trabajar con tanto hombre alrededor.

Ahora, desde hace un mes, se ha convertido en mamá. De Esther.