Perder el pie, pero no perder el paso

Pablo Gómez Cundíns
pablo gómez cundíns REDACCIÓN / LA VOZ

ESPAÑA EMIGRACIÓN

Un conductor que se saltó un semáforo le seccionó la extremidad a este hijo de gallegos, ejemplo de positivismo que ahora comparte como lección de vida

27 feb 2023 . Actualizado a las 11:09 h.

Puede que la noche del 20 de octubre del 2021, a solo unos metros de su hogar, a José Luis Gómez López (San Sebastián, 1973), la película de su vida se le apareciese fotograma a fotograma, incluido el periplo migratorio que iniciaron sus padres desde Galicia al País Vasco y él completó, regresando a A Coruña para terminar arraigando en Madrid. Profesional de éxito y deslumbrante triatleta aficionado, la imprudencia de un conductor que se saltó un semáforo en rojo e impactó contra su motocicleta terminó con la sección de su pierna izquierda a la altura de la tibia. El relato podría haber tomado el derrotero del terror y del drama, pero José Luis Gómez optó por el de la heroica superación.

«No perdí el conocimiento en ningún momento. Desde el suelo, veo el coche que me ha impactado y la moto tirada en la carretera. Al querer levantarme, me doy cuenta de que me falta el pie», recuerda. La implantación no será posible, pero eso él todavía no lo sabe. Su principal preocupación tras el impacto es no perder el conocimiento y ponerse en contacto con su esposa, Esther. Mientras, le pide a un transeúnte que le practique un torniquete. Esther acude con el bebé de ambos, Julia. Llegan antes que la ambulancia. José Luis es trasladado al hospital La Paz, e ingresa directamente en quirófano. Sin embargo, lejos de anestesiar su vida, este hijo de gallegos sale de la mesa de operaciones más despierto que nunca: «Desde ese momento, se inicia un nuevo reto, similar a los deportivos que viví: recuperar el 95 % de la vida que tenía antes del accidente. Me lo planteo desde el principio como si fuese uno de los cinco ironman en los que participé».

El tono con el que José Luis se expresa desde el primer instante impacta por su positivismo. Si aparece el decaimiento, no trasciende. «Mi objetivo es avanzar lo más rápido posible. En cinco días dejo el hospital y trato de hacerme con el manejo de la silla de ruedas. Acudo a muchas sesiones de rehabilitación, para perder la menor masa muscular posible, por lo que intento seguir en contacto con el deporte. Al mes, ya me propongo ir por primera vez a la piscina. Las primeras semanas son duras», relata.

El 22 de diciembre, mientras suena en el transistor el sorteo de Navidad de la lotería nacional, da sus primeros pasos con la prótesis. Apenas puede avanzar unos centímetros. Duele. Duele hasta la muñeca derecha. Tanto, que los médicos deciden examinarla. Lleva todo este tiempo con el escafoides fracturado. La rehabilitación sufre un frenazo de tres meses. «Viéndolo en positivo, ya estaba en una situación en la que utilizaba la prótesis sin muletas. Que descubriesen tarde esa rotura del hueso posibilitó no perder totalmente la movilidad. No habría podido ni con la silla de ruedas, ni con las muletas», corrige José Luis. «Fue un primer año de pequeñas batallas ganadas, hasta tener una vida más independiente», se felicita.

La actividad física fue la tabla de salvación de este hijo de gallegos. «Es un partido que no quería jugar, pero una vez en el campo no queda otra que ir a ganar», repite como un mantra. «No me engaño. Sé que volver al punto de partida requiere mucho esfuerzo y sacrificio, pero lo importante es que es posible. Posible recuperar mi vida personal y profesional, y el deporte al nivel de intensidad que lo venía practicando. Nada será igual, pero no tiene por qué ser peor», espeta.

«Es un camino que ya he recorrido. Cuando empecé a hacer deporte, mi estado físico era lamentable. Tuve que hacerlo por salud. No era capaz de correr más de dos kilómetros seguidos. Hasta completar un ironman hay un gran salto, el mismo que tengo que conseguir en este momento de mi vida. Cualquiera es capaz de conseguir lo que se proponga», compara.

«Los problemas no se pueden categorizar. Para cada uno, sus problemas son los más importantes. Pero sí que se pueden relativizar. No preocuparme por lo que no puedo solucionar y ocuparme por lo que sí», argumenta.

«Algunos amigos, viéndome superpositivo y focalizado en mi recuperación, han reflexionado sobre lo que les mantenía mal, lo han relativizado y han conseguido afrontar las dificultades más preparados. Mi historia es la de una persona normal que quiere tener una vida normal, y no hace falta ser extraordinario para hacer cosas extraordinarias», explica tras haber compartido su experiencia en una charla en la Universidad de Deusto, en la que se formó y que le ha requerido, como otras instituciones, para que predique con su ejemplo.

«Miro el futuro con optimismo. Si me comparo con el 19 de octubre del 2021, sé que me queda mucho por recorrer. Si me comparo con el 21 de octubre, me doy cuenta de lo mucho que he mejorado. El primer objetivo es sentir que puedo hacer una vida que se acerque a la normalidad. El siguiente es colocarme un dorsal. Entiendo que para un amputado es todavía más complicado, pero también sé que no me faltará apoyo», concluye.

«Aunque hay que tener algo muy claro. Es posible, sí, pero también suele requerir mucho esfuerzo y trabajo. Pequeños pasos que pueden parecer ordinarios en el día a día, pero son pasos que nos acercan a objetivos extraordinarios. Por eso, hay que buscar la constancia, positivismo y motivación todos los días. No vale solo con el día que nos lo proponemos. El mejor entrenamiento siempre he dicho, no es aquel en el que haces unos tiempos increíbles. El mejor, es aquel en el que hacía frio y estaba lloviendo, y que has salido reticente y has hecho la mitad de lo que tenías planificado, venciendo la pereza. Es el mejor porque la alternativa era no hacerlo. Muchos de esos malos días te acercan al objetivo. El último de los que llega a una carrera es el primero entre los que no han participado», argumenta.

«Sé que es un objetivo ambicioso y que me iré encontrando con situaciones que no me permitan hacer lo que hacía antes, pero mi trabajo consistirá en que sean cada vez menos frecuentes», se propone.

«Correr es lesivo para cualquier persona. La vuelta a la competición seguramente será un 10K. Es el inicio. Mejor dicho, el reinicio. Me siento triatleta por lo que el siguiente gran hito será participar en un triatlón. Soy de larga distancia y sé que me queda mucho hasta que pueda volver a ella, pero el hecho de participar en un triatlón ya me va a hacer muy feliz. Nunca he sido rápido en las transiciones. Entiendo que ahora la cosa va a suponer un reto superior. Y cuando llegue a poder hacer un medio ironman creo que habré cumplido gran parte de mis objetivos, porque es la prueba que siempre he pensado que me gustaría hacer todos los años. No descarto hacer un ironman si veo que es factible», planifica.

«En el juego de la oca, he caído en la cárcel; no me pongo plazos, pero tampoco límites»

Atendiendo a su línea de pensamiento, perder un pie no le sirvió para ganar más cariño de sus seres cercanos, sino para constatarlo. «Siempre me he sentido un afortunado. Sabia que tenía un entorno muy bonito. No me equivocaba. Mi mujer y mi hija, mis padres, familia, amigos, compañeros de trabajo. Todos me han aportado mucha energía y apoyo. Confiaron desde el primer momento, en mi capacidad de volver a estar en condiciones de realizar y completar todos los retos y sueños que me proponga. Alguno ya me quiere en el triatlón para olímpico», comenta, siempre con el deporte como generador motivacional.

«En el juego de la oca, he caído en la cárcel. Parto de la casilla de salida. Sin embargo, es un camino que ya conozco. Primero, quiero tener la posibilidad de una vida activa en mi día a día, profesional y personal. Caminar grandes distancias, no solo la que va de casa al coche y del coche al trabajo. Conocer una ciudad, realizar una caminata en el monte y no tener que pensar donde está mi límite de distancia, porque sé que si me excedo, me va a doler o no voy a poder», desea.

«Segundo, poder realizar el deporte que venía haciendo, con ese mismo nivel de exigencia. Este último año, he ido ganando pequeñas batallas. He nadado, he salido en bici e incluso he hecho algunos kilómetros corriendo. Como prueba de lo que soy capaz, está bien. Ahora, tengo que exigirme y que la pierna no sea una limitación para poder participar en pruebas deportivas. Mi objetivo está en participar en mi primer 10K tras el accidente, primer medio maratón, primer triatlón olímpico, primer maratón, primer medio ironman y quien sabe si volver a completar un ironman. No me pongo plazos, pero tampoco me pongo límites», avanza.