La biomédica de Muros que ayuda a niños con cáncer

María Xosé Blanco Giráldez
m. x. blanco RIBEIRA / LA VOZ

ESPAÑA EMIGRACIÓN

Carmen Fiuza trata de demostrar los beneficios que tiene el ejercicio físico en los tratamientos oncológicos

15 ene 2023 . Actualizado a las 13:09 h.

El destino puso alguna que otra piedra en el camino de Carmen Fiuza Luces (Muros, 1983), pero ello no le impidió cumplir su sueño a nivel profesional. Aunque no pudo estudiar la carrera de Medicina por la que siempre sintió una atracción especial, puesto que su familia consideraba que no era acorde con los recursos económicos que tenía, hoy en día desarrolla su labor como investigadora en un hospital, el 12 de Octubre madrileño. Allí su misión es demostrar los beneficios que la práctica de ejercicio físico tiene en los tratamientos que reciben los niños con cáncer y lo está consiguiendo.

Poco podía imaginarse esta muradana la profesión que le tenía reservada el futuro cuando tuvo que decantarse por la carrera de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte. Descartada la posibilidad de ser médica, optó por otra de sus vocaciones, la educación. Pero con el tiempo encontró la forma de vincular esas dos pasiones a través de un máster sobre la aplicación del ejercicio físico a la salud. Tras subir sendos peldaños con trabajos para vincular el deporte con los tratamientos de niños con fibrosis quística primero y de pequeños con cáncer después, ascendió hasta el ámbito de la biomedicina en su tesis doctoral, lo que la llevó a formar parte de un importante grupo a nivel internacional.

Importantes logros

Llegó a ejercer un tiempo como docente en la Universidad Europea, pero Carmen Fiuza se forjó una trayectoria como investigadora. De hecho, actualmente lidera el grupo del 12 de Octubre encargado de relacionar actividad física y salud en los niños con cáncer, un trabajo que engloba también a los hospitales Niño Jesús y Gregorio Marañón, y al que próximamente se sumará La Paz.

Aunque queda mucho camino por recorrer, las investigaciones realizadas han permitido concluir que el ejercicio «reduce el tiempo de hospitalización, aumenta la fuerza muscular, mejora la calidad de vida y contribuye a fortalecer el sistema inmune», explica. Otro de los estudios que ha liderado la muradana permitió confirmar que la actividad física fortalece el corazón, uno de los órganos afectados por los tratamientos oncológicos.

A raíz de estas conclusiones, la Fundación Unoentrecienmil ha puesto en marcha un proyecto para dotar a los hospitales oncológicos que trabajan con niños y adolescentes de gimnasios y el primero en disponer de uno de estos espacios será La Paz: «El objetivo es que todos puedan tener acceso a la práctica de ejercicio». Pero los estudios también tienen repercusión a otros niveles: «Nuestras conclusiones han llevado al hospital Niños Jesús a recetar la actividad física cuando un niño es diagnosticado de cáncer, porque el equipo oncológico también cree en sus beneficios».

A lo largo de su corta pero intensa trayectoria, la muradana pasó estancias en Estados Unidos e Inglaterra, durante las que tuvo ofertas que rechazó para trabajar fuera de España: «Siempre he estudiado gracias a la concesión de becas y ahora mismo tengo contratos de investigación, por lo que me siento de alguna manera en deuda con mi país, que siempre apostó por mí». Sin embargo, reconoce que vivir pendiente de renovaciones condicionadas a resultados es demasiado estresante: «La carrera de investigadora es muy dura, porque es como si estuvieran todo el tiempo evaluando tu trabajo. Es una carrera de fondo en la que hay que estar continuamente buscando recursos económicos para mantenerte a ti y a tu equipo, pero también es cierto que es un trabajo maravilloso».

El reto de mantenerse

Tanto es así que Carmen Fiuza asegura que está en el lugar donde siempre ha querido estar: «Nunca me imaginé que acabaría en un hospital, usando el ejercicio como una especie de fármaco para ayudar a los niños con cáncer». Por lo que, su única aspiración a nivel profesional, es mantenerse: «Cada día es un reto, si pienso en el próximo año me agobio, porque este mismo mes tengo que presentar muchos proyectos. Aunque no lo parezca, permanecer donde estoy ya es un reto muy ambicioso».

Ayudar a los pacientes y a sus familias a tener un presente y un futuro mejor es la gran aspiración de Carmen Fiuza: «Un niño tiene toda la vida por delante y esto me motiva para seguir luchando por ellos». Profesionalmente, se marca como meta conseguir que el ejercicio físico pase a ser parte integral del tratamiento de un pequeño con cáncer y que todos puedan practicarlo en los hospitales.